Eventos diferentes.

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Izuku se moría de frío. En serio, era puro frío lo que sentía.

No estaba temblando por los nervios, ¿de acuerdo? No, él y Denki solo tenían muchísimo frío aquel día.

— ¡Quédense quietos, maldita sea! —grito enojado Katsuki — ¡Lo harán bien, dúo de idiotas!

Yuei daba por todo un mes turnos para que sus aspirantes vinieran a dar el examen de admisión. Los resultados llegarían pasada una semana entera de incertidumbre para sus estudiantes.

A el cenizo le había tocado la primera semana del mes junto con Hitoshi que viajo de su hogar ida y vuelta cuando termino el examen. Mientras tanto, a el rubio y el pecoso les tocó la segunda semana, lo que les dio un poco más de tiempo para estudiar, prepararse y quedarse sin uñas de los nervios.

— ¿E-Estas seguro, Kacchan? —tartamudeo nerviosamente Midoriya.

—Quiero vomitar, ¿puedo ir a vomitar? Quiero vomitar —se quejo Kaminari con lágrimas brillando al borde de sus ojos —M-Mí sandwich de la victoria quiere salir de mí estómago.

Bakugou rodó los ojos y tomo del brazo al de ojos dorados quien estaba terriblemente pálido y temblando constantemente. Le dijo al pecoso que los esperara ahí donde estaba en lo que llevaba a el menor a un baño en la cafetería en frente de la preparatoria.

El de ojos esmeralda no estaba feliz de quedarse solo a esperar —su cabeza ya le estaba atormentado demasiado y no creía poder hacerle frente solo— pero entendía que el rubio estaba muchísimo peor que él y necesitaba más cuidados, así que le sonrió al de ojos rojos y fue a sentarse en un árbol cuyo alrededor era de piedra diseñada para que los estudiantes pudieran sentarse.

Izuku imaginaba que durante el verano y primavera debía ser bonito sentarse ahí, porque el árbol estaría en pleno apogeo. Ahora solo era deprimente y verlo sin hojas verdes en sus ramas le hacía sentir cierto desconsuelo.

El pecoso estaba por ponerse a repasar para el examen cuando escucho a la distancia un grito femenino y sin poder evitarlo levanto la cabeza de su libro para ver qué había pasado.

— ¡¿Por qué no está?! ¡Juro que la puse! ¡Aparece por favor!

En medio de la calle, rodeada por algunos estudiantes, estaba una joven de cabello castaño corto que al parecer había tirado todo el contenido de su mochila al piso e intentaba de forma frenética buscar algo.

Generalmente, Midoriya nunca era el primero en dar el primer paso para interactuar con alguien, mucho menos con alguns chica, pero ella se escuchaba realmente angustiada y quería tratar de ayudarla. Por lo que, se paró y camino hasta ella con un poco de inseguridad pero firme.

—-D-Disculpa —tartamudeo intentando llamar su atención — ¿Que sucede?

La castaña volteo hacía él al escuchar su voz, sus ojos chocolate parecían a punto de estallas en lágrimas y su bufanda rosada se estaba ensuciando en el piso. Ella hizo una mueca, poniéndose roja quizás porque sabía que su comportamiento llamo bastante la atención y llevo una mano tras su nuca para tirar de sus cortos cabellos.

—Y-Yo, hum, verás no es grave, ¿okay? Se que parecía una loca momentos antes pero no es nada por lo cual debas preocuparte —rió nerviosamente la castaña —Es una tontería, una enorme tornería en serio. Al parecer no traje mí cartuchera con mis cosas para dar...—trago saliva, las lágrimas acumulandose en sus ojos —E-El examen, ¡p-pero iré a comprarlas ahora!

Izuku no quería ser portador de malas noticias pero para el examen faltaban diez minutos y la tienda de útiles más cercana quedaba a cinco cuadras. Asumiendo que no halla clientes, quizás la castaña tendría una oportunidad para llegar a tiempo pero tendría que correr y no cruzarse con nadie en el camino que pudiera retrasarla.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora