Capítulo 10, Temporada 2 (P. O)

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Alice Victoria Lauren despertó cálida, y realmente satisfecha, saciada, en los brazos tatuados de su novio...

      En otro mes de su larga relación con Dylan Ferrer.

       Sí, el tiempo pasó. Todavía estaban juntos.

     —Dylan —murmuró, bostezando, mientras se esforzaba en no quedarse de nuevo dormida, lo que era difícil, dada su comodidad—. Tengo que ir al trabajo, y tú también.

      Él trabajaba en una prestigiosa empresa donde era un profesional en seguridad informática. También era un socio importante de tres empresas más de costoso alcohol.

       Irónicamente, él no bebía alcohol ya.

       R. J había muerto.

       —Déjame ir.

      Lo escuchó quejarse, y apretarse más contra su espalda desnuda, su cuerpo desnudo. Sintió la dureza entre entre sus nalgas, hasta abajo, en su humedad, y soltó un suspiro tembloroso, por eso, y por el hecho de que uno sus pechos estaba siendo apretado por el hombre en ese momento.

      —No vas a hacerme llegar tarde de nuevo.

      Pero estaba moviendo sus caderas hacia él, restregando su trasero contra su miembro erecto...

      —Dylan —musitó, mordiendo sus labios.

      Levantó una pierna, y entonces él organizó la posición, para prontamente encargarse de humedecer más allí con sus talentosos dedos —dedos que la hicieron gritar y estremecerse— delinear su entrada sensible con su pene y-

       —¿¡Dónde está el imbécil!? —gritó alguien desde afuera, y Alice dejó de tratar de empalarse.

       —Quiero despedazarlo —dijo Dylan, entendiendo el mensaje de que ya nada pasaría, dejándola ir para levantarse y mostrar todo esa piel desnuda y llena de tinta.

      Alice sonrió cuando la besó en la mejilla, en el cuello, donde ya había chupones y sumó otro.

      —Es mi hermano —contestó alejándose, sin embargo, notando el cómo observaba su cuerpo sin pudor—, no puedes herirlo.

      Aunque no era cierto en realidad.

      Haz era su mejor amigo, pero era como un hermano, como el hermano que nunca tuvo. Él decía algo así de ella. Y esa era la razón por la que copiaba el comportamiento protector de Dylan con Sofía.

      A Sofía le daba risa.

      A su novio no le daba gracia.

      Su novio, Dylan Ferrer, el hombre que parecía abruptamente divertido al notar la debilidad en sus piernas, al notar cómo temblaban.

      —¿Todo bien? —le preguntó él, a punto de entrar a la ducha, por supuesto sonriendo.

      —Muy bien —respondió, envolviendo su cuerpo con una bata justo cuando la puerta fue tocada.

      Dylan resopló y se adentró al cuarto de baño.

      Alice abrió la puerta.

       —¡Aquí llegó el sexy hermano! —gritó el intruso, como su novio lo llamaba, apoyándose casualmente en la puerta.

      Alice reprimió una sonrisa.

      Sofía, quien estaba detrás del grande, pero a la vista, sonrió.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora