15. El colgante

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— ¡Vegetta! —, exclama Auron con sorpresa —. Joder, no, ¿sabes lo que has hecho ahora?

Lo sabía más que perfectamente. En Karmaland las promesas se cumplían o tendrías que pagar las consecuencias, al solo prometerse ya había sellado aquello frente a los Dioses. Por una parte la verdad es que era algo que había pensado hace muchísimo tiempo atrás, cuando vio lo que Fargan había hecho, él mismo pensó que podría hacer lo mismo con Luzu, después de todo su vida no valía nada, cuando descubrió que Auron también moriría junto a Luzu cuando sus días se acaben terminó por tomar su decisión. Perder a un amigo era una cosa, pero perder a dos él mismo día era algo que no podía soportar.

— ¡Eh, ratones! —, exclama Fargan subiendo las escaleras —. Espero no interrumpir ningún momento homo entre ustedes, pero ¿qué esperan?

Los ojos de Vegetta se posaron sobre el más bajo quien tenía una mala expresión en el rostro, apoyó su mano sobre su hombro atrayendo su atención.

— ¿Y qué piensas? —, pregunta Vegetta.

— Hagámoslo.

Siguieron a Fargan escaleras abajo hasta la primera planta del Ayuntamiento, allí coqueteando con la secretaría de encontraba Lolito con su sombrero en mano y una sonrisa pícara en el rostro. Por aquella expresión en el rostro de Fargan, Auron pudo deducir la ilusión que le hacía aquello y no pudo evitar sentirse alegre de que así fuera, casi sentía que aquella era la decisión correcta pero, cuando sus ojos se posaban en Vegetta, un nudo se formaba en su estómago, ya estaba hecho, si no encontraban la forma de salvar a Luzu, Vegetta moriría también, se sacrificaría por él, pero no dejaría que eso pasara, salvaría a ambos sin importar el costo, no podía dejar que sus amigos murieran, no lo permitiría.

— ¿Y qué objeto tienes en mente, Fargan? —, pregunta Lolito sosteniendo la puerta del Ayuntamiento para dejarles salir.

— Mi collar—, menciona Fargan llegando su mano al cuello.

Allí tenía una cadena plateada que brillaba con los reflejos de la luz, mirando más de cerca, Auron notó que tenía un colgante del mismo color, era una pequeña esfera que en el centro contenía un reloj de arena, tenía dentro unos pequeños granos blancos que reposaban en el fondo del reloj y, al sacudirlos, se movían de lado a lado.

— Me lo dio Dulce para nuestro aniversario —, explica con alegría evocando el recuerdo —. Cuenta un segundo, me lo dio porque, según ella, cada segundo es valioso, fue su manera de hacerme sentir mejor por el poco tiempo que le quedaban.

— Hombre... —,menciona Vegetta en un suspiro.

— O tal vez fue su manera de mofarse de mi por ser precoz, pero prefiero quedarme con la primera —, bromea Fargan sonriente.

Caminaron por el pueblo hasta la casa de Merlon, en el camino, Auron no podía dejar de darle vueltas a aquella decisión y, sinceramente, estaba decidido a entregarle su poder a Fargan para así devolverle lo más cercano a una vida que podía pero le preocupaba que estuviera renunciando a la única manera que tenía de salvar a Luzu definitivamente de su inminente muerte, pero, si algo le había enseñado Karmaland desde su llegada era que siempre había una manera, hasta ahora todo se había desarrollado de una manera extrañamente beneficiante para él, un poco aterrador pero no se estaba quejando. Llegaron donde Merlon quien estaba apoyado en la valla que delimitaba los terrenos de su casa con su vista puesta en la ladera de Karmaland como si viera algo que nadie más veía, cosa que no sería muy extraña dado que él veía a los muertos cosa que nadie más, aparte de Auron, podía ver. 

 — ¿Estáis listos? —, habla Merlon cuando ya se encontraban tras de él.

 — Sí —, asiente Fargan con entusiasmo.

Sin dudarlo un segundo, llevó su mano a la parte trasera de su cuello y se quitó su collar para entregárselo a Auron quien lo recibió con sus manos temblorosas. Este era el momento decisivo, según lo que había aprendido de si mismo, sus poderes se desarrollaban según los necesitaba, es decir, si realmente quería hacer aquello por Fargan, entonces podría depositar su poder en aquél colgante pero, si no quería hacerlo, entonces simplemente no podría aunque lo intentara. Alzó la vista a Fargan que le miraba con sus ojos muy abiertos llenos de felicidad y allí mismo aseguró que se odiaría a si mismo si no hacía aquello. Fargan le había apoyado desde su llegada a Karmaland desde el primer momento cuando le salvó de aquel zombie, se lo debía sin duda.

 — Bien, solo concentrate en la habilidad que le quieres dar al colgante y luego imaginala saliendo de tu cuerpo y yendo a parar directamente al collar —, le indica Merlon acercándose. — Tienes que imaginarlo como si realmente estuviera pasando, si te equivocas, tu poder podría ir a parar a cualquier otro lado o, incluso, podrías darle otro poder.

 — Vale —, dice sintiendo una extraña sensación de nerviosismo.

 — Ahora, aléjense todos —, ordena Merlon sacudiendo los brazos. — O puede que Auron les arrebate su poder.

 — ¿Puede hacer eso también? —, inquiere Lolito con sorpresa —. Joder, pero si estás mamadísimo.

 Vio como sus amigos se alejaban lo más que podían de él, incluso Merlon retrocedió hasta tocar la valla con su espalda. Bajó la cabeza hacia el colgante que colgaba de sus manos, suspiró pesadamente y lo cubrió entre sus manos. No sabía como comenzar aquello así que simplemente cerró los ojos e hizo lo que Merlon le había indicado, imaginó que aquél collar podía devolverle la vida a Fargan, imaginó como aquella habilidad salía de su cuerpo por cada poro de su cuerpo como una humareda de color rojo que tomaba forma de espiral y era absorbida por el colgante que estaba en sus manos. Apretó aún más los ojos intentando centrarse en aquella imagen con todas sus fuerzas pensando que, tal vez así lo conseguiría. Sintió, de pronto, un fuerte tirón en su pecho y, de la nada, se sintió como si una parte suya fuera arrancada, una extraña energía lo emergió junto a un zumbido que invadía sus oídos, sintió su cuerpo temblar y, de pronto, todo aquello se detuvo indicandole que ya estaba hecho. Abrió los ojos y, al separar los dedos para ver el colgante vio que ahora tenía un resplandor morada que lo rodeaba indicalo que lo había logrado. Al alzar la vista vio a todos mirandole con los ojos muy abiertos y notorias expresiones de sorpresa en su rostro, sin comprenderlo, Auron alzó una ceja extrañado.

 — Eso si que fue guay —, habla Lolito con gracia —. Lo hubieras visto, salían luces de tu cuerpo, casi me quedo ciego pero definitivamente fue lo más guay que he visto.

 — ¿Eso quiere decir que lo conseguí? —, inquiere Auron mirando el colgante.

 — Sólo hay una forma de comprobarlo —, habla Merlon estirando la mano para recibir el colgante.

Cuando muera; Luzuplay [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora