Segundas oportunidades.

1.4K 252 113
                                    

—Shoto, es hora de comer.

La suave voz de su madre no fue suficiente para que el bicolor le prestará atención, algo que la hizo reír y que se terminará metiendo su dormitorio para tocar gentilmente el hombro de su hijo.

Shoto inmediatamente brinco y se quitó los auriculares.

—Madre, perdón. No te escuche entrar.

Rei sonrió y acaricio los mechones rojos de su hijo con dulzura.

—Descuida, no pasa nada —se sentó junto a su hijo en el piso y le miró algo preocupada — ¿Sigues pensando acerca de lo que dije sobre Enji? Shoto, no debes tomarlo en serio. Es mí elección, no tiene porque ser la tuya.

Madre e hijo habían pasado unos agradables tres años en Estados Unidos, recuperando su relación y superando sus miedos acerca del otro. La pasaron bien, se conocieron de forma adecuada y tuvieron la oportunidad de recuperar el tiempo perdido, así como llegar a decisiones muy importantes dentro de la vida de la albina.

Rei se había divorciado de Enji y el pelirrojo lo había aceptado, incluso diciendo que debería pagarle a su ex-esposa alguna compensación económica por todos los daños psicológicos y emocionales que le había causado. Pero la albina se negó, argumentando que el pelirrojo ya había cumplido con ella al pagarle una internación en el mejor hospital psiquiátrico que puedo encontrar y mandando dinero que ella pudiera usar para sus cosas personales al no poder tener trabajo.

No creía que debería compensarla más de lo que ya lo había hecho.

Pasando del tema del divorcio, vino la custodia de Shoto por ser el único hijo menor de edad que tenía el matrimonio. Uno de los temores del bicolor durante el divorcio de sus padres fue que Enji exigiera que volvería a Japón y tuviera que dejar a Rei. Pero para su sorpresa, el pelirrojo argumento que podía seguir quedándose con ella y que les mandaría una pensión para pagar por sus gastos de matrícula escolar y sustento.

Aunque su padre sabía bien que Natsuo se aseguraba que tanto su hermano como su madre estuvieran bien cuidados. Aún así, el pelirrojo mandaba el dinero cada mes sin falta y una cantidad extravagante que madre e hijo decidieron poner en una cuenta de banco al no encontrarlo tanto uso.

En el tiempo en que estuvieron lejos, Enji los contactaba una vez cada dos semanas sin falta y hacía preguntas tan especificas que Shoto rodaba los ojos ante la falta de imaginación de su padre para preguntar simplemente como estaban. Generalmente, la llamada no tomaba mucho y hablaba más que nada con el bicolor —quien no decía realmente mucho— antes que con la albina.

En cierto modo, esa relación a distancia era lo mejor para los tres. Enji empezaba a aprender sobre cómo manejar su carácter y Rei junto con Shoto no sufrían más abusos.

Pero claro, el bicolor no pudo evitar el pensar a medida que pasaba el tiempo que no estaba enfrentando a su padre como correspondía. Sentía que estaba huyendo de él y su presencia, sus exigencias, su forma de ser. Fuyumi lo llamo una vez mencionando que el pelirrojo estaba más decaído de lo normal y el bicolor noto que faltaban dos días para sus cumpleaños.

Y vale, odiaba mucho a su viejo por las cosas que le hizo a él y a su madre, hasta el punto de no querer tener nada que ver con él y rechazarlo por completo. Pero una cosa era quererlo y otra hacerlo.

Por mucho que le costará admitirlo, a Shoto no le gustaba la idea de ser la causa del sufrimiento de su padre.

Por eso cuando escucho que a Rei le gustaría volver a Japón y que ella quería hacer las paces con su padre, para al menos ser amigos, él la apoyo y le contó que deseaba poder hacer lo mismo pero no sabía cómo.

Quiero conocerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora