Profesiones.

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Kaminari admiraba las pequeñas plantas en el jardín de Sero y se preguntaba qué podrían hacer. Según el azabache, sus efectos medicinales eran increíbles pero no podía recordarlos todos pese a haberlos escuchado muchas veces.

Las plantitas transmitían ciertos aromas agradables y otras no, todas estaban siendo rigurosamente cuidadas por su mejor amigo y él era uno de los cuantos que tenía el privilegio de observarlas.

—Perdón por la demora, Denki. Mí papá perdió uno de sus cuadernos y me pidió ayuda para encontrarlo —contó el de ojos ónix —Lo halle dentro del congelador.

El rubio rió ante la anécdota y acepto el té de hierbas que su amigo le ofreció, para después sentarse junto con él en las sillas reclinables del patio.

La familia Sero tenía desde hacía generaciones un negocio especial, la botánica basada en plantas y elixires naturales que ayudaban a mejorar la calidad de vida de las personas. Medicina orgánica. El actual cabecilla de la familia, el padre del azabache, era un reconocido botánico que había ayudado en algunas ocasiones a las farmacéuticas pero no siempre vendía sus patentes para que lucraran —de forma increíblemente cara— con sus productos. En cambio, su esposa venía de una familia de agricultores que ayudaban encarecidamente al negocio y ella manejaba las finanzas de ambas familiares, era contadora.

No era poco usual que el rubio estuviera en esa casa, que era más un patio gigante con una pequeña residencia de por medio, disfrutaba mucho estar ahí aunque su amigo hubiera sido creado sin las maravillas de la tecnología moderna —en la casa ni televisores había, aunque la conexión a internet era extremadamente buena— y el rubio creía casi imposible que pudiera disfrutar de tal tranquilidad, lo hacía.

Siempre se sentía muy relajado con solo estar en ese patio, admirando el jardín secreto de su amigo y disfrutando de su compañía.

—Denki, no te duermas con los ojos abiertos. No quiero volver a cargarte hasta la hamaca —se burlo el de ojos ónix al ver el semblante particularmente relajado del más bajo.

—Es tu culpa y de este patio, me da sueño, ¿acaso alguna de esas plantas tuyas es un somnífero? —interrogó intrigado el de ojos dorados —Eso explicaría perfectamente porque tengo tantas ganas de dormirme ahora mismo.

—No, la mayoría de ellas son para tratamiento en la piel —comento el azabache —En cambio, las que use en tu té sí que podrían dejarte inconciente.

Denki abrió la boca con horror y miro su taza de té, de la cual ya había tomado más de la mitad.

— ¡M-Me has envenenado! ¡Traidor, Hanta, pensé que eras mí amigo! —hizo un teatro el menor, dejando la taza sobre la mesa y haciéndose el muerte en la silla —Oh, dulce veneno hecho té. Moriré sin...bueno, ya tuve sexo con Toshi así que realmente no me arrepiento de nada. Sip, puedo morirme tranquilo.

Hanta soltó una fuerte carcajada que luego fue contagiada hacía el rubio quien "revivió" sentándose adecuadamente en la silla y siguiendo tomando de tu taza de té.

—Ah, no quería saber eso —se limpio una traviesa lágrima el más alto — Pero debo admitir que me lo suponía, ¿sabes si Bakugou también...?

—Definitivamente. Si yo ya perdí mí inocencia, Katsuki-nii la tiró por la borda desde hace mucho tiempo —aseguró el rubio —Creo que Mina también me contó algo sobre que intento hacerlo con Kendo pero que no resultó.

—Genial, son todos unos lujuriosos —bufo el azabache.

—La envidia es mala, mí amigo, la envidia es mala —se rió el rubio —Cuando llegue tu turno, llegará. Y espero que cuides mucho de tu pareja entonces, porque es realmente horrible la primera vez.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora