Escapadas.

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—Huyo —murmura la castaña — ¿Eso es bueno o malo?

—Supongo que bueno —responde el de ojos esmeralda —Un poco exagerado.

—Creo que es tierno —se ríe la de cabello verde —Midoriya-chan, tienes muchas pecas en tus hombros.

Ignorando que hacía poco los tres habían presenciado la increíble huida de Sero quien al haber visto a Uraraka en traje de baño —uno color rosado y con detalles blancos en los bordes— se le dio por ser deportista olímpico al correr al otro extremo del lago en el cual estaban.

Asui y Midoriya podían entender el sentir del azabache, un poco. Por otro lado, la castaña no supo si alegrarse de haberle provocado esa reacción o preocuparse sobre si acaso el traje de baño que había escogido le quedaba mal.

En fin, con tal de distraer a su amiga —y que no piense cosas innecesarias— la femenina más baja había dicho eso sobre la piel pecoso del de ojos esmeralda.

—Es verdad, siempre lo olvido pero tienes muchas pecas en esa zona y en la espalda, Deku-kun —se une a la conversación la de ojos chocolate y como si recordara algo bastante feo, agrega en un susurro — ¿Cómo va la cicatriz?

—Ni la podrías encontrar, Uraraka-san. Te lo aseguro —se da la vuelta el de pecas —Puedes intentarlo.

La castaña se ríe y acepta el desafío, pasando sus dedos por la superficie de la piel de su mejor amigo, admirando de paso la gran cantidad de pequitas que tiene en ese lugar y que le hacen desear tener un bolígrafo para hacer algún dibujo. Luego de unos segundos de exploración, descubre una fina línea blanca en el omóplato derecho que es como la pata de una "x". Muy pequeña, sin arrugas, ni nada más que marque su existencia aparte de la decoloración que nuestra en la piel.

Sino fuera por el recuerdo que le trae, incluso consideraría la pequeña cicatriz como algo bonito.

—Ni se nota —reconoce aunque la amargura sigue presente en su voz —Es bueno verlo.

—No te pongas así, Ochako-chan —pide la de ojos verdes oscuros a ver a su amiga deprimida —No lo vale.

El pecoso también se gira y sonríe hacía su mejor amiga, asegurando que está bien y que no le molesta en lo absoluto el pequeño recordatorio que tiene en la espalda. Así que ella hace lo posible por mostrarse menos afectada.

— ¡Tsuyu-chan! —grita la voz alegre de Tohru a la distancia — ¡Ven a ayudarnos por favor! ¡Tokoyami-kun no quiere salir de su fortaleza de la soledad!

— ¿Fortaleza de la soledad? —repite confundido el de pecas — ¿Desde cuándo Hagakure-san lee Superman?

—Desde que descubrió que los torneos son más largos de lo que imagino y que Ojiro-chan casi siempre era el último en pelear. Leer cómics y mangas le entretiene —comento la femenina de cabello verde —Iré a ayudarla.

Los amigos le desearon suerte y se vieron entre sí para después ir al lago, donde sus profesores los vigilaban y jugaban con ellos. Al menos en el caso de Yamada y Fukakado que se metían en el agua sin importarle que eran los supuestos adultos responsables del lugar.

Aunque con Iida dando indicaciones bastaba y sobraba para sentir a un adulto responsable —y aburrido— en el lugar.

— ¡Kaminari-kun, no puedes pescar en este lugar! ¡Hay que cuidar de la fauna! ¡Sero-kun, por favor no agarres esos hongos, no sabes que te pueden provocar! —gritaba el más alto que usaba unos visores de agua en vez de sus lentes usuales y una gorra de baño amarilla — ¡Ashido-kun, cubrirte un poco del sol! ¡Te puedes quemar!

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora