Capítulo 59

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Alice Victoria Lauren había terminado de cuestionarse, de ducharse, y de cambiarse, cuando se encaminó hacia... donde se encontraban todos reunidos.

    Nadie la vio, ya que aún no atravesaba el umbral de la puerta. Nadie la vio, ya que no hizo ningún sonido.

     Nadie la vio.

     Ella pudo notar la mirada de Valentín sobre Sofía... sin embargo, en esta, se hallaba la rendición. Parecía como si el mayor hubiera aceptado un hecho, una pérdida, y-

     Alguien llamó su atención sin saberlo.

     —Entonces —comenzó a decir el hombre sin cabello alguno, denotando la incomodidad en su tono de voz—, ¿está hecho?

     Dylan se tardó unos segundos en responder:

     —Sí.

     Los ojos de él no se movieron del celular que sostenía. Parecía pensativo, notó, realmente parecía pensativo.

      —Sobre la mujer...

     Dylan lo miró. Sus ojos claros eran sorprendentes, y amenazantes.

      El hombre del cual desconocía el nombre se aclaró la garganta, para luego murmurar:

      —Lamentamos-

      Y entonces los ojos claros y amenazantes, se fijaron en ella, perduraron en ella, por supuesto causando así que las otras tres personas de la habitación tomaran su ejemplo.

      Ella pegó una sonrisa en su rostro y, caminando hacia él, como si no se estuviera sintiendo pequeña ante las miradas extrañas, dijo alegremente:

      —¿Ya nos vamos?

     Dylan abrió la boca, y por eso se apresuró en decir:

     —Ya quiero irme.

     Como respuesta, obtuvo un asentimiento lento. Y todo lo que sucedió después fue en demasía... incómodo.

     A pesar de que Sofía parloteaba para distraerla mientras caminaban por los amplios pasillos del DAll, no podía dejar de notar las expresiones en los demás: quienes la culpaban, quienes sentían lástima.

      Porque eso hallaba. Sus labios podían estar cerrados, pero sus ojos eran los que gritaban:

     "Culpable".

      "Lamentable mujer".

     Jadeo.

     "Mira lo que has hecho".

     "Mira lo que te han hecho".

     Jadeo.

     —Alice.

     "Puta".

     "Pobrecita".

     Jadeo.

     —Alice, respira —El apretón repentino en su mano izquierda fue lo que hizo que lo mirara. Él no la miraba de vuelta—. Respira.

      —Estoy haciéndolo —dijo, mientras seguian caminando, uno al lado del otro. Sofía, se percató, ya estaba en recepción.

      Dylan posó sus ojos en ella.

      —Hazlo bien.

      El tono de su voz, frío. Pero su mano en la propia, cálida.

       Cálida como su mirada.

      —Lo hago bien —susurró, apretando también del agarre.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora