Capítulo 44

7K 839 279
                                    

Los labios de Alice eran tan suaves, tan dulces...

   Él podría haberse declarado adicto a ellos.

   Su busto, oh, su busto. No había logrado sentir el otro, pero ya sabía, sabía. No era de lo más grande, pero él podría cambiarlo. Un poco de cirugía plástica aquí y allá y entonces ella sería perfecta.

   Un desastre perfecto sólo para sí mismo.

   Su creación.

   Suya.

   —Siempre me has gustado —musitó en los labios de ella por cuarta vez, jadeando, recuperando la respiración de tan intenso beso que comenzó.

   Luego volvió a poner su boca sobre la contraria.

   Y su pene, su pene se puso duro, más duro, dolorosamente duro cuando ella gimió...

   Para lograr alcanzar la botella cercana,

   y estrellarla súbitamente, con una fuerza sorprendente, en su cabeza.

    Él no vio nada más que oscuridad después.

🔸🔸🔸

  Gabrael cayó de cara al agua. Él pronto se ahogaría.

   Si no estaba muerto ya.

   Veía sangre, veía mucha sangre.

   Pero no se desesperó.

   Estaba...

   Levantó su mano derecha.

   Habían fragmentos de cristal incrustados...

   Estaba sangrando.

   Pero no le importó.

   No importaba, esto no era nada.

   Esto no era nada.

   Nada.

   No era nada.

   Nada.

   Se esforzó en mover a Gabrael a un lado, y seguidamente se puso de pie.

   Quería dormir.

   Quería respirar.

   No podía respirar.

   No podía.

   Estaba siendo difícil.

   Difícil.

   Tenía algo en la garganta, un nudo, un nudo horrible que fue creciendo en el lapso en el cual Gabrael apareció.

   Iba a dormir, sólo un ratito.

   No estaba a punto de desmayarse.

   No, no, claro que no.

   Sus rodillas se debilitaron mientras salía del agua.

   Sus ojos pesaron.

El Error de Dylan Ferrer | Tomo 1&2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora