¡Quiero verte!

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— ¡Eijirou, vamos, abraza a tu abuela! ¡Estás tan grande!

El pelirrojo rió avergonzado y se inclino para abrazar a la pequeña mujer en la que se había convertido su abuela paterna.

— ¡Estoy muy feliz de verte, mí pequeño! ¿Mí odioso hijo ya está aquí o se ha escapado otra vez? —pregunto la mayor sosteniendo las mejillas de su nieto entre sus arrugadas manos —Ese niñato me va a escuchar este año o le daré un par de nalgadas bien merecida como cuando era apenas un crío.

—Papá está por llegar, termina unos papeles en la comisaría y viene, abuela —aseguró el pelirrojo —Tambíen estoy feliz de verte.

La anciana mujer sonrió más y beso la frente de su único nieto para después ser guiada hasta el interior de la casa para ser recibida por su nuera.

—Mí adorable suegra. Esperaba que el tren sufriera algún desperfecto para que no tener que verla —bromeó Chizuru abrazando a la mujer mayor y haciendo que se sentará en una silla con cojines —Pero Santa Claus no escucha los deseos de una humilde mujer.

—Tú tienes de humilde, lo que yo tengo de tonta —bufó la mayor —Es decir, nada.

Eijirou rió acostumbrado a la rivalidad que mantenían ambas mujeres desde antes que él naciera. Tenía bien en claro que ambas en el fondo se querían pero ya estaban tan habituadas a pelear que sería una lástima perder eso.

—Ei, ¿podrías traernos algo de té a mí y a tu querida abuela? —pidió Chizuru en un tono amable —Es un poco temprano para servir la cena y falta que lleguen tus otros abuelos.

— ¿Tengo que aguantar a tus padres este año también? ¡Que desgracia! ¡¿Donde se metió ese hijo mío que no está aquí para defender a su madre?!

—Oh, haga silencio —rodó los ojos la señora de la casa —Con lo que adora jugar a las cartas con mis padres.

—Porque son oponentes fáciles de vencer, mí vida.

El pelirrojo eligió escapar antes de ser puesto a prueba en las disputas verbales que estaban presentes cada navidad entre su madre y su abuela paterna. Al menos, sus abuelos maternos eran más tranquilos y estaban siempre dispuestos a entretener a la mayor. Desde que había enviudado —hacía unos cinco años— su abuela paterna ya no disfrutaba tanto de las fiestas como antes, estaba un poco decaída y melancólica, por eso todos en la familia intentaban hacerla sentir mejor cuando llegaba esa época del año.

La familia Kirishima era bastante pequeña. Por hacer una comparación, podía decirse que el pelirrojo era como Charly de la película navideña "Charly y la fábrica de chocolates". Eran tres abuelos, dos padres y un único hijo. Una familia pequeña pero muy unida.

Cuando el de ojos rojos le contó sobre sus planes para el veinticuatro de diciembre a su novio, paso por su cabeza la vaga idea de invitarlo para que todos lo conozcan. Sus padres sabían de su relación pero para sus abuelos sería toda una sorpresa. Incluso se lo imagino, a Midoriya entrando en la casa con su dulce sonrisa y algunos dulces en mano para no llegar con las manos vacías, vestido de colores verdes o rojos para combinar en el ambiente festivo, estaría hablando con todos y sus mejillas estarían rojas por la vergüenza pero seguramente estaría feliz.

Una imagen maravillosa.

Pero al final no se lo dijo el día en que salieron juntos y cuando el pecoso hablo sobre sus propios planes, el pelirrojo asumió que era muy tarde para pedirle que asistiera a su casa. Así que se conformo con lo que propuso el de ojos esmeralda de verse el veinticinco de diciembre por la tarde y se hizo la idea de que quizás podría intentarlo el año que viene.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora