Se acercó con cautela a la Fuente de la Vida, Fargan se mantuvo de brazos cruzados mirándole a lo lejos con curiosidad por saber que estaban por preguntar, seguramente era otro estúpido viajero que veía donde las Sirenas a llorarle porque le había dado poco tiempo a algún familiar, pero las Sirens no podían cambiar eso, en primero lugar, ellas solo eran las mensajeras, quien decidía cuanto vivían era el mismo destino, ellas no tenían nada que hacer con respecto a eso.
Mientras más se acercaba a la Fuente, más sentía como su vieja herida ardía en su brazo provocándole molestias. Cuando ya estuvo a pasos de la Fuente, las Sirenas dejaron de nadar y se detuvieron a mirarle desde el fondo de la Fuente, en la noche, los ojos de las Sirenas se tornaban de un rojo luminoso y en ese momento tenía dos pares de ojos rojos mirándole muy abiertos acompañados de un siseo. Se detuvo al borde de la Fuenta para demostrarles que no les temía, pero, esta vez, parecía que las Sirenas temían de él.
— Has vuelto —, sisea una de las Sirenas nadando de lado a lado sin acercarse demasiado —. ¿Qué quieres?
Desde atrás, Fargan veía la escena cada vez más interesado. ¿Le conocían? Generalmente las Sirenas desechaban los rostros, no les era de importancia recordar a la gente, ella solo respondían las profecías y luego seguían con las suyas, ¿qué tenía ese tal Auron de especial para que las Sirenas le recordaran? Se acercó cautelosamente para observar mejor lo que sucedía, ¿acaso... le temían?
— Necesito respuestas —, escupe Auron con furia —. Y vosotras me las dareis.
Ambas sirenas intercambiaron miradas, parecían desconcertadas. Una de ellas formó una burbuja de agua y la lanzó al cielo, esta comenzó a dar vueltas alrededor de su cabeza antes de llegar a donde Auron, flotando, se detuvo justo frente a la nariz de este, sin saber que hacer o que significaba, Auron la tocó con sus dedo y, en cuanto hizo esto, la burbuja explotó. Fue instantáneo, la burbuja explotó y las sirenas comenzaron a gritar, pero no eran gritos normales, eran chillidos sumamente agudos que dejarían sordo a cualquiera. Sin pensarlo dos veces, Fargan sujetó a Auron y lo obligó a agacharse, ambos chicos se cubrieron los oídos y apretaron los ojos por la molestia del ruido, por su parte, las Sirenas daban vueltas por la Fuente sin dejar de gritar, de pronto parecían sumamente alteradas.
— ¡Es él! —, exclama a una entre gritos.
— ¿Qué diablo es? —, exclama la otra —. ¡Ese no es un humano!
De pronto, unas manos agarraron a Fargan y a Auron y los arrastraron lejos de las Sirenas, al mirar al hombre que los arrastraba vieron a un anciano de larga barba y sin cabello que vestía una túnica azul. Los llevó escaleras abajo con el chillido de las Sirenas de fondo y no dejó de arrastrarlos hasta que llegaron a la cabaña pequeña de madera que estaba frente al cartel. Ese era Merlon. Los empujó dentro de la casa y cerró la puerta, ambos chicos se dieron una mirada y tragaron saliva nerviosos, Merlon se dió la vuelta y les miró con furia.
— ¿Qué habéis hecho? —, exclama Merlon con rabia, Fargan le da una mirada a Auron sin saber en qué cojones lo había metido —. Dios, vosotros nunca crecéis.
— ¿V-vosotros? —, inquiere Fargan con confusión —. Que la edad ya te está afectando, anciano Merlon, que este es nuevo en la ciudad, se llama Auron.
— ¿Quién ve menos? ¿El ciego que nació sin ver o el que se niega a ver? —, pregunta Merlon mirándole fijamente a Fargan, este se encogió de hombros confundido, la vista del anciano ahora se detuvo en Auron —. Bienvenido de vuelta, Raúl.
— ¡¿Raúl?! —, exclama Fargan con sorpresa, se voltea con brusquedad para pasar sus ojos sobre el desconocido y, esta vez, sus facciones le sonaron increíblemente familiares —. ¡Ostia puta pero si eres tú! ¡Has vuelto!
Sin pensarlo dos voces, Fargan abraza a Auron en un fuerte gesto amistoso, de pequeños fueron grandes amigos, no tanto como lo fue con Borja pero igualmente eran muy cercanos, le sorprendía el hecho de no haber podido reconocerle pero tras la aclaración de Merlon no tuvo duda de que aquel era su amigo Raúl. Por su parte, Auron aún no reconocía a Fargan, ¿tal vez era Guillermo? No, claro que no, era difícil saberlo por el antifaz que traía.
— ¿No sabes quien soy? —, inquiere Fargan extrañado, Auron niega con la cabeza —. Que soy David, ratón.
— ¡David! —, exclama con alegría —. Vaya, si que has cambiado.
— Y estos son nuestros héroes de Karmaland —, suspira Merlon con frustración,
Caminó por su pequeña casa y se dirigió a un lado de esta donde tenía el hervidor calentado agua, les hizo un ademán con la mano a Fargan y a Auron para que se sentaran en la mesa y estos obedecieron sin chistar, aún seguía siendo el anciano aterrador que recordaban. El agua terminó de hervir produciendo un largo y agudo chillido que le recordó al ruido producido por las Sirenas, aún no comprendía que había significado eso pero no tenía muy buena pinta. Observó a Merlon mientras éste servía tres tazas de té y se armó de valor para preguntarle sobre eso.
— Sobre las...
— Shhh —, le calla Merlon depositando las tazas sobre la mesa —. ¿No os enseñe modales?
— El tema de conversación se guarda para cuando todos estén sentados en la mesa —, repiten ambos al unísono de mala gana, Merlon asiente acomodándose en una silla frente a ellos.
— Las Sirenas, ¿por qué comenzaron a gritar?
— Hay muchas razones de por qué una sirena grita, ¿qué habéis hecho? —, inquiere Merlon dándole un sorbo a su té de hierbas.
— Absolutamente nada, ellas enviaron una burbuja y cuando Auron la explotó...
Se detuvo bruscamente y dejó la taza violentamente sobre el platillo. El anciano se inclinó hacia adelante y jaló las manos de Auron con fuerza para examinarle los dedos, pero estos se encontraban en perfectas condiciones, lo soltó y volvió a su sitio con una mirada de preocupación con el rostro, los chicos le miraban con atención sin comprender que significaba aquello. Sin poder evitarlo, Auron miró también las palmas de sus manos pero no vio nada fuera de lo normal.
— Raúl... —, menciona Merlon mirándole fijamente —. Ningún mortal puede reventar una burbuja de Sirena sin que ésta le queme como ácido.
¿Eso significaba que Auron no era un mortal? No, eso era imposible, él había sido criado por simples mortales, él había crecido como un simple mortal, ni siquiera tenía poderes, no podía ser más mortal de lo que ya era. Debía haber un error, tal vez la burbuja había explotado antes de que él la tocara y por eso no se había quemado. Habían tantas posibilidades pero la de que él no era un mortal, no.
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Cuando muera; Luzuplay [En edición]
FanfictionLos 9 héroes de Karmaland habían tomado caminos distintos y tenían una fuerte rivalidad entre ellos la cual se ven obligada a superar cuando descubren la Profecía que acechaba al pueblo que los vio crecer y que dictaba el final de este. Auron se pro...