Capítulo 42

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Alice estuvo apretando su vestido por tres minutos aproximadamente, hasta que recordó que ya Dylan la había visto... desnuda. No tenía por qué estar ocultándose. Ya la había visto.

   Así que salió valientemente del pequeño vestidor.

    Bueno... la verdad es que su salida valiente fue porque la empleada del lugar, un momento atrás, le ofreció una bata. Casi le gritó "sí, dámela, por favor". Se sentía avergonzada por eso.

    Marina... le vio el lado gracioso, y se había reído. Alice esperó, con una sonrisa formándose en su labios, que Dylan lo hiciera también, ya que él no se perdía una como esas para 'divertirse'.

   Pero Dylan no se rió, ni soltó de sus comentarios habituales.

    Dylan... nada.

   Miró alrededor, y no lo vio. Entonces se dijo a sí misma que, como la trabajadora le había dicho que se... quitara la ropa, entonces estaba en un vestidor, haciendo precisamente eso.

   Pero no era así.

   La contraria le hizo saber:

   —Alejandro recibió un mensaje, y se fue.

   Dylan la había dejado.

   No hubo un "volveré".

   No hubo un "espérame".

   No hubo nada, y su nueva seguridad casi cayó en picado. Casi.

   Levantó el mentón. Bien... que él se fuera a donde quisiera, si sería quien iba a pagar. Pegó una sonrisa en su cara, se acercó a Marina y escuchó sus indicaciones.

   Su corazón se sentía extraño, doloroso.

   Pero lo ignoró.

   Disfrutó de cada fase, cada fase de relajación. Sentía que un peso enorme se le iba de encima, sentía que se derretiría, sentía que se iba a quedar dormida porque, rayos, ¿por qué nunca antes visitó un spa? Un DALL no era sólo un spa, sin embargo, y se cuestionó si llegaría a la fase final de este sola.

   No es como si importara.

   —Así que cuando te dije que te quitaras la ropa y tuviste una alta similitud con un pimentón maduro... era por la presencia de Alejandro —soltó Marina, justo cuando estaba a punto de caer dormida. La morena le dio unas palmaditas en la espalda desnuda—. Hecho. Puedes irte a la fase seisiete, que es la final.

   Alice no quería levantarse. Quería dormir, y también quería más de la bebida dulce y roja que Marina le había estado dando.

    Esta última la estaba mirando fijamente, por supuesto esperando una respuesta a lo que dijo antes de que la despachara.

  Pero Alice estaba taan saciada, y mareada. Apenas ocultó sus pechos cuando estaba poniéndose la bata.

   —Dylan es quien pagará —dijo cuando estaba caminando hacia la puerta con el letrero rojo donde decía "Seisiete - Final". Marina pronto estuvo a su lado.

   —Sé eso. Sofía dejó en claro que sería el esposo quien pagaría.

   Y eso la hizo detenerse.

   —Dylan no es mi esposo —soltó, antes de que pudiera detenerse.

   —Lo sabemos. "Señor y señora Ferrer" —soltó una risita—. Nadie lo cree, linda —contestó la otra, causando que la mirara—. Dylan Ferrer jamás podría casarse. Ni amarrado, te lo digo —Había diversión en sus palabras—. Sin embargo, Sofía se encargó de que a ambos se les tratara como a una pareja de esposos. Le pareció gracioso y, bueno, a nosotros también.

   Alice procesó las palabras por unos segundos, absorbiendo el significado, y asintió.

   —Claro —Una sonrisa en sus labios cuando con un cambio de voz dijo—: "Dylan Ferrer no va a casarse nunca, así que vamos a reírnos del cómo se molesta cuando se le llama el esposo de la mujer con vestido de loros" —Otro asentimiento de su parte—. Muy gracioso.

   Marina hizo una mueca.

   —Tu tono nos hace parecer inmaduros.

   Alice la ignoró y se dio la vuelta, tomó la botella con el líquido rojo y lo levantó, mostrándoselo.

   —Mi esposo también pagará esto.

  Pronto estuvo en la puerta, abriéndola y, sin dejarle tiempo a Marina para decir palabra alguna, la cerró.

   Alice se deslizó por esta, hasta quedar en cuclillas, abrazando la botella de la dulce bebida.

   Sintió que los ojos le picaron cuando los recuerdos de lo que había sucedido, desde que entró a ese Dall, inundaron su mente y tomaron un nuevo significado.

   Lo del helado, el cargarla por unas escaleras...

   ¿Esas acciones fueron... para demostrarle algo a sus amigos?

   —Bien por él —dijo secamente, poniéndose de pie, y quitándose la bata para caminar, caminar, hasta adentrarse al gran y humeante... No sabía qué nombre darle. ¿Una tina de roca elegante? ¿Una piscina de aspecto caro? Mordió su labio inferior y, con el pie derecho, tanteó el agua.

   Siseó.

   Tanteó con el otro pie.

   Otro siseo.

   Entró completamente entonces, se sentó y respiró.

   —Oooooh —alargó, cerrando los ojos—, esto es el cielo.

   —Le pareció gracioso y, bueno, a nosotros también.

   —No, no, Alice —se dijo—. Esto no tiene que dolerte.

   Pero lo hace.

   Se rió, y alcanzó la botella del líquido rojo.

   —No importa —tomó un graaan trago y casi se atragantó—. Ya se han reído de ti antes, una vez más no es nada.

   La botella estaba casi vacía cuando, varios minutos después, levantó una mano y sus dedos parecían haberse multiplicado.

   —Deja el pasado donde pertenece —musitó, recordando la vez que alguien la empujó de lo alto de las gradas de una cancha... porque le pareció gracioso. Como consecuencia había visto así por un tiempo desesperante: doble, triple. Ah, y casi no había vuelto a caminar—. Deja el pasado donde pertenece —repitió, cerrando los ojos. De repente le pesaban—. Deja... el pasado donde... pertenece.

     ¿Qué le faltaba para lograrlo?

  
  

💣

Holaaaaa. Perdón por la tardanza, estaba en finales :'

Gracias por seguir aquí 💛

—Lu★

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora