32. Relámpagos

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— Vanos a bordearlo y le atacaremos por todos los ángulos cosa que no se mueva de su sitio —, ordena Luzu paseando su vista por todos los esqueletos para finalizar en Auron —. Auron, nosotros estaremos en posiciones distintas, yo delante y tú detrás, encárgate de darle en la espada la mayor cantidad de veces que pueda, yo intentaré centrar sus ataques en mi para que no te reviente, ¿vale?

— Pero... —, se queja Auron con el ceño fruncido —. ¿Estamos locos? Yo le distraigo y tú ve a por la espada, yo tengo más maneras de esquivar sus ataques que tú.

— Toma esto como una disculpa por... —. Le señaló de arriba a abajo con su dedo y luego sonrió —, eso.

— No tienes por...

— Suerte —, le interrumpe dándole una sonrisa amistosa.

Vio a Luzu marcharse junto al resto de los esqueletos por entre las casas abriéndose paso hasta el frente de Mordisquitos, cuando los vio desaparecer se dio la vuelta y corrió a las afueras del pueblo. Debía llegar a la espalda de Mordisquitos sin que este le viera o todo el plan fracasaría, supuso que no sería muy difícil ya que el minotauro parecía estar a su bola destruyendo todo el pueblo y encendiéndolo en llamas, por otro lado él era una hormiga para Mordisquitos, algo que claramente le beneficiaba. Escuchó un fuerte bufido del toro y luego una gran explosión que indicó que Luzu y sus esqueletos ya habían comenzado a atacarle, apresuró el paso y, al girar hacia la derecha bordeando una casa destruida a medias se encontró con la espalda de metal del minotauro. Sus ojos se fueron directamente al ejército de esqueletos que lo atacaba desde el frente disparando flechas que rebotaban contra su cuerpo de metal sin hacerle ningún daño, entre ellos estaba Luzu lanzando flechas en llamas que solo le lograban enfadar y golpear el suelo con su hacha.

El destello de una espada de diamante llamó su atención, en la espalda baja de Mordisquitos estaba incrustada provocando que el metal en aquella zona estuviera agrietado. No tenía idea de cómo podría atacarle así que simplemente encendió de sus brazos pero, cuando estaba por disparar, otra idea vino a su mente por muy alocada que fuera. Alzó la vista al cielo y se concentró en las nubes, poco a poco vio como comenzaron a formar un gran espiral sobre sus cabezas, las nubes se tornaron de color gris y un trueno se escuchó por sobre los bufidos de Mordisquitos. Sintió sus manos hormigueando y el fuego se extinguió de estas, apretó sus ojos con fuerza y, al volver a abrirlos, sintió como una carga eléctrico lo recorría por completo, pequeños rayos salían de sus ojos que reflejaban una fuerte luz blanca, sus brazos de vieron rodeados de corrientes eléctricas que lo bordeaban hasta llegar a sus dedos esperando para salir, alzó su brazo y las corrientes eléctricas se dirigieron a su mano unificándose hasta unir una gran lanza formada de rayos que provocaba una fuerte luz y un ruido electrizante, sin dudarlo más, se impulsó en su sitio y lanzó la lanza directa a la espalda de Mordisquitos. La lanza desapareció en cuanto chocó contra la herida de su espalda haciendo que Mordisquitos se curvara en su sitio y soltara un fuerte aullido de dolor demostrando que aquello sí funcionaba. Retrocedió en su sitio al ver al minotauro comenzar a dar la vuelta hacia él y, sin saber como, sintió una extraña sensación en su estómago  y, al bajar la vista, de encontró que se había vuelto invisible. Los ojos rojos del Minotauro buscaron en todos sitios sin encontrar a Auron que le miraba fijamente sin respira esperando que su poder no le fallara y se dejara ver, para su suerte Mordisquitos se volteó nuevamente y dio un fuerte hachazo que lo hundió más en el suelo.

— Está funcionando —, susurro con una sonrisa.

Volvió a formar un rayo en sus manos y lo arrojó directo a la espalda de Mordisquitos. Con cada rayo que recibís en aquella zona se encorvaba hacia adelante y provocaba un fuerte golpe en el suelo que agrandaba el agujero en el que se encontraba varios metros, así como iban con un par de golpes más acabarían por enterrarle bajo suelo y así acabar con la destrucción de este. Si bien esta escena pareciera ser el fin del pueblo de Karmaland, tenía un sentimiento extraño que le decía que este era sólo el comienzo, era muy extraño que de un día para otro, justo en el momento que estaban todos los chicos separados apareciera Mordisquitos, casi parecía planeado, mientras más lo pensaba, más sospechoso lucía, pensar que los demás estaban en algún lado del bosque (si es que aún no habían regresado) y Auron y Luzu en la casa de Mildred, todos los suficientemente lejos para poder acabar con Mordisquitos antes que destruyera gran parte del pueblo, los únicos que seguían allí eran Willy, quien no había salido de su casa desde la batalla con Vegetta, Mangel y Merlon a quienes olvidaron al ir a la cueva, Rubius que no tenía idea de donde estaba y Vegetta quien estaba en su casa. Sintió un extraño nudo en el estómago al recordar que Vegetta se había quedado en su casa, él seguía en el pueblo, ¿por qué no había acudido al pueblo para ayudar? Las palabras de Heberon aún rebotaban en su cabeza sin poder evitarlo, la posibilidad de que Vegetta fuera el traicionero tan mencionado cada vez parecía más verídica.

Golpeó el suelo nuevamente y, al hacerlo, rápidamente cayó en picada desapareciendo de la vista de Auron. Se apresuró a llegar a la orilla sintiendo como toda aquella energía desaparecía de sí, al asomarse por el borde del agujero vio a Mordisquitos golpear las paredes del agujero con fuerza con su hacha, para su suerte, justo había una gran cueva a sus pies a la que logró penetrar el techo cayendo en ella y sumándole profundidad al agujero. Lo habían conseguido. Alzó su vista para mirar hacia el frente donde Luzu también miraba hacia abajo en dirección a Mordisquitos, el chico sintió su mirada y alzó la cabeza para encontrarse con los ojos negros de Auron (debido a la maldición) mirándole con una sonrisa de satisfacción en el rostro, pero antes de que pudieran gritar victoria, Mordisquitos atizó un fuerte golpe contra la pared bajo los pies de Auron y el borde donde estaba comenzó a soltarse, intentó alejarse pero rápidamente se desplomó el suelo bajo a sus pies haciendo que cayera en el agujero. Alzó sus brazos y logró sujetarse a una roca que sobresalía de la pared del agujero, escuchó un fuerte bufido y otro golpe de Mordisquitos hizo que más tierra se desprendiera sobre su cabeza haciendo que cayera sobre su rostro.

— ¡Auron! —, exclama Luzu desde arriba.

Miró por sobre su hombro y vio a Mordisquitos bajo de él intentando alcanzarle, para su suerte aún estaba demasiado arriba como para alcanzarle. Sus brazos comenzaban cansarse y sus dedos dolían para la fuerza que estaba ejerciendo, escuchó unos pasos sobre su  cabeza y vio a Luzu mirando por el borde del agujero junto a otros miles de cráneos que le observaban con sus ojos vacíos.

— Te sacaremos, tu solo resiste —, le indica Luzu.

— Vaya, y yo que pensaba dejarme caer sobre él —, bufa Auron buscando un sitio donde apoyar sus pies.

Pasados unos segundos, vio a Luzu estirándose hacia él, varios esqueletos le sujetaban con fuerza para evitar que cayera también en el agujero. Los ruidos de Mordisquitos no hacían más que ponerlo nervioso, el agujero se estaba desprendiendo haciendo que cada vez fuera más difícil sostenerse, intentó estirarse para alcanzar a Luzu pero aún estaba muy lejos. Sus piernas y brazos temblaban por la fuerza que estaba ejerciendo, allí recordó algo sumamente importante, no podia tocar a Luzu, no traía sus guantes puestos, si lo hacía lo quemaría y prefería caer sobre Mordisquitos antes que quemar a Luzu. Sopesó sus opciones pero no tenía muchas, debía intentar ponerse los guantes como fuera aunque no sabría si tenía la fuerza para hacer eso pero debía intentarlo. Apegó su cuerpo a la pared y soltó una mano de la pared, sintió rápidamente una presión en su cuerpo debido a toda la fuerza que estaba haciendo y su cuerpo comenzó a temblar con más fuerzas.

— ¿Qué cojones haces? —, inquiete Luzu con el ceño fruncido.

— Necesito mis guantes o te voy a quemar.

— ¡¿Tu crees que unas quemaduras de mierda son más importantes que una paliza de ese grandulón?! —, exclama Luzu con rabia contenida —. ¡Tómame la puta mano y si luego te sientes culpable puede ser mi enfermera pero no te arriesgues por una estupidez así!

Lo que decía tenía bastante sentido pero cuando se trataba de Luzu jamás había sido muy racional. Logró alcanzar uno de sus guantes en su bolsillo, lo sostuvo entre sus dientes y volvió a agarrarse de la roca, descansó unos segundos antes de colocarse el guante con mucha dificultad pero al menos lo había conseguido. Sintió un fuerte tirón en su espalda que hizo que sus pies se soltaran de su punto de apoyo, miró por sobre sus hombros y vio el hacha de Mordisquitos enganchada con su sudadera, el minotauro  jalaba de él e intentaba bajarle hasta donde el agujero, Luzu  rápidamente le sostuvo la mano que tenía su guante y forzajeo, lo único que lograba hacerle pelea a la fuerza del toro era los miles de esqueletos que se sostenían entre ellos formando una gran cadena de cuerpos que competían contra él pero, por mucho que jalaran, Auron sabía que eran cosa de tiempo para que Mordisquitos venciera.

Antes de que pudiera pensar en nada más, vio una sombra sobre su cabeza, al mirar por sobre su hombro vio como algo había saltado directo hacia el agujero y había aterrizado justo sobre la cabeza del toro de metal.

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Siento que he narrado esto como un ojete así que mañana lo releeré y lo editaré pero os lo dejo igual.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora