Absurdo.

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Eijirou miro las flores con intriga y se pregunto si realmente estaría bien llevárselas a su novio.

¿No sería exagerado, verdad? Lo había notado un poco desanimado el último mes y cansado, un par de veces incluso estaba irritado y con ojeras. Las flores quizás podrían subirle el ánimo, ¿no?

—Ei, decide de una vez si vas a llevarlas o no —se rió su madre detrás suyo —Pero si quieres mí opinión, te recomiendo llevarlas. Seguro que a Midoriya-kun le van a gustar.

— ¿Te parece, mamá? ¿No creerá que es muy, no sé, cursi de mí parte?

Chizuru rió ante el tono temeroso de su hijo y acomodo el ramo de gerberas que él había elegido para Izuku. Era bonitas flores que iban con el muchacho en cuestión, ya que representaban el amor leal, la inocencia y la belleza natural. Además, que sus colores alegres hacían a uno sentir con más energías.

—No lo hará, te lo aseguro —paso al ramo a su nervioso hijo y señalo hacía el reloj de la pared —Se te hace tarde, cariño. Ve de una vez.

El pelirrojo vio al reloj con espanto y asintió hacía su madre, saliendo de su casa lo más rápido que podía rumbo a la parada del autobús dónde se encontró con Mina.

Su amiga no tardó ni dos segundos en sonreír al ver las flores que traía entre sus manos.

—Eres todo un galán, Ei —se rió tocando con cuidado el pétalo de una de las flores naranjas —Son muy bonitas, seguro le gustarán a Midoriya —comento sabiendo que su amigo estaría inseguro respecto a eso —Lo he notado un poco cansado estos días, ¿está enfermo o algo? El otoño es duro pero aún no es época de resfriados, ¿o sí?

—No, él solo llega muy temprano a Yuei para cumplir con tareas del consejo estudiantil—suspiro el de ojos rojos sin poder evitar el tono de preocupación en su voz —Le he dicho que no debería hacerlo ahora que estamos con exámenes pero él insiste que está atrasado con un par de tareas y que debe completarlas para no traer problemas a los demás.

—Vaya, no creía que Midoriya pudiera atrasarse con algo —menciono pensativa la femenina —Es muy diligente y pese a no llegar al nivel de exageración de Iida, es igual de responsable.

—Lo es —asintió otra vez el pelirrojo.

Ashido se quedó en silencio después de eso, apoyándose en el hombro del pelirrojo porque tenía sueño mientras él admiraba el paisaje que pasaba por las ventanas de cristal.

Según Kirishima, Midoriya era muy malo fingiendo y actuando, pese a que pudiera parecer todo lo contrario. Sus ojos esmeralda se desviaban buscando no ver a la persona con la que estaba hablando y mordía muchísimo más sus labios, evitando así tartamudear y que se le escapara alguna palabra errada que le dejara en evidencia.

Había aprendido eso en los dos meses que llevaban de pareja. Empezaba a conocer sus hábitos esquivos y como buscaba solucionar sus propios problemas sin involucrar a terceros.

El pelirrojo llegó a la conclusión que su novio era la persona más terca y adorable que podía haber sobre la tierra.

Por supuesto, él quería saber que le pasaba y le había preguntado, recibiendo solo respuestas esquivas a cambio. No podía forzar a su pareja a decirle que le atormentaba pero tampoco pensaba quedarse de brazos cruzados.

Por eso le llevaba las flores, porque quería animarlo y demostrarle que él estaba ahí para ayudar, si así lo quería.

Cuando el transporte se detuvo, el pelirrojo tuvo la tarea de despertar a su amiga y tomar su mano —porque estaba medio dormida— para que pudieran salir juntos del bus. Después de eso, caminaron un par de cuadras más hasta llegar a Yuei.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora