Feliz navidad.

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Eijirou intento numerosas veces volver a llamar a su novio pero no le atendía. Y, un poco preocupado, empezó a marcar los números de Katsuki y Denki para que alguno le diera una idea de qué estaba haciendo Izuku.

Pero tampoco obtuvo una respuesta.

—Ei, deja esa cosa y ven con tus abuelos a jugar —reclamo el abuelo materno.

—Dejalo, querido. Está tratando de hablar con su bonito novio de pecas —hablo la abuela materna — ¿Ya le pediste que venga, Eijirou?

—Espero que así sea —bufo la abuela paterna —Tenemos que comprobar que sea un buen muchachito para nuestro Ei.

—Midoriya es bueno, ya se los aseguré —hizo un puchero en el pelirrojo —No hay nadie más bueno o amable que él.

—Aw, ¿no les da ternura como lo defiende? —se burlo Chizuru.

—Me recuerda a cuando el tonto de mí hijo te defendía a ti y decía que eras una buena influencia cuando era todo lo contrario.

El pelirrojo y su padre observaron las chispas brillar entre la suegra y la nuera que se sonreían mutuamente con falsa dulzura.

—Oh, claro. Porque usted nunca se encontró a su hijo adorado fumando...

Tomoya empezó a toser fuertemente para evitar que su esposa difundiera los secretos —ni tan secretos— de su juventud a su madre de entre todas las personas.

El menor de toda la familia vio con compasión a su padre y le froto la espalda para hacer el acto de enfermo más creíble.

Chizuru entendiendo la indirecta, solo rodó los ojos y mordió una de las galletitas con forma de reno.

—Ei, ¿ya sabes qué quieres estudiar en la universidad? —intento aligerar el ambiente la abuela materna con una agradable conversación.

—Aún no, abuela. Pero creo que será algo como administración —respondió sinceramente el de ojos rojos.

— ¿Y tu novio? —quiso saber el abuelo materno —Se ve como un muchacho inteligente.

— ¡Y lo es! ¡Mucho! —sonrió el menor —Midoriya piensa estudiar enfermería en la universidad de Tokio o en el extranjero si tiene la oportunidad. Yo también si tengo la oportunidad tal vez me vaya del país a jugar básquetbol en alguna liga extranjera.

—Por supuesto que lo harás, eres muy talentoso Eijirou y se nota que te esfuerzas en tus partidos —apoyo la abuela paterna las decisiones de su nieto —Pero más te vale venir a visitarnos o iré yo misma a traerte de esos pelos teñidos a casa.

—Amada suegra, no creí que llegaría el día en que ambas estuviéramos de acuerdo en algo —se mostró sorprendida Chizuru.

—Un auténtico milagro navideño —susurro Tomoya.

El pobre azabache no tardó en ser golpeado por su madre y esposa y las risas se hicieron presentes en toda la casa.

Hasta que el sonido del timbre y unos golpes intensos en la puerta llamaron la atención de toda la familia.

—Vaya, ¿a quien invitaste, hija? —pregunto confundido el abuelo materno.

—Parece desesperado por entrar —hablo la abuela materna.

Eijirou abrió la boca para hablar pero ninguna palabra salió, solo pudo levantarse abruptamente de su silla y correr hasta la entrada con los gritos de sus familiares detrás que buscaban una explicación a su comportamiento.

No puede ser, no puede ser, no puede ser, ¿él realmente ha...?

El pelirrojo abrió la puerta como si detrás de ella hubiera la mayor maravilla del mundo que él no podía perderse.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora