Capítulo 35

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Estaba loca.

     Loca, loca, loca.

     Sentada en el suelo, con la espalda presionando en la puerta, dejó de taparse la cara con ambas manos y frunció el ceño.

     ¿Por qué la canción de Shakira se hizo presente en su mente?

    No lo sabía. O bueno, sí.

    ¡Estaba completamente loca!

    Gimió, y envió su cabeza hacia atrás, golpeándose bruscamente con la puerta. Hizo una mueca, mientras se palpaba con suavidad la zona herida... Luego se vio la mano y- No, no había sangre. Volvió a palpar. Gimió otra vez. Probablemente dejaría una montaña.

      Se quedó ahí, con la mano en la futura replica del Everest, pensando, recordando...

      Casi había besado a Dylan. Casi lo había hecho. Casi. Sólo un poco más. Sólo un poco más, y lo haría.

      Y entonces, debido a su nerviosismo, comenzó un juego en el que, él, en vez de pensar que era una tonta... como solían hacer todos, lo continuó.

     Esa sonrisa había sido tan genuina...

      —¿Lo ves? Estiraste un poco los labios.

     Soltó una risita mientras se masajeaba el cuero cabelludo. Estaba taaaan loca. ¡Tan loca! Mordió su labio inferior y ladeó la cabeza, mientras ejercía más fuerza al movimiento de su mano.

    ¿Le gustaba a Dylan? ¿Le gustaba como era? ¿Querría cambiar algo?

   Detuvo toda acción.

    Uno, no tenía que importarle si le gustaba o no.

    Dos, tal y como era estaba bien.

    Tres, si quería cambiar algo tenía... Tenía que ponerse de pie frente a un televisor, con su control remoto, y cambiar el canal. Porque ella no cambiaría.

     Parpadeó ante aquel pensamiento, y se echó a reír, prosiguiendo con su masaje.

      —¿"De pie frente a un televisor"? —repitió con lentitud—. ¿"Con su control remoto"? —Negó con la cabeza de manera leve y, seguidamente, se puso de pie—. ¿Es en serio, Alice? —se cuestionó divertida—. ¿Es en serio?

     Comenzó a caminar hacia su habitación, aliviada por que nadie se había percatado de su escape... de estupidez, y entonces se detuvo.

      —Oh, por Dios Santo, le dije "Está bien" —Posó su mano izquierda en su boca, horrorizada por haberlo olvidado al estar demasiado encerrada en su juego con Dylan—. Oh, pol diosh, oh, pol diosh, oh, pol diosh.

     —¡Mi amor, ¿hablando ruso?! —gritó Mary extrañada desde su propia alcoba, sin abrir la puerta.

     Alice deseó esconderse. Pero era algo estúpido, notó, ya que su madre no podía verla.

     Últimamente estaba haciendo cosas estúpidas.

     —¡S-sí —contestó, y rápidamente agregó—: estaba probando si recordaba el idioma!

    Sí, estaba haciendo cosas estúpidas.

    Mary se quedó en silencio por varios segundos, y la menor se preguntó si se había quedado dormida. Pero no, no se quedó dormida, porque esta respondió:

     —¡Me estás mintiendo, Alice Victoria Lauren!

    Alice Victoria Lauren, quien hace un momento se había puesto de puntitas para adentrarse a su propia habitación, se puso tensa ante la mención de su nombre completo.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora