CAP 9 MATAR A LIZ

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"No hay encanto que se pueda comparar a la ternura del corazón".

-Me gusta ese Rose, te ves muy sexy. -Elizabeth entró al probador donde la rubia llevaba horas midiéndose toda clase de ropa.

-¿Sexy?

Rose miró el reflejo de su silueta envuelta con un corto y hermoso vestido color olivo de tirantes que se ajustaba en él área del busto y caía ligero sobre sus mulos, mostrando un poco el valle de sus senos redondos por el frente y toda su espalda blanca por la parte de atrás.

-Si...Sexy, bonita, atractiva, encantadora. Elige el término que quieras, pero luces muy linda, Rose. -Liz se abrazó a su costado mientras se llenaba de orgullo. La rubia se veía radiante, ambas de hecho.

-A Chris le va gustar. -Liz agregó ganándose por completo la atención de Rose.

-Rose ama vestido nuevo. -Ella sonrió mientras alisaba la falda de su prenda con gran emoción. Se moría por llegar a casa y mostrarle a Chris y Lu todo lo que Liz había comprando para ella.

-Entonces lo llevamos. Ahora cámbiate, Rose, iremos por ropa interior, algunos trajes de baño y después nos encontraremos con mis amigas. ¿De acuerdo? -Elizabeth apretó con cariño a Rose para después soltarla.

-¡De acuerdo! -Rose sonrió con mucha alegría.

La mañana había sido larga, divertida y muy, muy interesante. Rose había aprendido que ser una chica no era trabajo fácil y que era importante siempre cuidar su aspecto si quería gustarse a sí misma y enamorar a los chicos, o en su caso a su chico. E incluso había aprendido que la belleza también era dolorosa y por primera vez desde su llegada a Marbella se sintió invadida por la vergüenza cuando tuvo que entrar con Liz a la sala de depilación y mostrar ciertas áreas de su cuerpo que se suponía, según las enseñanzas de Lissa y Liz eran privadas.

Las rubias dejaron todas sus bolsas dentro del auto y fueron por algunos pares de zapatos para después caminar entre risas hasta el restaurante donde Maria y Jennie ya esperaban por ambas, pero para desgracia de Elizabeth, fueron interceptadas por un desagradable e irritante simio parlanchín que se atravesó en su camino como un enorme y estorboso muro.

-Vaya, vaya, vaya... Miren a quien trajo la marea hasta mi.. La pequeña arpía Evans. -Sebastian Barnes soltó en tono engreído mientras recargaba sus manos en su cintura en posición de jarra.

-Quítate de mi camino Bastian, ¿ahora también tengo que lidiar contigo fuera del trabajo? -Liz lo apuntó con el dedo mientras lo miraba mal y sentía como Rose se abrazaba a su brazo derecho con un poco de temor.

-Pff... Podría decir exactamente lo mismo, rubia. -Barnes bufó para después fijar sus ojos en la hermosa y ardiente mujer que intentaba pasar desapercibida junto a Elizabeth Evans.

-¿Y ella quién es? ¿Tu novia? -Barnes se burló y se acercó un poco más provocando que Rose por inercia se encogiera un poco en su sitio.

-¡No te importa! Y ya no la molestes, Bastian. Ella no es como las chicas que acostumbras a tratar como un cavernícola. -Elizabeth frunció el ceño y lo miró mal.

-¡Espera no me digas, ya sé! Es la chica que apareció en la playa de Chris. Tu hermano no me dijo que la había conservado.

Sebastian miró a Rose de pies a cabeza con la enorme sonrisa de conquistador que solía utilizar siempre con las mujeres, causando que Liz rodara los ojos y gruñera por lo bajo. Lo odiaba tanto, era un ordinario, creído e idiota machote.

-Pues te equivocas, es una prima lejana que vino a pasar el verano en casa. Ahora si no te importa, tenemos una cita.

Elizabeth le dijo un poco molesta para después tomar la mano de Rose y pasar junto a Sebastián, no sin antes dejar un fuerte pisotón en su pie izquierdo para después echarse a correr como loca junto a Rose.

  🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora