Capítulo 10

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Estaba hecho. No había marcha atrás. Ya se comprometió. Sin embargo, varios minutos después, Alice aún se planteaba por qué dijo que sí.

     Se quedaría a dormir ahí, en esa casa. La casa que le pertenecía a Dylan Ferrer. ¿¡Por qué dijo que sí!?

    Ya ambas habían preparado algo para comer, hablaron de cosas sin sentido, y ahora se hallaban recostadas en el sofá, cansadas. Bueno... Sofía más que todo, ya que era la que más hablaba.

     —Lo siento, iré a dormir de una sola vez —dijo Sofía poniéndose de pie, después bostezó.

     —Entiendo, descansa —Le sonrió.

     Sofia le devolvió la sonrisa y se adentró a su habitación. Alice suspiró, y se encaminó a la habitación que su alumna le había indicado usar; entró en esta y observó atentamente a su alrededor.

     Es una habitación muy grande como para ser de invitados.

     Le gustaba. No había muchos detalles en ella más que unos pocos cuadros, un reloj digital, un sofá que parecía suave, un armario extenso y mesitas de noche con bonitas lámparas a cada lado de una enorme cama. Una puerta debía ser la que llevaba a un baño, y de las ventanas que podía apreciar colgaban cortinas elegantes.

     Se sentó en la cama y comenzó a quitarse los incómodos zapatos. Entonces, por unos segundos, Dylan apareció en su mente. Era n recuerdo, y en este podía verlo cerca de su auto esperando a Sofía. Y mientras lo hacía, la observaba a ella con una intensidad aplastante.

     No lo pienses, no lo pienses.

     Sacudió su cabeza para alejar el recuerdo y se acomodó bien en la cama. Era suave.

     —No debo pensar en él.

     Cerró sus ojos y se dejó llevar por el sueño.

🔸🔸🔸

     Tiempo después, Alice se reincorporó rápidamente en la cama al escuchar ruidos fuertes. Observó el reloj digital, y se abrazó a sí misma por la hora.

     2:45 a.m.

     Tal vez es Sofía, pensó.

     Se acomodó de nueva cuenta en la suavidad de su cama temporal y cerró sus ojos con el fin de quedarse dormida. Sin embargo, sus oídos captaron otro ruido. Y por ello se acobijó hasta la cabeza mientras se hacía bolita.

     Es Sofía, sí, debe ser.

     Cerró sus ojos, pero los abrió al instante al escuchar algo parecido a pasos frente a la puerta de aquella habitación en la que se encontraba. Parecía que se alejaban.

     Soy mayor y soy valiente. Soy mayor y soy valiente.

     Se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia la puerta en silencio. Cuando la abrió, se mordió el labio inferior al hacerla rechinar un poco.

     Soy mayor y soy vali...

     Se adentró nuevamente al cuarto al notar, aún en la oscuridad, la figura de un hombre sospechoso. Se le aceleró el corazón por el miedo.

     No es Sofía. No es Sofia. No es Sofia. ¡No es Sofia!

     Tomó aire para tranquilizarse y volvió a abrir la puerta en un sigilo. Asomó su cabeza un poco más y al percatarse de que no había nadie cerca, salió de la habitación con el objetivo de alertar a Sofia de lo que sucedía.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora