Capítulo 26

14.5K 1.6K 254
                                    

—No puedes decir nada de lo que acabé de decir, nada.

      Alice parpadeó.

       —¿Por qué?

       El hombre arrojó el cigarrillo a la cesta de basura y la observó fijamente. Su mandíbula apretada. Estaba imaginando que se pateaba a sí mismo por tremenda cagada que cometió.

       —¿Te atreves a preguntar "por qué"? —cuestiona, mirándola de mala manera.

       Ella asiente, cruzándose de brazos.

       —Quiero saber.

       —¿Qué eres exactamente de Dylan? —pregunta de la nada, mientras entrecierra los ojos—. ¡Habla!

      Alice suspira y seguidamente contesta:

       —Soy sólo la maestra de su hermana.

       Él procesa las palabras, va hacia la ventana, y mira por ésta. Luego vuelve a posicionarse frente a ella, y...

       —¡¿Qué?! —grita. Niega con la cabeza después, tranquilizándose—. ¿Entonces qué haces aquí? Quiero decir, eres sólo la maestra de Sofía, ¿por qué estás aquí? —vuelve a cuestionar.

        —Porque...

        —Te gusta —dice, alejando la ira, e incluso el nerviosismo—. Te gusta Dylan.

        La menor relamió sus labios y miró el teclado del computador, con interés, con demasiado interés. Pronto respondió:

        —No.

        —No era una pregunta —Sonrió, y ella enrojeció. Su neutralidad había desaparecido. El rostro rojo delataba. Delataba, y mucho.

         «Si le gusta entonces podría...», pensó él.

         «Es su amigo, se lo dirá», pensó ella.

          —No me gusta —dijo con sequedad. Se levantó de su lugar y sin mirar atrás, salió de la oficina.

🔸🔸🔸

       Estaba ya frente a la puerta de la habitación en la cual él se encontraba... Sus manos sudaban y su corazón martilleaba dentro de su pecho casi dolorosamente.

         —Me gusta mucho —susurró, posando una mano en su rostro—. Me gusta Dylan.

         Cerró sus ojos y suspiró, para después abrir la puerta y adentrarse. Sofía dormía cerca de él, incómodamente. Dylan pausó las caricias en la cabellera de su hermana para levantar la mirada, para demostrar la molestia en sus preciosos ojos color miel.

       —No necesitaba tu ayuda —fue lo primero que dijo.

       —La necesitabas.

       —Claro que no.

       —Claro que sí —contraatacó.

       Él resopló.

       —Sigues siendo molesta.

       —Y tú —comenzó, levantando el mentón—... un idiota terco.

       Se mantuvieron unos segundos en silencio, mirándose fijamente.

       —¿Por qué mierda sigues aquí?

       Alice tragó saliva y rápidamente evadió la pregunta con:

       —¿Una herida de bala, Dylan? ¿Cómo-

       —Eso no te importa.

       —¡Por supuesto que... —Se calló abruptamente.

       Nuevamente, silencio. Él siguió repartiendo caricias en la cabellera de su dormida hermana, mientras Alice lo observaba atentamente.

       ¿Puede ser... él?

       —Aún no te vas.

       —No me iré.

       Él posó sus ojos en ella.

       —¿Por qué? —preguntó, levantando una de sus cejas—. ¿No fuiste tú la que mencionó "estar lejos" o una mierda parecida?

         Alice relamió sus labios. Él observó, con mucha atención, con la boca repentinamente seca, esa acción. "Acércate", quiso decir, "deja que yo-

      Se aclaró la garganta.

        —Sí, fui yo. —contestó Alice finalmente.

        —¿Entonces...?

        Apretando los puños, soltó:

        —Tu herida estaba mal tratada, mal cuidada. Por poco y te da un infe-

        Sofía abrió sus ojos, y casi cayendo se reincorporó. Bostezó y luego miró a ambos mayores.

        —Llévala a casa —ordenó él. Y Alice sólo pudo verlo con la boca abierta.

        —No, no me quiero ir —se quejó Sofía, regresando al lugar donde estaba, pero su hermano le hizo un ademán, deteniéndola.

        —No te estoy preguntando, enana.

        Resignada, la menor asintió y miró a su maestra.

        —¿Me llevarás?

       La contraria asintió. Sofía salió de la habitación arrastrando los pies, refunfuñándo y, antes de que Alice también lo hiciera, o sea, el salir, lo miró.

       —Volveré —prometió.

       Dylan cerró sus ojos, ignorándole.

       —Idiota.

       —Molesta.

      Apretó sus puños otra vez, y cerró con un portazo después de salir.

       Él abrió sus ojos, y sonrió.

       —¿Por qué el cambio repentino de opinión, eh? —susurró.

       Cerró sus ojos una vez más. Un pensamiento eliminándole la sonrisa.

        —Si supieras la verdad... ¿qué pensarías de mí? ¿Te alejarás?

       ¿Me arruinarás?

💣

No sé, los caps los siento como una balanza xd a veces me gustan y otras veces nel xd

—Lu★

2020; esta actualización rápida va porque respondieron a la pregunta 2 :3

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora