31. Mordisquitos

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— ¿Con todos los poderes que tienes no tienes alguno que nos lleve más rápido, hijo de puta? —, pregunta Luzu jadeando.

— ¡Que ya te dije que no se como controlarlos! —, bufa esquivando una rama.

Estaban corriendo a toda velocidad hacia el pueblo a través del bosque con las manos de Auron provocando reflejos amarillos que les permitían ver. Temía lo peor, por alguna razón había un presentimiento muy extraño albergado dentro suyo que le decía que algo chungo estaba pasando en el pueblo, no sabía el qué, pero sí sabía que muy probablemente sus amigos estuvieran en problemas y con solo pensar eso se le anudaba el estómago. Aún se escuchaban bufidos y explosiones viniendo del pueblo, con cada ruido el nerviosismo de Auron aumentaba como una bola de nieve que no hacía más que crecer.

Cuando finalmente llegaron al valle se detuvieron de bruces al observar aquel desolador paisaje. El pueblo estaba ardiendo en llamas, se escuchaban gritos de gente que intentaba huir de las casas consumiéndose por el fuego, habían animales que corrían prendidos intentando huir de su inevitable muerte, pero lo más aterrador eran las rocas que salían disparadas del suelo y caían contra las casas del pueblo, no podían ver de que se traba pero algo estaba levantando pedruscos y supuso que, para que algo pudiese levantar rocas de aquel tamaño debía, claramente, ser algo inmenso de una fuerza inhumana.

— Bien —, suspira Luzu —. Levantaos.

Vio como Luzu alzaba los brazos al aire logrando que la tierra bajo sus pies se removiera, retrocedió sin saber de qué se trataba hasta que una mano esqueleto salió del suelo justo frente a sus pies. De la nada, muchos esqueletos salieron desde la tierra abriendo agujeros en el suelo y en un segundo ya tenían un ejército frente a ellos que cargaban espadas y arcos, con eso le quedó bastante claro porque todos suponían que Luzu había enviado a aquel ejército a casa de Vegetta, ese era su poder, invocar a muertos. Vio a Luzu bajar los brazos y contemplar a los esqueletos por encima, con expresión dubitativa les dirigió la palabra.

— Vosotros —, señaló a los esqueletos más apartados —. Sacad a toda la gente del poblado, el resto venid conmigo.

Los esqueletos rápidamente acataron la orden y corrieron en dirección al pueblo con sus espadas enfundadas en sus costillas, los demás se mantuvieron firmes y esperaron que Luzu hiciera el siguiente movimiento. Los ojos marrones de Luzu se posaron sobre los suyos con determinación, de alguna forma supo que él tampoco tenía idea de lo que estaba haciendo pero que podría contar con él para ayudar al pueblo a pesar de que anteriormente hubiera usado a su ejército contra él... en dos ocasiones. Corrieron por el valle en dirección al pueblo, lo esqueletos tenían sus espadas y arcos en altos dispuestos para atacar a la amenaza que estaba destruyendo el pueblo. Se quitó los guantes y los guardó en sus bolsillos, sintió de inmediato el calor en sus brazos y vio como se encendió fuego en ellos. Casi por impulso, sacudió sus manos logrando que el fuego lo propulsara lo suficiente para elevarse por los aires y sobre volar el pueblo de Karmaland, permitiéndole ver al ejército de Luzu desde arriba y a los ojos marrones del chico mirándole on incredulidad. Se impulsó hacia el frente y se dirigió hasta el origen del fuego por los aires, cuando llegó al centro de Karmaland pudo ver una nube de tierra levantada que impedía ver todo con claridad, la tierra estaba levantada y se había formado un agujero allí en el centro, las casas estaban partidas en pedazos, las calles agrietadas, el molino destrozado y la fuente dejaba escapar el agua por todos lados. Vio un movimiento extraño entre aquella polvareda, entornó los ojos y divisó un gran monstruo de metal que sostenía un hacha como la que Vegetta le había dado a Lolito, tras también un casco con unos inmensos cuernos, era un minotauro de hierro. Logró captar el momento justo cuando golpeaba el suelo con su hacha provocando una gran grieta que se abrió en el pueblo, varias piedras salieron disparadas en todas direcciones cayendo contra las construcciones que se desplomaron de inmediato. Volvió rápidamente hacia Luzu que ya había ingresado al pueblo y corría con el ejército pisándole los talones, se dejó caer a su lado y extinguió el fuego de sus brazos.

— Es un minotauro de metal —, explica Auron atrayendo la atención de Luzu.

— Mordisquitos —, susurra Luzu mirando como los esqueletos los esquivaban y seguían corriendo hacia el frente —. No podremos derrotarlo, Auron, ni siquiera con el ejército.

— ¿Y qué propones? —, inquiere.

— Mira, el único ataque efectivo contra él es atacar a su punto débil, justo en su espalda tiene una espada clavada, allí es donde hay que atacar —, habla Luzu alzando el brazo y provocando un silbido haciendo que los esqueletos se detuvieran —. No nos dejará acércanos por lo que debemos ver una forma de inmovilizarlo para poder atacar allí.

Asintió con la cabeza repetidas veces intentando pensar en alguna forma de inmovilizar a aquella bestia tan grande, la única que se le ocurría era que Alexby viniera y se hiciera lo suficientemente grande para detenerle pero no tenían tiempo de ir a por él. Mordisquitos podía levantar tierra y estaba creando un agujero en el centro de Karmaland, eso era lo que hacía, su poder, lo cual les traería varios problemas a la hora de acercarse a él a no ser que...

— ¡Lo tengo! —, dice rápidamente Auron golpeando con su puño la palma de su mano —. Mordisquitos es tan pesado que con cada golpe que da se está hundiendo en el suelo, solo debemos mantenerlo en su lugar lo suficiente para que él mismo termine enterrándose.

— Así no tendremos que matarlo pero si lo podemos alejar de Karmaland bajo tierra —, concluye Luzu con una amplia sonrisa —. Vaya, Auron, ¿quién diría que ibas a ser tan listo?

— No te pongas ahora odioso que te lanzo a Mordisquitos.

— Me harías un favor la verdad —, bromea Luzu recibiendo un arco de uno de los esqueletos —. Bueno, let's get this bitch.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora