"No hay encanto que se pueda comparar a la ternura del corazón".
-Me gusta ese Rose, te ves muy sexy. -Elizabeth entró al probador donde la rubia llevaba horas midiéndose toda clase de ropa.
-¿Sexy?
Rose miró el reflejo de su silueta envuelta con un corto y hermoso vestido color olivo de tirantes que se ajustaba en él área del busto y caía ligero sobre sus mulos, mostrando un poco el valle de sus senos redondos por el frente y toda su espalda blanca por la parte de atrás.
-Si...Sexy, bonita, atractiva, encantadora. Elige el término que quieras, pero luces muy linda, Rose. -Liz se abrazó a su costado mientras se llenaba de orgullo. La rubia se veía radiante, ambas de hecho.
-A Chris le va gustar. -Liz agregó ganándose por completo la atención de Rose.
-Rose ama vestido nuevo. -Ella sonrió mientras alisaba la falda de su prenda con gran emoción. Se moría por llegar a casa y mostrarle a Chris y Lu todo lo que Liz había comprando para ella.
-Entonces lo llevamos. Ahora cámbiate, Rose, iremos por ropa interior, algunos trajes de baño y después nos encontraremos con mis amigas. ¿De acuerdo? -Elizabeth apretó con cariño a Rose para después soltarla.
-¡De acuerdo! -Rose sonrió con mucha alegría.
La mañana había sido larga, divertida y muy, muy interesante. Rose había aprendido que ser una chica no era trabajo fácil y que era importante siempre cuidar su aspecto si quería gustarse a sí misma y enamorar a los chicos, o en su caso a su chico. E incluso había aprendido que la belleza también era dolorosa y por primera vez desde su llegada a Marbella se sintió invadida por la vergüenza cuando tuvo que entrar con Liz a la sala de depilación y mostrar ciertas áreas de su cuerpo que se suponía, según las enseñanzas de Lissa y Liz eran privadas.
Las rubias dejaron todas sus bolsas dentro del auto y fueron por algunos pares de zapatos para después caminar entre risas hasta el restaurante donde Maria y Jennie ya esperaban por ambas, pero para desgracia de Elizabeth, fueron interceptadas por un desagradable e irritante simio parlanchín que se atravesó en su camino como un enorme y estorboso muro.
-Vaya, vaya, vaya... Miren a quien trajo la marea hasta mi.. La pequeña arpía Evans. -Sebastian Barnes soltó en tono engreído mientras recargaba sus manos en su cintura en posición de jarra.
-Quítate de mi camino Bastian, ¿ahora también tengo que lidiar contigo fuera del trabajo? -Liz lo apuntó con el dedo mientras lo miraba mal y sentía como Rose se abrazaba a su brazo derecho con un poco de temor.
-Pff... Podría decir exactamente lo mismo, rubia. -Barnes bufó para después fijar sus ojos en la hermosa y ardiente mujer que intentaba pasar desapercibida junto a Elizabeth Evans.
-¿Y ella quién es? ¿Tu novia? -Barnes se burló y se acercó un poco más provocando que Rose por inercia se encogiera un poco en su sitio.
-¡No te importa! Y ya no la molestes, Bastian. Ella no es como las chicas que acostumbras a tratar como un cavernícola. -Elizabeth frunció el ceño y lo miró mal.
-¡Espera no me digas, ya sé! Es la chica que apareció en la playa de Chris. Tu hermano no me dijo que la había conservado.
Sebastian miró a Rose de pies a cabeza con la enorme sonrisa de conquistador que solía utilizar siempre con las mujeres, causando que Liz rodara los ojos y gruñera por lo bajo. Lo odiaba tanto, era un ordinario, creído e idiota machote.
-Pues te equivocas, es una prima lejana que vino a pasar el verano en casa. Ahora si no te importa, tenemos una cita.
Elizabeth le dijo un poco molesta para después tomar la mano de Rose y pasar junto a Sebastián, no sin antes dejar un fuerte pisotón en su pie izquierdo para después echarse a correr como loca junto a Rose.

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🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊
RomanceHace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y...