Capítulo 5

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Terminó las clases, y Alice aún no había podido dejar de pensar en lo ocurrido; el beso con el hombre grosero, su mamá viéndolos en el proceso y, además de eso, que conozca la cara de él. ¿Qué si su madre lo encontraba en su camino alguna vez?

     No puede ser peor.

     —¡Señorita Alice! —gritó la hermana menor del protagonista del desastre, moviendo su mano.

     —Sofia —devolvió el gesto—. No tendrás problemas esta vez, ¿verdad? —dijo, refiriéndose a la fea situación con la cual ambas se acercaron. Comenzó apenas a guardar sus cosas. Distraída, estaba siendo distraída.

     —Nop —alargó con una sonrisa—. Mi hermano se encargará de recogerme ahora —Se acercó a ella y susurró—: Él no confía en otras personas.

     —Oh, ya veo... —Sí, sus pensamientos volvieron.

     —Por favor, discúlpalo.

     Alice parpadeó ante las palabras.

     —¿Eh?

     —Él fue... un poco grosero —murmuró apenada.

     Alice parpadeó ora vez. ¿Un poco? No podía creerse lo que estaba escuchando, pero asintió.

     —Fue un poco grosero —trató de evitar reírse ahí mismo—, pero no pasa nada, Sofía.

     —Muchas gracias —Acomodó su bolso—. Ahora... me voy —La observó unos segundos y asintió—. Adiós.

     Sofía salió rápidamente del salón y suspiró. Me cae bien, pensó. Mientras que, en el salón, Alice pensaba:

     ¿Un poco? ¡Por Dios!

     Cerró el cierre del bolso y comenzó a caminar por los pasillos hacia la salida. Ya en esta, frenó en seco y se quedó observando la escena a unos metros frente a ella: Sofía le gritaba a su hermano que la dejara entrar en el auto —porque le había puesto seguro— y él se negaba sonriendo.

     Esa sonrisa.

     Dylan miró por unos segundos a su alrededor, deteniéndose en la mujer que observaba en su dirección atentamente y, frunció el ceño. Alice apartó la mirada. Miró para otro lado tratando de evitar el rojo en su rostro por la vergüenza de ser descubierta. Pero luego, posó su mirada nuevamente en él, notando que los ojos claros del hombre seguían en ella.

    Ante ello, Alice bajó la cabeza, abrió su bolso y sacó su celular, comenzando a meterse en aplicaciones sin darse cuenta de cuáles eran con exactitud. Por su mente, solo pasaba el evitar, a toda costa, la mirada de... el hermano de una de sus alumnas.

     Suspirando, y al darse cuenta de que estaba siendo ridícula, caminó de manera torpe a quién sabía qué dirección. Eso fue hasta que chocó con alguien.

     —Oh, disculpe —dijo apresurada y colorada. Levantó la vista y se encontró con el rostro sonriente de su madre—. ¡Má! ¿Qué haces aquí? Deberías de estar descansando —Guardó su celular, y observó atentamente a la mujer buscando que algo estuviera fuera de lugar.

     Mary le restó importancia con un ademan.

     —Estaba muy aburrida —soltó, viendo el enrojecimiento en el rostro de su hija—. Además, solo quería recogerte hoy.

     —Bueno, lo agradez-

     —Pero noto que tu novio también está aquí —interrumpió, antes de darle un codazo suave—. Está muy guapo, hija, supongo que valió la pena tanta espera —Sonrió y levantó sus cejas un par de veces.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora