Capítulo 64 (P. O)

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—Aquí está nuestro sexto integrante. El hombre que odia los compromisos por una demente obsesionada con volverlo su esposo.

    Eso fue lo que Harry balbuceó, sin embargo, por supuesto, nadie entendió.

     Dylan, quien acababa de llegar al haber finalizado una importante llamada, prácticamente le arrebató la pequeña y plateada botella... y se la metió en el bolsillo. De nueva cuenta el hombre sin cabello balbuceó, pero esta vez en una rabieta que su amigo ignoró.

      —Se enborracha rápido —le dijo Alice sin pensar, encargándose de posicionar mejor al pesado hombre en su asiento, viendo el cómo repentinamente se quedó dormido.

      Cuando apartó la mirada de este, notó a los ojos claros, enojados sobre sí. Su boca se secó, y sus mejillas enrojecieron cuando recordó lo que sucedió, la vergüenza.

     Dylan no dijo nada, pero seleccionó un botón, el cual causó que, tanto el piloto como el copiloto fueran visibles de nuevo,

     que lograran escuchar de nuevo.

     Y entonces ellos estaban hablando en código, ignorando su presencia, lo que provocó que se sintiera estúpidamente excluida y mirara por la ventana para disimular de manera patética su incomodidad.
     
     La vista verde era hermosa, la vista del cielo lo era aún más en plena madrugada.

      Sintió... paz, sólo por verlo, lo que probablemente era absurdo.

     Absurdo o no, no le importaba.

     Qué bonito y tranquilizador era el cielo...

     Suspirando, levantó una mano y la deslizó suavemente sobre el cristal, fingiendo dibujar... siguiendo la figura de una inmensa montaña.

     Sus ojos estaban cerrándose por el sueño cuando llegó la brusquedad.

     Se golpeó la frente.

     Pero no demasiado.

     Jadeó, se reincorporó, y a su lado, Harry, quien había convertido en un muro entre Dylan y ella, gimió con irritación.

     —En mi sueño ella me ama así que déjenme dormir.

     El auto se movia, y lo hacía bruscamente. Casi podía compararse con algo dentro de una licuadora. O de una maraca, ya que estaban siendo sacudidos.

     Se rio.

     El pensamiento hizo que se riera tontamente. Por ello, su mano llegó de manera abrupta a su boca para evitar que lo notaran, la escucharan; pero al observar a los hombres en el auto para checar si tuvo éxito, se dio cuenta de... que no.

     Dylan, y quien estaba ubicado en el copiloto, la miraban.

     El segundo hacía una mueca, y musitó algo parecido a "olvidaba lo débiles que son las mujeres". Pronto, este muy lentamente cuestionó preocupado:

     —¿Quieres vomitar?

     —No —contestó de inmediato.

     El hombre no parecía convencido, seguía haciendo esa mueca.

     Dylan fue quien acabó con ello cuando dijo secamente:

     —Sólo se reía.

     Un asentamiento del contrario.

     —Comprendo, R.J —Se fijó en ella un momento después... de haberse centrado en su superior—. Discúlpame.

     Alice fue quien asintió esta vez.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora