Rezó para que estés siempre conmigo.

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— ¡Lo intenté, realmente lo intenté Deku-kun! —lloraba la castaña — ¡Pero es imposible!

— ¡No podemos con esto! ¡Ayúdanos, Bakugou! —se le unió la otra femenina en el falso lloriqueo — ¡Los tutoriales de YouTube nos estafaron!

Midoriya y Bakugou tenían varias preguntas en sus cabezas de porque rayos un treinta y uno de diciembre Ashido y Uraraka estaban en la puerta de su departamento, usando pobremente unos lindos kimonos que estaban muy mal puestos y con expresiones de haber pasado las horas más terribles de su vida.

Tampoco ayudo que al final del pasillo vieran llegar a una cabizbaja Jiro. Aunque ella usaba sus ropas normales de colores oscuros.

—Mis niños, ¿se puede saber qué...? Oh, hola, jovencitas.

Yagi sonrió amablemente a las femeninas quienes pese a sus rostros lúgubres, correspondieron el gesto del adulto quién las invito a pasar y luego miro a sus hijos mayores en busca de explicaciones.

—No las invité —respondió secamente el cenizo.

—Yo tampoco —agrego el de pecas.

— ¡Ni yo! ¡Pero hola, Jiro, Uraraka y Mina! —saludó Kaminari a las femeninas con una linda sonrisa y unas galletas en su mano — ¿Quieren comer algo? Estaba en mí ciber-cita con Toshi, ¡pero pueden unirse a saludar! ¡Toshi, di hola!

Las femeninas, el rubio, el cenizo y el pecoso realmente agradecieron la capacidad de adaptación del menor de todos en esos momentos. El de ojos dorados no tuvo problemas en reunir a las tres chicas alrededor de la mesa donde estaba mediante su laptop teniendo una videollamada —una "cita" en toda regla— con Shinsou quien las saludo en partes incómodo y divertido por las ocurrencias de su novio.

Toshinori decidió dejar a los menores solos en el piso de abajo y subir a su habitación para desayunar con su esposo a solas como dictaba su tradición personal del año nuevo. Shota no abandonaría —bajo ningún motivo ni pretexto ni desastre natural o sobrenatural— la cama matrimonial hasta que fuera la hora de ir al templo a hacer sus plegarias correspondientes y su esposo lo acompañaría gustosamente en eso.

En lo que las femeninas se entretenían con Denki, Katsuki e Izuku procedieron a preparar unos bocadillos de último minuto. Cómo los tres tenían planes de salir a la tarde y sus padres irían a cenar a un restaurante —otra tradición, en este caso, la de su padre— no había nada hecho, así que improvisaron un par de sándwiches, galletas de chocolate que había guardado el de ojos dorados y pusieron té junto con chocolate caliente en la mesa.

—Toshi, te llamaré más tarde. Lo prometo, ¡más te vale atenderme! ¡quiero ser el primero en decirte "feliz año nuevo"! —se fue despidiendo el menor de su novio a través de la pantalla —Y que veamos los fuegos artificiales juntos. Los de Tokio son lindos pero los que se ven en el cielo oscuro de Hokuriku no tienen comparación.

El de ojos violetas le prometió a su novio que estaría con su celular a mano a las doce de la noche y que esperaría su llamada. Entonces, le cortó.

Mina, Ochako y Kyoka miraban al rubio con distintos grados de ternura y una mezcla, en el caso de la azabache, de empalago por la forma en que hablaba con su pareja. El de ojos dorados noto eso y le saco la lengua infantilmente a su mejor amiga, en lo que el de pecas y el cenizo se sentaban frente a ellos.

—Coman y díganos de una vez que mierda hacen aquí —ordenó el de ojos rojos —Además de porque carajos están vestidas así, ¿acaso nunca usaron un estúpido kimono?

—Cuando tenía seis años, ¡y fue mí mamá quien me lo puso! —respondió la castaña haciendo un puchero.

—Yo nunca use uno —contesto honesta la femenina de cabello rosado —Es más difícil de lo que creí.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora