Capítulo 34

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Alice se quedó quieta, en su lugar, con los ojos abiertos.

      Abrió la boca para decir algo, pero nada salió. Vio a una vecina cerrar la cortina al notar que se había quedado mirando a su dirección, probablemente pensando que la había atrapado siendo chismosa.

    No estaba segura, ni le importaba. Estaba más concentrada en recordar cómo se respiraba.

     —¿Alice? —le llamó Dylan, haciendo que girara, que lo observara.

     Tragó saliva.

     —¿Esa es tu manera de pedir perdón? —balbuceó—. Eres terrible.

     Él sonrió, y para su sorpresa, tomó su mano y entrelazó sus dedos, dejando su mirada ahí.

     —Puedo contar con los dedos de una mano —susurró—... las veces que me he disculpado, Alice.

    Le creía.

    —Qué afortunada soy —dijo con sarcasmo, mientras que seguía tratando de no desmayarse.

     Dylan asintió de acuerdo.

     —Demasiado.

     Y se quedaron mirando, por varios segundos, por lo que parecían varios minutos, a los ojos.

     Él se aclaró la garganta. Su expresión seria. «No», pensó, mirándolo, se veía... avergonzado.

     —Lo arruiné —dijo, luego ladeó la cabeza al notar que le estaba prestando mucha atención. Sus ojos brillaron con malicia—. No debí dejar que mi pene-

     La mencionada gimió, trató de liberarse, de huir, pero él no se lo permitió.

     —No debí tratarte como lo hice sólo porque estaba enojado. No debí comportarme como un idiota. Yo... lo siento, Alice —Suspiró cuando ella intentó liberarse otra vez. Finalmente, la dejó ir—. Acepta mi terrible disculpa, acepta salir conmigo.

    Mirando al suelo, y abrazándose a sí misma, la aludida se preguntó si sería muy extraño si se pellizcaba el brazo para confirmar que todo esto estaba sucediendo en realidad.

    Dylan posó un dedo bajo su mentón, causando que levantara la mirada, que se perdiera en sus ojos casi color miel y-

    —¡Consigan una habitación! —gritó alguien antes de reírse, alejándose en su bicicleta a toda velocidad.

     Alice se sobresaltó.

     —Tal vez debería conseguir una habitación —murmuró el contrario, sonriendo al ver que se sobresaltó de nuevo—, ya que, al parecer, no me responderás pronto —Él pareció pensarlo—. Tu cama no está mal, probablemente-

      Se quedó congelado en su lugar cuando ella, en un sólo movimiento abrupto, se acercó a su rostro, se acercó a sus labios.

     Estaban demasiado cerca, y sólo había que inclinarse un poco y entonces-

      Alice se cubrió la boca y rió.

     —Ya entiendo —dijo con diversión, negando con la cabeza... En verdad, sus nervios estaban haciéndole mal, porque no podía parar de reírse, de hablar—... por qué haces esto.

     Dylan parpadeó, como si de repente no supiera donde estaba. Su mirada fija en su boca.

     —¿Hacer qué?

     Moviendo su mano, en un ademán, contestó:

     —Callarme con un be-

     Y se quedó en silencio.

     Él asintió y, cruzándose de brazos, le brindó una mala mirada.

     —¿Lo ves? Ahí está el error: tenías que besarme.

     Alice abrió la boca, sorprendida, y seguidamente presionó su dedo índice en el pecho contrario.

    —Te callaste, y eso es lo que importa.

     Dylan bajó la mirada, a donde le estaba tocando, y luego la subió, posando de nuevo sus ojos en los suyos.

     —Qué decepción, Alice, qué decepción —Él realmente parecía decepcionado—. Tantas veces, y no aprendiste.

     —Te callaste —le recordó, frunciendo el ceño—. Incluso te vi estirando un poco los labios.

     Dylan negó con la cabeza.

     —Ahora estás mintiendo con tal de no admitir que lo hiciste mal.

     Presionando nuevamente en su pectoral, esta vez con más fuerza, dijo, con los dientes apretados:

     —No es una mentira.

     El contrario le dio un asentimiento, y una mirada burlona.

     —Por supuesto, lo que tú digas.

     Y eso, le hizo fruncir el ceño.

     —Tú-

     Él se inclinó esta vez, y cuando Alice cerró los ojos, se rió y, brevemente... sopló. La sonrisa se mantuvo en sus labios mientras se distanciaba.

      Yyyyy se deshizo cuando Alice, enojada, tomó de su abrigo y lo acercó de nuevo a su boca. Dylan cerró los ojos, rodeó su cintura, y esperó que-

     —¿Lo ves? —musitó ella, reprimiendo una sonrisa—. Estiraste un poco los labios.

     Luego se alejó y se dirigió a la puerta de su casa, dejando a Dylan de pie, pestañeándo.

      —¿Salir a dónde, Dylan? —le cuestionó, causando que reaccionara, que se girara para verla.
    
     Se aclaró la garganta.

     —Es sorpresa.

     Alice asintió, manteniendo la sonrisa que él tanto quería besar, y-

     —Está bien.

     Luego sólo se adentró a su hogar,  dejándolo, nuevamente, aturdido en su lugar.



💣

Tomen agua

—Lu★

    


    

     
    

   

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora