¡Victoria del primer día!

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Toyomitsu no había querido vigilar los partidos de volleyball después de lo que pasó en el torneo de artes marciales. Se iba a enfadar y nadie lo detendría si algún niño más salía herido de esa forma, ¡fue completamente antideportivo lo que vio!

Pero bueno, era un adulto responsable y profesor de educación física, no era la única —quizás sí— opción para hacer de árbitro durante los partidos pero sí la que sería más efectivo.

El rubio dio un silbido indicando el final del partido y la victoria del equipo de la clase A de segundo año.

—Tercera victoria de la clase A de segundo año —anunció Taishiro —Una victoria más y serán los ganadores.

Los aplausos no tardaron en escucharse y el profesor noto entre los estudiantes celebrando que se encontraba Kirishima Eijirou, el pelirrojo de dientes puntiagudos que era miembro titular del equipo de básquetbol. El rubio sonrió al ver al joven tan alegre festejando con sus amigos.

Tal vez no fue del todo malo tener que hacer de árbitro.

Bakugou estaba intentando jugar sin prestarle atención a Midoriya

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Bakugou estaba intentando jugar sin prestarle atención a Midoriya. Porque si lo hacía, todo se iría al caño y perderían.

Pero no podía evitarlo cuando notaba lo pálido que estaba y lo mucho que sudaba dentro de la cancha.

Era su último partido y era contra la clase A de tercer año. En el equipo estaban aparte de los hermanos, Mineta, Hagakure, Sato e Iida. Los dos últimos hacían de bloqueadores mientras que al de ojos esmeralda le quedaba la posición de rematador y el cenizo era setter. La femenina también dio un par de remates y el más pequeño del equipo era un buen líbero. Eran un buen equipo, funcionaban correctamente y con sincronía.

No obstante, eso no se podía mantener por más tiempo.

Un poco más, Deku. Aguanta.

— ¡Hagakure! —grito el de ojos rojos pasando el balón.

La mencionada saltó bien alto en la cancha y le pegó a la pelota, causando un estruendo. El árbitro marco otro punto.

Minoru era el más cercano a Izuku y cada tanto le dirigía miradas inquietas, haciendo asustar también a Rikido y Tenya. Cuando el pecoso notaba eso solo sonreía y negaba con la cabeza, indicando que estaba bien cuando era más que obvio que no era así.

Katsuki hizo un verdadero esfuerzo en no pensar en la parte derecha de las costillas de su hermano, en el color violeta que cubría esa sección de su piel y luego, como el color bajaba hasta su estómago. No, no debía pensar en eso, mientras menos lo pensara más rápido podría ganar.

Ganar significaba descanso para su hermano.

Faltaban dos minutos que para él equipo menor pasaron volando ya que cuando el profesor anuncio su victoria tardaron segundos en asimilarlo.

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