Capítulo 58

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Alice, cuando se adentró al cuarto de baño, sólo pudo detenerse y tragar saliva cuando observó a Sofía, con una bata blanca y enorme puesta, mirando, fijamente, con el ceño fruncido, lo que se encontraba allí, extendido... siendo expuesto.

     Sí, parecía más una exposición.

     Apenas notó que, cuando puso su ropa interior allí, para que se secara, hizo de esta una real exposición, de la cual Dylan Ferrer aprovechaba en... en recordarle.

     —¿Eso... es tuyo? —preguntó Sofía, como si estuviera viendo algo... sorprendente—. Nunca creí que usaras esas cosas de las abuelas.

     La contraria se congeló.

     Bien, esto pasó de vergonzoso a ofensivo.

     —No son de las que usan las abuelas —dijo, con toda la dignidad que pudo reunir—. Son cacheteros, y son muy cómodos.

     —Muy grandes, querrás decir —La más joven parecía genuinamente pensativa respecto a ello—. Son como un paracaídas.

     Alice abrió la boca y la cerró.

     —No son como un paracaídas.

     La otra levantó las manos en una señal de rendición ante su tono ofendido.

     —Te juro que parecen que sí.

     Estirando una de sus manos, la mayor tomó su ropa interior nada similar a un paracaídas y lo apretó cerca de su pecho. No sintió humedad, lo que era un alivio. Antes había estado tan incómoda usándolos, que medio dormida se había encargado de deshacerse de ellos y colgarlos allí, en el baño, a la vista de Sofía, de Dylan.

      Sin poder evitarlo, ella enrojeció, y caminó hacia la ducha, sólo para que la hermana del hombre causante de su vergüenza no notara eso.

      —El agua caliente aquí no es tan maravillosa como en casa —murmuró la menor, enredando una toalla blanca en su cabello oscuro—. Pero no está mal —Luego, dio un paso, para pronto retroceder—. Espera —Se atragantó con las siguientes palabras—: ¿no hay nada debajo... de esa camisa?

    La cara roja de su profesora sustituta le dio la respuesta.

     —Dime que tuviste cuidado y nunca se levantó —dijo, porque entre mujeres debían aconsejerse, incluso si la amenaza fuera de su propia sangre—. Hay tres hombres allí afuera, Alice, tres que-

    —Nadie me vio, soy muy cuidadosa —le interrumpió, con balbuceos. Luego dijo, apresuradamente y con un tono exagerado de euforia—: El agua caliente no está mal, ¡entendido!

     Pronto se encerró en la ducha, seleccionó la llave que primero vio y- Dejó su mano ahí, sobre la llave, recordando no sólo el contacto íntimo de piel con piel anteriormente, sino también la mirada de Dylan, la mirada de Dylan en donde ningún hombre, realmente ninguno, había logrado, eh, acceder.

      Tragando, se apresuró en deshacerse de la camisa perteneciente a... él. Pero cuando estuvo a punto de dejarla a un lado, se detuvo. Miró la prenda. El olor de él estaba ahí, una fragancia fresca e intensa. Relajante y deliciosa.

     No se percató de que estaba acercándola a su nariz cada vez más.

      Los recuerdos viajaron, viajaron a los sucesos que cambiaron todo.

      El momento exacto en el cual Gabrael se acercó, tocó su cuerpo y le habló, le habló como si consiguiera con su tono y su violencia hacerla gravitar hacia él.

      Alice no sentía nada, realmente no sentía nada en ese momento.

      Ese hombre, que antes, siendo un joven, había inculcado tanto dolor y sufrimiento, no podía causarle nada más.

     Alice no sentía nada, realmente no sentía nada en ese momento.

     Eso fue hasta que Gabrael la besó.

     Ese beso, fue lo que arruinó su extraña tranquilidad. Los labios de un hombre apuesto estaban en los suyos, pero eran tan horribles, tan diferentes a los que estaba acostumbrada a...

     —Basta —se dijo, manteniendo su nariz en la camisa, como una... una enferma. Pero los recuerdos no la dejaron, y sólo pudo ver a Gabrael yendo más allá de un beso, a toques más bruscos, y-

     Y entonces desapareció. El escenario cambió y sólo pudo a observar a Dylan cumpliendo con sus órdenes, incluso cuando una de ellas era desnudarse completamente sin ninguna razón, para luego acercarse, y soportar.

    Soportar y no alejarse.

    Porque las personas no soportan a quienes son como ella, y sólo se van.

    —Dylan —musitó, recordando el ceño fruncido, la mandíbula tensa del susodicho.

    Él estaba tan enojado.

    Tan desnudo.

    Tan...

    —¿Qué tan fuerte? —preguntó Dylan en ese momento, haciendo lo que nadie haría por ella, que era el permanecer.

     Ahora, mientras no sentía nada, fue Alice quien se preguntó qué tan fuerte...

     qué tan fuerte había caído por Dylan Ferrer.


😔

Hola, aquí Lu!

Sé que el cap estuvo muuuuy corto, a pesar de toda la espera. Una disculpa, iba a escribir más pero, mis ojos están pasando factura de todo este tiempo leyendo y leyendo libros referentes a mis trabajos pendientes.

Trataré de ser más pronta :c

Dato curioso: Iba a terminar la primera temporada de esta historia hace unos cuantos capítulos atrás, pero debido a un error, no tuve más que continuar.

F en el chat.

Extra: Encontré esto, de cuando esta historia había ganado un poco de popularidad, antes de que la cagara. Nunca, en mi vida, le he pedido a alguien que me haga una portada, así que fue una sorpresa cuando una personita sólo la hizo, me la brindó y me dijo que quería le diera créditos

Qué tiempos *llora*

Hasta aquí mi reporte

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Los amo❤️

—La Lu

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora