Capítulo 6

21.6K 1.9K 618
                                    

—Wow —jadeó Tania Kim, sonriendo—. Eso fue grandioso, Dylan.

     Ella aún no podía asimilarlo. Después de tanto maldito sapo, finalmente había logrado estar con quien siempre vio como un príncipe. Su príncipe. Suyo. Él no era de nadie más que suyo.

    Estaba tan feliz cuando lo encontró en su fiesta de bienvenida, y ahora, después de días de besos y sexo desenfrenado, no podía con toda la felicidad que la llenaba. Parecía que vivía en un sueño, uno muy anhelado. La euforia en su interior hacía que sonriera más a menudo.

     Sin embargo, con cada día que pasaba, Dylan comenzó a amargarse. Su voz dulce pasó a volverse tosca. Sus besos suaves parecieron violentos. Sus ojos claros se oscurecían. Cada uno de esos aspectos eran preocupantes, sí, pero no siempre él era así, solo unas pocas veces, por lo que no se alarmó. Todos enfrentaban al mal humor. Incluso él, siendo tan perfecto, lo hacía, concluyó. Intentó abrazarlo para darle consuelo a lo que sea que lo tuviera afligido, pero Dylan se levantó de la cama y se encaminó a la ducha. Ni siquiera la miró.

     Fastidiada, se puso de pie y se envolvió con una sábana. Intentó abrir la puerta del baño, pero se encontró con que esta estaba bloqueada.

     —Dylan, ábreme.

     —¿Para qué? —Se escuchó desde el interior.

     Tania miró la puerta con el ceño fruncido, luego negó con la cabeza y con la voz más dulce que pudo fingir dijo a continuación:

     —Quiero bañarme contigo.

     No tuvo respuesta más que el sonido de la ducha. Ella abrió la boca, sin poder creérselo.

     —¡Oh vamos! Abre.

     Él no dijo nada.

     Pasaron varios minutos y Tania sonrió al creer que le estaba jugando una broma o tenía alguna sorpresa para ella, así que solo esperó de manera paciente. Finalmente, él salió del baño, fresco, y ya vestido.

     —Sigues ahí parada.

     Evitando que notara su desconcierto al verlo con ropa... respondió con un puchero:

     —Sí.

     Él acarició su cabeza, aunque sus ojos tenían esa oscuridad que provocaba que se le pusiera la piel de gallina. Entonces, Dylan la besó, y ella olvidó la sensación de peligro a su alrededor.

     —Dylan... —susurró, entre un jadeo.

     —¿Mhm? —emitió él contra su boca.

     —Yo quiero casarme contigo.

     Dylan se separó de ella muy lentamente. Se quedó observándola por un momento, incomodándola de nuevo con su oscuro semblante. A veces... él la aterraba. No sabía por qué, pero lo hacía, Negó con la cabeza, estaba siendo estúpida. Y ella, obviamente no lo era.

     —¿Sigues con eso?

     —Dylan...

     Él volvió a besarla.

     —Ya me voy.

     Luego, sin ni siquiera dejarla hablar, salió de la habitación con un portazo.

🔸🔸🔸

     —Maldición —dijo Dylan Ferrer para sí mismo. Estaba arruinando su maldito plan. Su mierda de frío-caliente cansaría a cualquiera y Tania no era una excepción. Se cansaría, incluso en su obsesión. Esto no era lo que tenía en manos. Ni de cerca. Y estaba siendo arruinado nada más y nada menos que por una profesora sustituta que creía que "patán" era un insulto muy hiriente. No debió besarla. Si no lo hubiera hecho no estaría pensando en las bonitas reacciones dadas como resultado de una inexperiencia, una que Dylan deseaba corromper y destrozar.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora