Capítulo 3, Temporada 2

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De vuelta en su habitación, Alice se acostó boca abajo en su cama y gimió de irritación.

      Súbitamente, levantó la mirada, y vio la imagen que había puesto allí, en ese espacio.

      Era de Dylan.

      Aparte del video que Sofía le había enviado hace un largo tiempo, no tenía nada más de él, así que Alice tomó una captura del video, justo donde el rostro de Dylan se mostraba.

      Ella se había encargado de pagar para ampliarla y convertirla en un... recuerdo.

      Porque en realidad, no esperaba volverlo a ver.

      Pero entonces él apareció, y en ese momento estaba borracha, hizo cosas que no debió, y Dylan la llevó a su casa, llevando con él a una mujer que supuestamente la revisó, yyyyy-

       —Por Dios, Dylan vio la foto —dijo en voz alta, dijo lo que se había convertido en lo peor de todo. Porque quizá, si él no lo hubiera hecho, no habría soltado ese comentario vergonzoso a su madre.

      Liberarse de ella, de Mary, fue difícil, cuando su cara se asemejaba a un tomate. Y Dylan... estaba siendo malvado.

      Dylan no sólo vio la foto, sino también al vibrador, el que estaba escondido en algún lado de las sábanas, porque Alice intentó usarlo de nuevo, y de nuevo y de nuevo, hasta que le gustó y casi siempre lo usaba en las noches.

      Dylan vio lo uno, y vio lo otro; por eso tal vez se estaba divirtiendo.

      Tenía a una mujer, "una dulce rubia", como dijo su madre. Él había salido adelante. ¿Y qué había hecho Alice? Introducir un juguete rosa e incluso sus dedos por casi un año, CASI UN AÑO, imaginando que era Dylan quien volvía y la tomaba.

       Eso era terrible.

       Horrible.

       Vergonzoso.

       Moría de vergüenza.

       Pudo haber aceptado tener un noviazgo con su compañero de trabajo, Julián, quien parecía reacio a rendirse con ella. Pudo haber aceptado salir con el carnicero, quien decía que le gustaba una mujer con carne de dónde agarrar. Lo que era un poquitín tenebroso. Pudo haber aceptado la cita a ciegas que en algún momento su propia madre le sugirió al notarla demasiado apagada.

      Pero no.

      Ella fue tan estúpida de sólo negar y esperar estúpidamente, incluso cuando sus esperanzas eran cada vez más bajas.

     —No, no, detente —se dijo, su voz apenas comprensible, dado que su boca estaba pegada a la sábana—. ¿Por qué supones tanto? Suponer te arruina; basta de arruinarte.

     Se levantó un poco, y alcanzó a lo que llamaba una fotografía. El ceño fruncido fue lo primero en lo que se centró, y sus dedos se deslizaron suavemente por las cejas oscuras.

     Tanto tiempo, y seguía anhelándolo.

     ¿Qué rayos tenía Dylan que causaba que sólo lo quisiera a él?

     Otra pregunta llegó de la nada:

     ¿Le gustan las rubias?

     Y entonces:

     ¿Le gusta ella?

     Sus labios se apretaron. Su celular sonó.

      Alcanzó el aparato y no miró la pantalla ni en un segundo para saber quién era.

      —Él ha vuelto —le dijo cuando contestó.

      Alice acarició esta vez la caballera de la imagen. Aquí era oscura, en la actualidad era... clara.

      —Sé eso, Haz —musitó. Levantó la vista y fue en ese momento cuando se percató del ramo de flores que se encontraba cuidadosamente ubicado cerca de su ventana.

       —¿Qué? —Harry sonaba realmente sorprendido—. ¿Cómo lo sabes? ¿Él te buscó?

      —No me buscó —contestó, mientras seguía observando el ramo de flores. Había esperado perderlo. No esperaba que estuviera aquí—. ¿Recuerdas... que te dije iría a una boda de una prima lejana? —preguntó, viendo hacia abajo, notando apenas que aún tenía el vestido que usó para la ya mencionada. Haz hizo un sonido afirmativo desde el fondo de su garganta—. Lo encontré allí. Y-y yo había tomado, ¿sabes? Fue como un golpe el verlo, y creí por un segundo que estaba alucinando —Avergonzada, admitió—: Me desmayé.

      Haz la hizo reír unos segundos después, causando que su vergüenza fuera nada más que algo de lo que debía reírse. Él era tan genial, y la hacía sonreír cuando lo necesitaba.

      Pronto volvió la seriedad:

      —No puedes confiar en él, Alice.

      La susodicha parpadeó, sin comprender.

      —¿Disculpa?

      Escuchó al hombre suspirar.

       —Ha pasado el tiempo, mucho —comenzó a explicar—. Las personas cambian, Alice. Unos lo hacen para bien, y otros lo hacen para mal. Quizás... él no sea el mismo hombre que conociste.

        Ella abrió la boca, y la cerró.

       Volvió a intentarlo.

       —Es el mismo —dijo, con el corazón acelerado—. Sólo que ahora es rubio.

       —Castaño claro —le corrigió Haz, tal y como había hecho su propia madre—. Y su aura... —continuó—. No sé, Alice, no confío ahora en él. Los muchachos sienten la extrañeza. Uno se le acercó, y además de un "Hola y adiós", recibió un golpe en la espalda que podría ser visto como paternal de no haber provocado que casi se le saliera un pulmón.

       Alice negó con la cabeza.

        —Eso no es cierto —replicó. Su mano apretó el teléfono—. Las personas cambian si tienen motivos para hacerlo —dijo, porque lo leyó en algún lado—. Él no-

       —Alice, escúchame —Ella lo hizo—. Cambió, no es el mismo —casi espetó—. No hemos visto a Sofía —soltó repentinamente—. Dylan volvió, está en su casa, ¿pero su hermana? No sabemos de ella.

      —Eso no tiene sentido —susurró.

      Pero de alguna manera, comprendió lo que quería decir. Ellos creían que Dylan le causó daño a la jovencita. Algo impensable, porque él la amaba...

      Nadie dañaba a lo que amaba.

      Su amigo suspiró de nueva cuenta.

      —Vamos a buscarla.

      Alice creyó haber escuchado mal.

      —¿Qué?

      —Vamos a buscar a Sofía. Entraremos a su casa, y la buscaremos.

      Ella negó con la cabeza, aun sabiendo que él no la podía observar.

      —Esto es absurdo.

      —Esto es lo que hay que hacer.

      Nuevamente negó.

       —¿Por qué es todo esto? —inquirió, apretando de la fotografía contra su pecho—. ¿Por qué? Él no le haría daño.

       —Ya no lo conoces.

       —¡Lo conozco! —exclamó, sintiendo inseguridad.

       —¡Lo conocías! —le gritó él. Se disculpó por ello. Agregó después—: Los chicos dicen que estaría relacionado con la mafia.

       Y ella se quedó en silencio.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora