Capítulo 57

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—Otra vez —musitó, viendo hacia abajo con los ojos bien abiertos, notando a uno de los tantos tatuajes del hombre desapareciendo, dado que su... vagina estaba sobre él, haciendo contacto directo con la piel—. ¿Por qué sucedió otra vez?

    Luego recordó que tenían observadores, e incluso se repitió en su mente lo que el hombre, del cual no recordaba su nombre, dijo. Todo empeoró cuando notó la genuina confusión en el rostro de Dylan ante su débil declaración.

   Él realmente no se percató de lo que... pasó esa mañana.

    Tragó saliva.

    Alice Victoria Lauren nunca se había sentido tan mortificada en su vida, nunca.

     —Tranquila.

     Dylan se había reincorporado y ahora la abrazaba. Sin embargo, ni siquiera eso, a pesar de que le correspondía, podría eliminar la vergüenza por haber sido observada haciendo...

     —No te vieron. Te tenía cubierta —le susurró Dylan, y ella lo sujetó con más fuerza.

     —Lo dices para hacerme sentir mejor.

     Él se rió y...

     Alice jadeó por la sorpresa.

     Alice jadeó por la sorpresa cuando él simplemente, y como si fuera normal, de todos los días, le dio un beso en la mejilla para pronto tomar su teléfono, que había sido olvidado, y sin apartarse, llamar.

     Ella podía sentir la caricia del hombre sobre su piel.

     Incluso cuando Dylan habló, no pudo comprender. Su mundo se redujo al calor, la cercanía y la caricia.

    —Eso es porque me gusta.

    Se acercó un poco más, y de nuevo sintió el deslizamiento allí abajo... Cuando levantó la mirada, Dylan seguía hablando, pero la miraba.

     —V-voy a la ducha, así que déjame ir.

     Dylan levantó una ceja y pidió un momento a quien se encontraba al otro lado de la línea, a pesar de todo lo que estaba en juego, para decir:

     —Sofía está en la ducha.

     —Entonces tomaré la tina.

     —La tina-

     —¡Por Dios, Dylan, sólo déjame ir! —Sí, de nuevo sus nervios estaban allí, esperando hacerle cometer alguna estupidez.

     La sonrisa que le brindó como respuesta fue de esas de las que roban el aliento; Alice apenas podía respirar cuando la soltó.

    Se aclaró la garganta y miró a los otros hombres, quienes miraban de Dylan a ella, como si estuvieran esperando algo.

    —Mi... ropa, necesito mi ropa —le dijo a ambos, les recordó.

     El hombre sin cabello alguno se fijó más allá de su hombro, antes de dar un paso hacia ella, brindarle una bolsa dorada, realmente dorada, y mirarla a la cara.

    —Aquí tienes —Retrocedió, y volvió a aproximarse—. Perdóname por haber sido... un ogro. Estaba preocupado, pero no por eso debí haberte llamado de esa manera después de-

    —Está bien —contestó, con una sonrisa, recibiendo la bolsa—. Gracias.

     Luego casi corrió hacia el baño.

     Fue consciente de Dylan Ferrer continuando con la llamada.

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El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora