7. Conversaciones espirituales

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— ¿Y cómo es morir, Fargan? —, pregunta Mangel mirándole con atención.

Luego de charlar con Merlon habían vuelto a casa de Mangel con la intención de pensar en lo siguiente que harían, camino a casa de Mangel, habían llegado a la conclusión de que era mejor que Auron no viera a Luzu, bueno, Mangel y Fargan habían llegado a esa conclusión y por mucho que intentó protestar, no cambiaron de opinión. La mano de Fargan estaba apoyada sobre su hombro mientras hablaba con Mangel, de vez en cuando olvidaba que necesitaba tocarle para que Mangel lo viera y comenzaba a gesticular con las manos hasta que recordaba que así no podía verle. Llevaba mucho tiempo vagando por Karmaland viendo a sus amigos desde su forma espectral, era muy difícil tenerles frente y no poder hablarles, muchas veces había acudido a Merlon para que les entregara un mensaje de su parte a los chicos pero Merlon jamás accedió, dijo que era mejor que no supieran que estaba allí. Recordó las mil veces que fue a casa de Willy y dejaba caer cosas intentando que se percatara pero siempre lo atribuía al viento, como fantasma tenía la facultad de poder controlar algunos objetos pero requería muchísima energía que lo dejaba agotado. También pensaba en Alexby, intentó cada día ir a la comisaría y hacerle señales, le tiraba la porra al suelo y le sacudía su taza de café pero todo llevaba a una gran decepción por parte de Fargan. La llegada de Auron, había sido lo mejor que le pudo pasar, cuando le rescató de aquel zombie y se percató que Auron le había visto, no pudo evitar querer estar con el mayor tiempo que pudiera, al principio pensó que era un simple viajero que tenía la habilidad de ver a los muertos, como Merlon, pero al enterarse que era Auron y no solo eso, sino que Auron era un portal del mundo espiritual con el terrestre, fue como si un rayo de luz cayera sobre él.

— No estoy muy seguro —, niega Fargan tocándose la barbilla —. Yo no morí, simplemente me desprendieron de mi cuerpo terrenal.

— ¿Y cómo funciona? —, pregunta Auron —. ¿Todos los espíritus rondan por la Tierra o cómo va?

— Depende de como fueras en vida —, explica Fargan —. Tienes poder de elección según cómo te portaste, los muy buenos pueden elegir servir a los Dioses, convertirse en ángeles guardianes o quedarse en el cielo, los que se comportaron de manera promedio pueden ser ayudantes de los ángeles, yo no lo recomiendo porque son todos unos pringados que se creen superiores, también pueden viajar entre dimensiones, es decir, pueden andar por la tierra, el cielo o el infierno como les salga un poco de los cojones y los que fueron unos puercos andantes, ellos están condenados al infierno sin poder elegir otra opción.

— Vaya —, menciona Mangel con sorpresa, Fargan se encoge de hombres —. ¿Tu que escogiste?

— No tuve poder de decisión —, suspira con pesadez —. Fui un caso especial, los que morimos antes de tiempo por cosas medias ilegales, bueno, técnicamente jamás morimos, nuestra alma fue arrebatada, nosotros estamos condenados a un castigo de dioses y es el de vagar por la tierra, es como si estuviéramos vivos pero nadie nos puede ver, ni siquiera los otros espíritus, solo somos nosotros por el mundo, vale decir que no tenemos ellas típicas cosas guays que les dan a los otros espíritus como volar, la habilidad de poseer cuerpos o manifestarse de vez en cuando.

— Tío, que lástima —, le anima Auron, Fargan no parecía realmente afligido por el tema —. ¿Y valió la pena sacrificarte por amor?

— Lo haría mil y una vez más —, dice con decisión.

¿Qué habría hecho Auron en su lugar? Si hubiese conocido a alguien que realmente amaba y se hubiera enterado que estaba por morir, en ese momento no se podía imaginar haciendo algo parecido por nadie, tal vez porque no estaba enamorado y jamás lo había estado, pero ¿en serio valía la pena estar en un castigo eterno por la persona a la que amas? No podía ni pensar en eso sin sentir que era una decisión estúpida, pero allí estaba Fargan, sin mostrar una pizca de arrepentimiento por aquel gesto que había realizado. Tal vez el amor era más poderoso de lo que creía o, tal vez, el amor simplemente te volvía estúpido.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora