Te quiero, te quiero, te quiero.

916 120 103
                                    

Izuku no estaba aterrado por el sexo, sabía que al inicio dolería y sería incómodo pero después se volvería placentero. Por eso, no estaba tan asustado al respecto.

El tema era que no tenía idea de si su novio se daría cuenta o no que se había preparado a sí mismo para la ocasión.

Saber sobre la masturbación anal no era pecado. Tenía quince años y una gran curiosidad...que el internet explícitamente se encargo de satisfacer y él le encontró utilidad en el último periodo de tiempo.

El pecoso se ponía colorado cada vez que pensaba en sí mismo introduciendo sus dedos pensando en qué tanto necesitaría abrirse para que su novio no tuviera tantos incovenientes al momento de entrar. Lo había practicado las últimas semanas y podía decir que su umbral del dolor era alto pero de sus dedos a un miembro —el cual tenía el conocimiento de que era grande y ancho— había una sustancial diferencia que aún no experimentaba.

Lo cual le causaba una inquietud justificada.

—Estaré bien, estaré bien —se repetía a sí mismo —No dolerá, saldrá todo bien. Ya me prepare adecuadamente, así que no ocurriría nada...¿verdad?

—Yo que mierda sé, Deku. Muévete que debo hacer el desayuno.

El pecoso soltó un chillido agudo y giro la cabeza, solo para encontrarse a Katsuki quien tenía los ojos entrecerrados por el sueño y una mano rascando su estómago bajo la remera.

El mayor le había dado un buen susto, hacía tiempo que eso no pasaba y eso tal vez demostraba lo nervioso que estaba aquel día.

—K-Kacchan, buenos días —saludo con el corazón en la garganta por el susto.

—Ajá, buenos días —bostezo el de ojos rojos — ¿Que carajos haces despierto tú a esta hora? Es muy temprano y ayer te quedaste hasta tarde viendo películas con el anciano.

—Tengo una cita con Eijirou-kun —respondió honestamente el más bajo —No nos quedamos hasta tan tarde, solo vimos mí primer beso y diario de una pasión.

—Lo cual es un total de tres horas de cursilería, lágrimas y tortura sentimental. Me sigue pareciendo raro que te hallas despertado tan temprano —se pone serio el mayor y analiza al más bajo con la mirada — ¿Te bañaste? Tienes el pelo mojado aún.

—Por supuesto que me bañé, voy a salir.

A Bakugou eso le sonó a excusa pero tampoco tenía idea de que otra cosa pudo hacer Midoriya en el baño aparte de bañarse. Así que se encogió de hombros y lo dejo pasar, sin tener la menor idea de que el de ojos esmeralda paso unos buenos diez minutos bajo el agua caliente limpiando adecuada y minuciosamente cierta área de su anatomía.

— ¿Desayunas? —cuestiono el cenizo.

—Sí, pero me lo preparo yo. No te preocupes —sonrió el de pecas —Me haré un té y comeré unas galletas.

El de ojos rojos asiente y procede con lo suyo que es preparar una tanda de café, tostadas y unos bocadillos dulces que se le habían antojado para esa mañana de sábado. E irónicamente, también tenía deseos de comer mermelada de fresa junto con las tostadas. El pecoso hace lo suyo a su lado sin molestarle para nada y una vez termina, va hacía la mesa con su taza con té y unas galletas saladas a las cuales les coloca queso encima.

Katsuki termina rápido con su preparación, deja el café hecho en la máquina para que cuando su papá y Denki bajen puedan tomarlo y las tostadas en el microondas. Se hace de sus bocadillos de vainilla dulces junto con una tostada con mermelada de fresa encima y se sienta frente al menor en la mesa.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora