47. Vientos poderosos

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— Y... —, comienza a hablar Auron mientras caminaban en dirección al cartel de Karmaland, los dos chicos se voltearon para verle por sobre sus hombros haciendo que Auron se arrepintiera de haber hablado —. ¿Cuál es el plan?

— Pregúntale a Luzu, él es el experto en piedras —, hablo Vegetta con sarcasmo, Luzu le miró con las cejas muy alzadas sin poder creer el tono que acababa de usar con él, los ojos de Auron se voltearon hacia Luzu y, al notar la mirada del más bajo, Luzu le miró y sacudió la cabeza.

— Pues creo que los tres sabemos que debemos hacer —, suelta pateando una roca que se le cruzó en el camino —. No hay que ser un experto en piedras para eso, solo conectar media neurona.

— ¿Qué cojones significa eso? —, habla entre dientes Vegetta, Raúl logró notar como su labio se curvaba en mostrando unos filosos y relucientes colmillos, el pecho de Vegetta temblaba con al vibración del gruñido que salía de su garganta y Luzu no pudo evitar reír.

— Dios, venga, caniche, contrólate.

— ¿Qué les sucede? —, resopla Auron adelantándose para quedar entre ambos, Vegetta dejó de gruñir pero su mandíbula estaba tensa y su ceño fruncido, Luzu rio con gracia y señalo a Vegetta con su pulgar.

— Es obvio —, escupe Luzu con disgusto, Vegetta le miró con un disgusto casi palpable —. El perro está celoso.

— Lobo —, suelta de mala gana, el gruñido volvió a llegar a los oídos de Auron —. Soy un lobo, no un perro.

— El lobo más manso de todo el planeta.

— ¡Basta! —, exclama Auron pasándose las manos por el cabello, los dos chicos aún se miraban con un odio que jamás había visto en los ojos de nadie.

Le extrañaba ver como de pronto había nacido aquella rivalidad sin ninguna razón, no comprendía porque Vegetta estaría celoso de la nada y porqué Luzu lo había comprendido tan fácilmente y ni siquiera había cuestionado la actitud de Vegetta, era como si su amistad hubiese pasado a segundo plano. Sinceramente no tenía tiempo para ese tipo de cosas, le gustaba tener tanta atención pero hoy no, con todo el estrés que sentía lo único que quería era terminar con todo aquello lo antes posible para poder relajarse por el resto de su vida, ya resolvería que hacer luego con Luzu, con Vegetta o con el resto de sus amigos, ahora sólo quería encontrar las piedras, aplastarle la cabeza al sucio de Merlon y evitar el levantamiento de Araxiel, si Vegetta y Luzu querían gastar sus energías en estúpidas peleas de niños pequeños era cosa de ellos, Auron no estaba para juegos.

— Es obvio lo que ustedes hicieron —, habla Vegetta volviendo su vista al frente, Auron frunció el ceño y le miró —. Apestas a él.

— ¿Yo? —, inquiere Auron perplejo, Vegetta asintió, Auron se llevó la sudadera negra a la nariz y la olió, no podía percibir el olor de Luzu en ella, sinceramente no había pasado tanto tiempo con Luzu como para reconocer su olor —. Pues claro, si esta es su ropa, me la prestó porque la mía olía a zorro.

La mirada de Vegetta cambió, ya no parecía enfadado sino, más bien, confundido, Luzu le miró con gracia y soltó una falsa risa para adelantarse, no quería oír más de aquello, después de todo sabía que Auron lo prefería a él, lo había demostrado en su escalara aquél día que le quitó la maldición. Los ojos púrpura de Vegetta le miraron extrañados y Auron simplemente se encogió de hombros restándole importancia.

— Entonces...¿ustedes no...? —. Señaló a Auron y luego a Luzu quien se volteó con una sonrisa, Auron le miró sin poder evitarlo, Luzu le guiño el ojo y luego miró a Vegetta, tras soltar una risotada, sacudió la cabeza y siguió su camino.

— No —, niega Auron sintiéndose culpable al recordar aquél beso en la escalera de Luzu tras recuperar su apariencia pero aquello no era necesario contárselo a Vegetta —. Igualmente, ¿Qué mas da? Deberíamos concentrarnos en destruir el pueblo, ya después cuando todos estemos vivos tendremos tiempo para comernos el morro entre todos.

—Sí, tienes razón —, asiente Vegetta bajando la cabeza avergonzado —. Dios, a veces soy como un crío, supongo que no puedo evitar preocuparme de cosas secundarias.

— Da igual, hombre —, le tranquiliza Auron apoyando su mano en su hombro, Vegetta alzó la cabeza para mirarle con los ojos brillando por la repentina luz de esperanza —. Si hay alguna cosa que te preocupe y mantenga despierto por las noches, entonces no es algo segundario, es importante y es entendible que busques solucionarlo.

— A veces olvido que tienes un título de piscología —, suela Luzu subiendo los peldaños que llevaban hacia el cartel de Karmaland, Auron sacudió la cabeza con una sonrisa.

 Luzu se volteó para mirarle y una amplia sonrisa apareció en su rostro demostrando aquella complicidad que ambos compartían desde que eran pequeños y que había vuelto a florecer desde aquél día en casa de Luzu. Por alguna razón Auron se había esmerado en ignorar los sentimientos de Vegetta hacia él, le parecía que si los tomaba en cuenta no harían más que entorpecer su relación con Luzu, podía sonar egoísta pero no podía evitarlo, siempre Borja había sido su prioridad, incluso ahora, después de todo, todo lo que estaba haciendo era por él, no le preocupaba el pueblo en lo absoluto (tal vez un poco) pero en términos generales sabía que aquello le llevaría junto a Luzu, si salvaba al pueblo de las manos de Araxiel sabía que Luzu se lo agradecería, además no podía ignorar los deseos que le había concedido Heberon si es que lograba cumplir su mandato. 

Ensimismado por sus pensamientos, se mantuvo a los pies de las escaleras mientras veía como Vegetta adelantaba a Luzu para subir hasta la fuente de las Sirenas pero, cuando iba a medio camino, una fuerte ventisca que los golpeó a los tres logró que Vegetta saliera disparado por los aires y cayera a varios metros de distancia. Auron se agachó y se sujetó con todas sus fuerzas contra el pasamanos de la escalera intentando no correr la misma suerte de Vegetta quien había desaparecido de su vista por lo lejos que había aterrizado, sus ojos volvieron al frente en busca de Luzu quien se sujetaba a los escalones con fuerza, los ojos marrones de Luzu le miraron por sobre su hombro cerciorándose de que el tampoco hubiese salido disparada como Vegetta. Miró por sobre su cabeza en dirección a la fuente de las Sirenas, el césped se sacudía en todas direcciones y la misma agua de la fuente salpicaba en su dirección generando que la ventisca fuese húmeda y le empapara el rostro. Lo que temían era cierto, las Sirenas habían absorbido los poderes de Auron y eso, claramente, no podía significar nada bueno para ellos. 

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora