Capítulo 51

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Muy lentamente, Alice se alejó de él, para seguidamente mirarlo a los ojos.

    —¿Tienes algo con mi ropa interior? —cuestionó, con la cara roja—. Estás muy pendiente de-

   —Sí —le contestó, causando que pegara un respingo porque esperaba que se negara—, tengo algo llamado —Pareció pensarlo. Una sonrisa apareció en sus labios—... envid-

    Ella posó sus manos en su boca, callándolo.

    —¿Siempre que d-despiertas... hablas incoherencias? —preguntó, acercándose un poquito más. Luego agregó, divertida—: ¿O te afectó la caída de la cama?

     Los ojos de Dylan brillaron con humor.

     —Quizá.

     Y entonces ella gritó, gritó cuando el contrario deslizó las manos por su cintura para eleverla.

     Alice movió las propias a una velocidad sorprendente, todo con tal de encontrar equilibrio, todo con tal de encontrar un lugar al cual agarrarse.

     Ella en realidad se agarró con fuerza.

     Si Dylan estaba siendo lastimado, no lo parecía.

    —¿Estás bien? —le preguntó él, y Alice tuvo que parpadear porque sí, porque no entendía a qué se refería.

     No entendía.

     En un momento Dylan Ferrer estaba a punto de hacer una travesura, y al otro, parecía haber recordado algo preocupante.

    Aclarándose la garganta, Alice contestó, tratando estúpidamente de que su corazón se calmara por la cercanía:

    —Estaría mejor si me dejaras en el suelo.

    Dylan no la bajó, lo que no le sorprendía en lo absoluto. Lo que sí lo hacía, era la mirada que tenía.

    ¿Era en realidad preocupación lo que había en sus ojos?

    —Al despertar... gritaste —soltó él, y eso la dejó con la boca abierta al entender lo que sucedía, al entender a lo que se estaba refiriendo—. ¿Tuviste una pesadilla?

    Ella enrojeció, sin poder evitarlo, al recordar perfectamente por qué había 'gritado'.

    Aún podía sentir el rose áspero, pero... pero agradable, en su más sensible zona.

    —A-a ti no te importa. ¡Bájame!

    Removiéndose, fue liberada. Cuando sus pies hicieron contacto con la alfombra, caminó a toda prisa hacia al baño, y se detuvo en seco al escucharlo decir:

     —Tengo... —Realmente sonaba incómodo—. Tengo contactos, Alice. Una psicóloga podría-

     —No —le cortó, girándose para así poder verle.

    Dylan frunció el ceño ante su negativa. Luego:

     —Está bien, un psicólogo será.

     Ella se giró otra vez, evitando que notara... cualquier cosa en su expresión. Tocando el pomo de la puerta con más fuerza de la necesaria, contestó:

     —No.

     Estaba por adentrarse al baño... Pero él hizo que, de nuevo, se diera la vuelta para mirarle cuando murmuró:

     —Creí que yo era el terco.

     —No soy terca —replicó inmediatamente, frunciendo los labios.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora