Cuando muera; Luzuplay [En edición]

20. El ejército

— ¿Y bien? —, inquiere Merlon inclinándose para verle, Auron solo respondió con una queja sobandose la zona donde Merlon le había clavado aquella flecha.

— ¿Qué cojones me hiciste, viejo verde? —, habla Auron sin fuerza suficiente como para protestar.

— Te he enviado donde Luzu —, explica Merlon con una sonrisa —. Tranquilo, no te podía ve, fue algo parecido a una visión de lo que estaba ocurriendo.

— ¿Cómo que no me podía ver? ¡Si hasta me ha hablado! —, exclama Auron levantándose del suelo.

Atraídos por el barullo, Alex y Vegetta salieron de la habitación para encontrar a ambos hombres discutiendo en el medio del pasillo. Se acercaron rápidamente intentando comprender a qué se debía aquella disputa entre ellos. Por otro lado, Auron no comprendía que decía Merlon con que Luzu no podía verle, era cierto que al principio no tenía idea de que estaba allí pero luego era innegable que le vio e incluso dijo su nombre luego de aquel vergonzoso discurso que había dado, recordando eso, quería pensar que Merlon tenía razón y que aquello solo fue producto de su imaginación, no podía creer que dijo todas esas palabras y que Luzu le había oído, prefería creerle aunque le era difícil aceptar que estaba equivocado, sobre todo sabiendo que no lo estaba.

— La pócima que te clavé es para mostrarte algo en específico, en este caso te quise mostrar a Luzu, por eso es imposible que él te viera, es como si tu espíritu fuera a visitarle, él no podría verte —, refuta Merlon sin lucir del todo convencido —. Aunque hay un margen de error teniéndote a ti como sujeto, después de todo tienes poderes ilimitados, nada nos dice que uno de ellos no te permitió hacer eso.

— Espera, espera —, interrumpe Vegetta metiéndose entre ambos —. ¿Qué tú le hiciste qué?

— Nada grave, solo separé su alma de su cuerpo por unos segundos para que fuera a ver a Luzu —, explica Merlon logrando que la expresión de Vegetta mostrara aún más enfado.

— Uy, la que se ha armado —, habla Alexby riendo con los brazos cruzados.

— ¿Estamos locos? Acaba de despertar de quien sabe cuánto tiempo por una maldición que Luzu le aplicó para convertirlo, admitámoslo, en una aberración naranja...

— ¡Oye! —, se queja Auron.

— ¡Y tú lo envías directamente hacia él! ¡¿Es que eres tonto o te pegan en casa?! —. Se sostuvo el puente de la nariz como si aquello fuese a mitigar el enojo —. Y yo que pensaba que eras la única persona cuerda de todo Karmaland, ahora resulta que estás tan o más loco que todos estos.

Gracias a los gritos de Vegetta el resto de chicos aparecieron en el lugar sin comprender la escena que se había armado en un momento debido a aquella decisión de Merlon. Al principio, Auron debía admitir que estaba enfadado por lo que Merlon le había hecho, sobre todo cuando despertó de su trance y recordó todo aquello, pero mientras más lo pensaba, menos tenía que recriminarle, si lo que decía era cierto, entonces podía que Luzu realmente lo sintiera y podría recuperar su cuerpo antes de lo esperada o aún mejor, podría recuperar a Luzu. Después de su discurso, cuando Luzu le miró por última vez antes de que despertara, sus ojos mostraban todo menos furia o rencor, y cuando pronunció su nombre fue como él quería oírle llamarlo, como si le hubiera estado esperando y se encontrara alegre de verle allí parado frente a él, nada de "Auroncito" irónico lleno de maldad, pero si oír su nombre salir de sus labios mirándole como si el resto del mundo desapareciera y fuera solo él. Merlon le había dado eso, había cambiado su último recuerdo de Luzu hasta el momento y ahora todos esos sentimientos de rabia hacia él se habían mitigado, toda la culpa se fue también, ahora solo quedaba ese viejo sentimiento que siempre le había acompañado sobre Luzu.

— ¿Estás bien, Auron? —, inquiere Vegetta volteándose hacia él.

— ¿Qué hizo este viejo verde? —, suelta Fargan acercándose a Auron.

— Estoy bien, tranquilo.

— ¿Por qué todos me llaman viejo verde?

— ¡Ay, mi Auron, que me han violado a mi Auron! —, dice Lolito de fondo.

— ¡Que cerdo! ¡Que cerdo! —, le apoya Mangel.

— Ostia puta —, ríe Alexby encontrándole una gracia a la situación que nadie más había percibido —. Es que estamos en un puto show de televisión aquí, de otra forma no me lo explico.

— Es que lo vuelves a tocar y te juro que te voy hacer trapear todo Karmaland con esa puta barba de dos metros que tienes —, gruñe Vegetta.

Aturdido por la caótica escena, Auron apoyó su mano sobre el hombro de Vegetta, quien se volteó al sentir el tacto del guante contra su hombro. Su mirada se ablandó en cuanto vio que se trataba de Auron y todo lo que quedaba de ira hacia Merlon se esfumó con solo verle, ver a Vegetta mirar a Auron era igual a ver a un cachorro menearle la cola a su dueño lo cual era gracioso porque Vegetta literalmente hacía eso cuando se encontraba en su forma de lobo.

— Tranquilo, hombre —, habla Auron con una sonrisa —. Soy más difícil de matar de lo que parezco.

— Bueno, llevas un par de días aquí y ya te ha pasado de todo, así que no me culpes por preocuparme —, habla Vegettta relajando su espalda que se encontraba tensa.

— Chicos... —, interrumpe Mangel.

Se voltearon para verle. Mangel se encontraba al otro lado de la habitación con los ojos puestos en algo a través de la ventana, por la forma en la que miraba, Auron supo que no podía ser nada bueno. Se acercó a él y siguió su vista con la suya hasta posar sus ojos en la ladera que se encontraba casi vacía y sumida en un color naranja por la puesta de sol. Más allá del pueblo se podían ver puntos de luces en algo que avanzaban en su dirección, al mirar más fijamente Auron pudo jurar que se trataba de personas que avanzaban a casa de Vegetta con antorchas en alto pero estaban demasiado lejos como para poder saberlo.

— ¿Qué ves, Fargan? —, inquiere Lolito también mirando por la ventana.

— Bueno... —, comenzó a hablar con voz temblorosa, se volteó a ver a Vegetta y tragó saliva —. Espero que tus esclavos sexuales sepan artes marciales porque tenemos a todo un ejército de esqueletos viniendo hacia acá en este preciso momento, y, no quiero ser pesimista, pero no parece que tengan muy buenas intenciones.