Capítulo 67

4.5K 540 387
                                    

Después de unos minutos más de 'apreciación' frente al espejo, Alice decidió salir del baño.

    ¿En qué... momento la conversación con su madre tomó ese rumbo?

     Eso pensó, mientras caminaba.

    ¿En qué momento?

     Sus pies se enredaron repentinamente; una pantufla de Tigre, puesta de manera perezosa, fue la razón de ello.

     Casi, casi se cayó.

     Casi, casi provocó que un bonito florero se reventara.

     Suspirando, mayoritariamente por el alivio, se encargó de ponérsela bien esta vez, dio un paso y entonces lo notó...

     Ella lo notó.

     No llevaba su celular consigo; lo había dejado en el baño.

     Suspirando, de nueva cuenta, regresó por donde vino, y lo tomó. Pero sintió la humedad. Observó con atención: estaba mojado, ¡porque lo dejó en un charco de agua!

     No tuvo que pensarlo demasiado para básicamente tomar el artefacto y aproximarlo a su pijama para comenzarlo a secar con movimientos rápidos.

     Fue cuando levantó la mirada que se percató...

     Se percató de lo cercana que estaba esa toalla de color blanco.

     Sin embargo, su celular ya estaba seco cuando lo sacó de entre su ropa.

     Seco, seco.

    Y entonces, allí...

    Allí estaba...

    El recordatorio: su celular era resistente al agua. Podía arrojarlo a una piscina, por su puesto llena de agua, dejarlo en ese lugar por varios minutos y nada le pasaría en realidad.

   Se había espantado por nada.

    Salió del cuarto de baño, observando los mensajes, donde sólo se encontraban los de su mamá, los de su prima, los de su amigo, y los de su... y Dylan.

    —Los de Dylan —musitó, mientras su mano se deslizó hasta su pecho, en la dirección exacta de su corazón.

    Él no había respondido a su mensaje.

    —Bueno, no es como si esperara su respuesta —susurró con una sonrisa tensa, avanzando. Sus pies estaban cálidos, debido a sus suaves pantuflas—. ¿Qué... podría responder?

    Negó con la cabeza.

    Rebuscó entre las aplicaciones de su móvil, tratando de decidir con cuál entretenerse mientras esperaba quedarse dormida y, de alguna manera, llegó de nuevo a los mensajes, a los de Dylan.

    Eso la estaba enojando.

    ¿Por qué seguía haciendo eso, por qué seguía pensando en él, esperando algo de él?

     Esperar algo de otra persona suele terminar en decepción.

     —Me habló de que era notable su mal humor.

     Gimió, de pura irritación ante el recuerdo.

     —Doce mil quinientos tres multiplicado... —Pausó su reciente intento de distracción, mas no su caminar, cuando pasó por la 'sala', donde el enorme televisor pantalla curva estaba encendido—. Buenas noches, Haz. No duermas tan tarde esta vez.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora