Por otra persona.

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Para el tercer día de su viaje escolar de fin de curso, los profesores les pidieron a sus estudiantes que organizarán en una mochila sus mejores ropas de noche y que usarán ropa casual para salir. Ya que tendrían un recorrido por los lugares más históricos dentro de Sendai y después, asistirían a un festival en un pequeño pueblo cercano. El cual se rumorea es bastante bonito.

Pero antes de llegar a eso, deberían caminar por un largo tiempo y escuchar historias...un poco densas.

Fukakado e Isayama daban una charla a los jóvenes sobre los lugares que visitaban. El profesor de historia haciendo hincapié en los hechos cronológicos relevantes que pasaron y la profesora de literatura en historias románticas que fueron creadas, escritas o inspiradas en los personajes que pasaron su vida ahí.

Las palabras alegres y apasionadas de Emi eran un gran contraste con las de Ken pero aún así los dos lograban que los estudiantes se durmieran —de pie— y que se distrajeran con todo a su alrededor.

Hasta los mosquitos eran más interesantes.

Shoto había intentado escuchar por un rato pero pronto se rindió por completo y eligió ver un poco de la estructura interna de una casona feudal en la que estaban. No se separaría mucho del grupo y sería un viaje breve, volvería antes de que alguno de ellos se diera cuenta.

El bicolor no tardó en escabullirse hacía la casona donde todo se veía como dejado atrás en el tiempo, exceptuando por el polvo que parecía ser actual y un pequeño gato callejero que parecía ser dueño de la casa. Recorrió los pasillos con vago interés, comparando la casona con su propio hogar tradicional y debe admitir que le encontró varias similitudes, dejado de lado la cocina —la única cosa que su hermana mayor exigió a su padre fue una cocina moderna— y una pequeña bomba de agua que se encontraba en el patio.

— ¿Que haces aquí, helado de fresa? No puedes andar por dónde te da la regalada gana —regaño una voz a sus espaldas —A el anciano le va a dar un maldito ataque como no vuelvas.

El más alto volteó lentamente, como un niño que es encontrado en medio de una travesura y eso hizo al contrario negar con la cabeza con falso reproche.

Katsuki estaba apoyado en el marco de la puerta de la cocina, su ropa negra usal lo hacía lucir un poco más pequeño de lo que era dentro del antiguo espacio y lo único de color en él, sería una muñequera de color rojo con el símbolo del sol en su muñeca izquierda.

El bicolor sabía que era una de las que le había regalado en Navidad. Pero no sería oportuno mencionarlo ahora que su novio tenía todas las ventajas de su lado para dejarlo mal parado.

—Estaba aburrido, no quería preocuparlo —explica yendo hasta su pareja — ¿Te envío a buscarme?

—Apenas noto que no estabas, sí —confirma el de ojos rojos.

—Me encontraste bastante rápido, Suki —comento curioso el menor.

El cenizo gruño y giro la cabeza para que el contrario no vea que se había sonrojado un poco. Ni que fuera su culpa, ¡solo uso la lógica! si su novio estaba aburrido, entonces supuso que iría a algún lado donde pudiera estar tranquilo y viendo algo que le fuera mínimamente interesante. La casona feudal en la que estaban cumplía con esas características, por eso fue el primer lugar donde lo busco.

No tenía un sexto sentido para encontrar a su novio ni nada parecido.

—Volvamos de una vez, antes de que el anciano mandé a otra persona a buscarte —indica el mayor —No vuelvas a separarte de los demás. Si estás jodidamente aburrido, ve a dónde estoy y veré qué hacer para mantenerte entretenido, idiota.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora