49. Elefantes y brujas

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— ¡Allí viene otro, Rubiuh! —, le alerta Mangel señalando hacia el frente aterrado, Ruben se volteó rápidamente para ver al inmenso elefante que corría hacia ellos dispuesto a embestirles.

— ¡Intenta hablar con él, Lolito! —, exclama separando las piernas para prepararse para el golpe, alzó los brazos y empuñó las manos.

— Está muy cabreado —, suelta Lolito refugiándose a varios metros de él tras un árbol junto con Mangel —. Dudo que este me escuche, los elefantes no son muy listos.

Apretó la mandíbula cuando el elefante agachó la cabeza, suspiró pesadamente y apresó los colmillos del animal con sus manos. Intentó frenarlo pero el elefante lo arrastró varios metros hacia atrás pero aún así no lo soltó, sus pies levantaron un camino en la tierra  desprendiendo el césped. El elefante soltaba varios bufidos e intentaba con todas sus fuerzas embestirlo pero Rubius logró frenarle al chocar contra una piedra, debido a la fuerza que el elefante ejercía y el repentino freno de Rubius sus patas traseras se levantaron perdiendo la velocidad de la carrerilla. Empujó con todas sus fuerzas en contradireccion intentando quitárselo de encima pero era imposible. Rápidamente, empujó los colmillos hacia un lado haciendo que el elefante se desviara por un milisegundo y se agachó hasta escabullirse bajo de él, el elefante ya empezaba a pisotear cuando Rubius apoyó sus manos en su estómago y lo levantó por sobre sus hombros.

— ¡Ese es mi hombre! —, exclama Lolito alzando los brazos, Mangel daba brincos de festejos.

— Haber estudiado —, suelta Ruben ente dientes mientras se tambaleaba por el peso del animal —. Venga, con tu familia.

Tal y como había hecho con los otros elefantes que le atacaron, mantuvo los pies firmes y lo impulsó hacia arriba dejándolo colgando en las ramas de árbol imposibilitándoles bajar. Volvió hacia los dos chicos quienes miraban las copas de los árboles llenas de elefantes que soltaban alaridos sin poder bajar del sitio donde Rubius les había dejado, para su suerte el bosque estaba lleno de árboles de ramas inmensas y sumamente gruesas que les permitan sostenerlos aunque sabía que no durarían mucho, varias de ellas ya habían comenzado a crujir por el peso de los animales así que debían ir donde Circe lo antes posible.

— Vámonos antes de que empiecen a llover elefantes —, bufa Ruben estirando los hombros que le dolían debido a toda la fuerza que había ejercido —. Me debéis un masaje de espalda.

— ¡Yo te masajeo lo que quiera', Rubiuh! —, suelta Mangel siguiéndole desde muy cerca al igual que Lolito —. Ere' mi nuevo héroe.

No, él es mi nuevo héroe —, refuta Lolito mirando a Mangel con el ceño fruncido, Mangel hizo expresión de ofensa y parecía que comenzarían una pelea al respecto hasta que vieron frente a ellos una cabellera grisácea larga —. ¡La vieja!

— ¡Pero no le diga' así que no no' va quere' ayuda'! —, le regaña Mangel en voz baja, Rubius se detuvo de golpe con el ceño fruncido, la mujer les daba la espalda pero, pese a que la última vez que la había visto fue hace mucho tiempo atrás, no la recordaba así, era un poco más alta y su cabello era más corto y andrajoso.

— ¡Pero que le voy a hacer yo si es una vieja!

— ¡Pero dile anciana o señora mayor!

— ¡Pero si vieja es más corto!

— Merlon... —, susurra Ruben con los ojos muy abiertos.

— Bueno, eso también me sirve porque él es otro vejete andante pero sería confuso, imagínate esta vieja se cruza con Merlon, ¿cómo vamos a saber de cual de los dos hablamos? —, habla Lolito, Mangel le miró y asintió dándole la razón —. ¿Vosotros creéis que esta vieja y Merlon estén juntos? Yo dudo que Merlon tenga una vida romántica porque debe estar muy ocupado con eso del demonio pero un poseído también tiene necesidad, ¿no?

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora