Capítulo 4

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El beso entre la invasora y el patán no duró mucho.

     Alice lo empujó y lo abofeteó tan fuerte como pudo.

    Dylan se mantenía quieto en su lugar, y segundos después la vio a los ojos; algo había sentido... y no, no se refería a la cachetada.

     —¿¡Qué te pasa!? —exclamó ella, roja—. ¿¡Por qué hiciste es-

     Dylan quería asegurarse... Así que estrelló nuevamente sus labios en los de ella, ignorando los empujones que Alice le brindaba. Pudo sentirlo otra vez... Podía reconocer la poca experiencia, aquí no había ninguna.

     Se separaron, y Alice giró su cabeza a otro lado; su rostro se sentía caliente y eso solo significaba que se había enrojecido a más no poder. Sintió que su propio corazón explotaría, pues no había dejado de latir bruscamente.

    Miró de reojo y se sorprendió al notar que Dylan está viéndola.

     —Eres... ¡Eres un grosero!

     Él le sonríe, como si de su parte no hubiera recibido nada más que halagos.

     —Lo soy —Miró su reloj—. Me gustaría quedarme... en verdad no —Alice frunció su ceño—. Debo irme —dijo, y simplemente comenzó a caminar hacia su auto.

     Alice lo observaba sin aún creérselo.

     ¡El hombre la besaba dos veces y actuaba como si no lo hubiese hecho!

     En verdad es un grosero.

     —¡Voy... voy a demandarte por esto! —gritó mientras él subía al coche.

     Él solo movió una mano en un ademan de despedida. El auto de gran tamaño pasó a metros de ella poco después. Alice observó cómo se alejaba hasta ya no verlo más.

     Tocó sus labios inconscientemente y recordó lo que había pasado hacía unos segundos.

     Aquel hombre patán... le había robado su primer y segundo beso.

🔸🔸🔸

     —Llegas tarde —dijo Sofía una vez llegó su hermano a casa. Al no obtener respuesta se quedó observándolo con el ceño fruncido. Él arrojó las llaves encima de la mesa de centro y se recostó en un sofá.

     —¿No puedo?

     Ella siguió mirándolo de mala manera.

     —¿Extrañaste a tu hermano? ¿Eso es?

     Y entonces, Sofía se burló. Claramente lo había extrañado, pero no se lo iba a admitir.

     —Para nada —respondió regresando su atención a lo que hacía antes de que él llegara: ver una serie de doctores y pacientes. La serie se había puesto triste porque en esta se mostró la muerte de una chica; el hermano de ella, de la paciente, había estado devastado. Sofia casi había llorado por la escena hasta que su propio hermano se materializó en la vivienda. Decidió ponerse de pie con un suspiro y dirigirse a Dylan para tratar de darle un abrazo.

     —Hey —La miró confundido—. ¿Qué quieres? ¿Qué hiciste?

    Ella dejó atrás sus intentos, se paró derecha y lo fulminó con la mirada.

     —No he hecho nada malo.

     —¿De verdad? —le preguntó él, luciendo realmente asombrado, como si fuera inesperado de su parte. Ante ello, Sofía rodó los ojos.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora