Eres tan lindo.

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Si alguien le hubiera dicho que algún día estaría otra vez en la casa de Bakugou y por invitación del mismo, Todoroki se hubiera reído y pensado que esa persona tenía serios problemas para leer la relación que había entre ellos.

Pero henos aquí.

Él en la casa del cenizo.

¿Era muy pronto para decir que se arrepentía de ir? Es decir, Kaminari y Midoriya no estaban, se habían quedado para el juego de la batalla de nieve —del cual él quiso participar pero fue más tentador seguir al cenizo a su hogar— que ni sabía cuánto tiempo podría durar. Aizawa se quedaba en Yuei hasta más tarde, según tenía entendido y no tenía la menor idea de cuando Yagi volvía a la casa.

Técnicamente, estaba solo con el de ojos rojos.

Otra vez, ¿era muy tarde para decir que quería irse?

—Pasa de una vez, helado de fresa —ordenó el cenizo —Hay que cerrar la puerta.

Bien, no, no había escapatoria.

—Lamento la intrusión —murmuro Shoto sacándose los zapatos en la entrada.

Katsuki le vio con el leve fantasma de una sonrisa, tal vez, por dentro se estaba burlando de sua modales. Pero el bicolor encontró que era cien veces mejor verlo de esa forma que como estuvo en el salón de clases tan molesto y triste.

Luego de dejar sus zapatos y aceptar unas pantuflas de invitados, siguió al cenizo dentro del departamento. La sala de estar era cálida, como si la familia hubiera dejado la calefacción prendida después de irse y pronto encontró la razón de ello.

La razón de la tristeza de Bakugou.

—Los demás están bien, ¿eh?

Todoroki noto el alivio en la voz del cenizo mientras lo veía agacharse en lo que parecía ser un nido para una gata de pelaje naranja y sus crías. Le pareció ver que la gata estaba apoyada en una chamarra que él le había visto al cenizo pero no estaba del todo seguro.

La gata maullo suavemente ante el de ojos rojos, sus gatitos dieron un par de chillidos y ella les lamió con cariño.

El bicolor encontró la escena encantadora.

—Quedate aquí. Pero no te acerques mucho, no la asustes, ni te acerques a sus crías —indico el cenizo con total seriedad —Iré a hacerle algo de comer.

—Entendido.

Shoto se sentó en el piso, con la espalda apoya contra el sillón, a una buena distancia de la madre y sus bebés. E igualmente, la gata le vio con tanta desconfianza que le hizo sentir mal. Al menos, Katsuki llego pronto, con un tazón y una botella junto con un paño.

El más alto observó con suma atención como el cenizo se sentaba en el piso con las piernas cruzadas, los tazones frente a él y escucho el chasquido de su lengua repetidas veces. Lentamente, la madre se puso de pie, de forma débil y sin la gracia característica de un felino se fue acercando a el de ojos rojos con cautela, paso por paso, con miedo e inseguridad.

Todoroki admiro el modo en que Bakugou le sonrió, tan diminuto como si pudiera sentir el esfuerzo que estaba haciendo la gata por acercarse a él y no se movió hasta que ella llegó a un tazón e inclino su cabeza para comer.

—Buena chica —felicito mientras la miraba devorar todo el contenido con hambre.

El bicolor piensa que podría haberse quedado ahí todo el día, viendo la suave y apagada sonrisa del cenizo mientras alimentaba a la gata y posteriormente, con la botella y paño limpiaba sobre su cabeza. La gata ni se resistió aunque su pelaje se crispo un poco por el miedo pero el de ojos rojos termino rápido y ella pudo volver con sus crías.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora