Capítulo 39

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Alice se quedó mirándolo con la boca abierta, esperando que estuviera bromeando.

    Pero él le devolvía la mirada, y se mantenía serio.

    —No lo has permitido —musitó, más para sí.

   Dylan le sonrió.

   —Creo que los demás se sienten bendecidos por ver tu ropa interior gri-

   Ella se movió para bajarse.

   Él no la dejó la ir.

   —Suéltame —dijo con los dientes apretados. Miró los escalones, la muerte segura—. Ay, no, no, ¡no me sueltes! —exclamó asustada, sujetándose fuerte cuando se tambalearon.

   Luego notó que fue a propósito.

   Dylan Ferrer se estaba riendo.

   Estuvo a punto de decirle algo, pero segundos después no podía recordar qué mientras lo observaba.

   Él era guapo normalmente; cuando tenía el ceño fruncido, cuando se 'burlaba', incluso cuando dormía. Pero cuando reía... Él era totalmente maravilloso.

   Dylan se dio cuenta del cómo lo miraba.

   Y entonces, estaban a poca distancia... mirándose a los ojos. Ella se movió un poco hacia arriba, hacia su cara, y él la sostuvo más fuerte en cuanto se inclinó. Sus labios casi se tocaron. Casi...

   —Aw, son tan bonitos que quiero vomitar —dijo alguien, detrás de ambos.

   Girándose, Dylan le permitió observar quién era la persona que hablaba: ojos... familiares. De nuevo, se sintió mareada, no podía respirar.

   Apretó la camiseta negra de Dylan, llamando así la atención de éste. Él fruncía el ceño hacia ella, probablemente pensando que se estaba comportando como un bicho raro.

   Los labios le temblaron, las manos también.

   A lo lejos escuchó que Dylan tanto el otro hablaban, pero no podía entenderles.

    Los ojos del primero no la abandonaron. El ceño seguía fruncido, como si tratara de investigar con tan sólo mirarla lo que le sucedía.

   Débil.

   No podía verse débil, se recordó.

   Había sido débil antes, no podía hacerlo ahora, ni... nunca más.

   Se esforzó en liberarse de Dylan.

   Escuchó al otro hablar, pero otra vez, no podía entenderle.

   Dylan la dejó ir.

   No por mucho, ya que le ayudó a sentarse en uno de los tantos escalones. Él estuvo frente suyo pronto, y acomodó su vestido, para que el contrario no mirase... nada.

   —Alice, respira —Ella pudo entenderle.

   —Tráele agua, hermano, yo la cuido —dijo el otro mirándola con esos ojos familiares, esos ojos azules...

   Su mentón fue sujetado, y los ojos casi miel de Dylan Ferrer la encadenaron. No podía apartar la mirada, no podía.

   —Respira —le repitió él. Luego, susurró—: O voy a cargarte de nuevo, Alice, y esta vez, sí que le permitiré a todos ver...

   No terminó, pero miró hacia abajo y ella comprendió.

   Sus ojos se ampliaron, segundos después se entornaron.

   —No serías capaz.

   Él le dio una sonrisa ladeada, una sonrisa malvada.

   —Pruébame.

   Sus miradas se conectaron. Un silencioso, y sin sentido, desafío.

   El hombre de ojos azules volvió corriendo, cosa que le sorprendió ya que no lo había visto irse, y le brindó una botella de agua.

   Dylan la tomó.

   Él examinó.

   Luego la destapó y se la entregó.

   Alice bebió de esta, luchando por no sonrojarse al ser el centro de atención de ambos, de Dylan. Una gota se había resbalado por su barbilla, pasado por su cuello, y llegando un poco más cerca de su torso, de su pecho.

   ¿Por qué no la secó? No lo sabía. Sólo se sentía bien el ver cómo Dylan miraba la gotita de manera constante. Se sentía bien el ver cómo, al levantar la mirada, había algo oscuro ahí.

   Tosió cuando, al mirar al otro por causalidad, se dio cuenta de que... copiaba la acción de Dylan.

    Se levantó, se giró y siguió tosiendo. Agua salió por sus fosas nasales. Sintió dolor. Pero se calmó.

   —¿Estás bien? —Esa no era la voz de Dylan. Sin embargo, el tono... El tono... Ella tomó un respiro hondo. Se giró, y posó su vista en el hombre con ojos de un impresionante azul.

   Ojos de un impresionante azul... familiares.

   —Estoy bien, Gabrael —contestó.

  Y Gabrael le sonrió.

 



El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora