Padres.

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La primera salida, Yagi se la paso apegado a Kaminari. El pequeño niño rubio se veía nervioso entre los brazos del alto y fuerte hombre, como si nunca hubiera pasado por una experiencia así. Hizo el esfuerzo de reírse y no parecer asustado, lo cual con el tiempo paso de ser un esfuerzo a algo natural.

El rubio no le daba miedo, al igual que Aizawa, solo que lo tomo por sorpresa que a la primera de verlo lo abrazara e insistiera en cargarlo. Pero el de ojos dorados pudo adaptarse y disfrutar la experiencia en lugar de padecerla.

Midoriya lucía algo celoso ante eso, lo que le valió unas burlas por parte de Bakugou y unos abrazos por parte de Yagi quien parecía encantado con sus pucheros infantiles. El pecoso no espero querer tanto la atención del rubio y eso le hizo avergonzar bastante.

Por otro lado, el cenizo prefirió permanecer cerca del azabache. Shota no le tenía de la mano como con Izuku pero veía que siguiera cerca de él y que no se fuera demasiado lejos. En especial, cuando empezaba a trepar árboles y parecía querer saltar de uno al otro al estilo de los chimpancés.

Katsuki no lo hacía porque era divertido ver a el azabache tan pálido. Sinceramente, lo hacía porque para él era entretenido y no podía hacerlo en el orfanato que tenía árboles tan grandes como los del parque.

Denki le seguía el paso cuando el rubio mayor lo soltaba y el pecoso igualmente. Los dos subían los árboles detrás de él, uno más de cerca que el otro y el de ojos rojos se la pasaba gritando que tuvieran cuidado aunque ni les miraba demasiado enfocado en llegar a la cima.

Toshinori les saco un par de fotos en sus travesuras infantiles y Shota parecía rogar por paciencia y un nuevo corazón. Al final de ese día, cuando los tres niños volvieron al orfanato, pensaron que sería la última vez que los adultos saldrían con ellos. Pero grata fue su sorpresa cuando la encargada les contó que tenían permiso del encargado principal de repetir las salidas durante los fines de semana.

Midoriya y Kaminari estaban muy alegres con esa noticia. Pero Bakugou se sintió algo inquieto.

Le gustaba estar con esos dos adultos pero eso no significaba que había olvidado a sus padres.

No podía comparar a sus padres con Yagi y Aizawa.

No podía comparar a sus padres con Yagi y Aizawa

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— ¡Katsuki, mocoso! ¡Ven aquí!

Mitsuki le perseguía por el pequeño patio de la casa, el cenizo corría con unas galletas entre sus manos y la boca llena de chocolate. Corría lo más rápido que le daban sus pequeñas piernas pero al chocar contra alguien cayó al piso y fue capturado por su madre.

El cenizo soltó un chillido cuando la rubia empezó a hacerle cosquillas bajo las axilas.

— ¡Rufián! ¡Esas galletas eran para mañana!

Katsuki se reía contra su voluntad y su padre, la persona con la que chocó, se arrodilló ante él y su madre. Los veía con una sonrisa amorosa y gentil.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora