CAP 11 MATERNAL

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"Hay abrazos que son magia, esos que hacen que desaparezca la tristeza y se aceleren los latidos del corazón".

-Mamá, Rose no quiso desayunar y lleva demasiado tiempo sentada en ese sofá. Ni siquiera me responde cuando le hablo. No ha dejado de llorar desde que supo lo qué pasó.

Liz explicó a su madre terriblemente angustiada después de subir a la habitación donde la mayor de los Evans se encontraba arropando a su hijo quién había amanecido con una fiebre brutal que lo tenía moribundo y agotado sobre su cama.

-Acompaña a Lu a tomar una ducha, yo bajaré a charlar con ella. Debe estar asustada. -Lissa le informó a Liz. Se aseguró de cambiar el pañito en la frente de Chris para después bajar al living.

Lissa Evans había llegado junto a Liz tan pronto como Lucy les avisó que su papá no se encontraba muy bien. La pequeña les había contado absolutamente todo lo que había sucedido durante la noche y como su padre había salvado a Rose nuevamente de las fauces del océano después de que ella desapareciera de la habitación.

Aquella historia había sido un sorprendente relato para Rose cuando lo escuchó por primera vez antes de ser interrogada por los miembros de la familia. Se sentía muy culpable y triste. Primero; por no tener una explicación lógica para lo que había hecho, y segundo; porque no sabía cómo explicar que por más que se esforzara no podía recordar haber escapado y mucho menos haberse lanzado al mar a mitad de la tormenta. Y por si fuera poco, se sintió aún peor cuando al despertar encontró a una Lucy muy angustiada y a un Chris muy enfermo mientras ella estaba más fresca y descansada que nunca.

Su mente estaba en blanco y lo único que recordaba era haberse ido a dormir con Lucy después de que el rubio de ojos azules les diera un beso de buenas noches, eso era todo.

-Cariño... Tienes que comer algo.

Lissa se sentó a su lado sobre el sofá que daba vista a la playa. El mal clima no había abandonada Marbella, pero al menos la tormenta había pasado a ser una suave llovizna que tenía el día realmente nublado.

-No, Rose no hambre... -La rubia susurró mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de su mano y negaba con la cabeza una y otra vez. Encogió más sus piernas para abrazarlas contra su pecho y quedarse quieta, muy quieta.

-Hija, se lo que esta pasando por esa cabecita. -Lissa se acercó un poquito más a ella, pero Rose rechazó su cercanía al encogerse más en la esquina del sofá.

-Mi cielo, mírame cuando te hablo. -La mujer estiró su mano para tomar el mentón de la rubia y encontrarse con un pozo esmeralda tan herido y lleno de remordimiento que fue inevitable que su corazón crujiera con un poco de pena.

-Papi enfermo, todo culpa de Rose... -La rubia susurró mientras más lágrimas escurrían sin parar de sus mejillas enrojecidas.

-No, cariño. Ven aquí. -Lissa abrió sus brazos y fue cuestión de segundos para que Rose se acurrucara a su costado para dejarse mimar un poquito. Aquella señora de semblante amable era a quien más respeto le tenía en la familia.

-Papi muy furioso con Rose. Rose irse muy lejos y quedar solita.

La joven soltó con tanta tristeza mientras sollozaba y se aferraba a la cintura de la mujer con miedo a que la abandonaran en algún feo lugar.

-Rose gran problema para familia. -Ella agregó, pero Lissa la detuvo rápidamente.

-A ver, Rosie... ¿Quién te ha dicho a ti que eres un gran problema para la familia? -Lissa tomó su rostro y la miró con firmeza.

-Rose piensa... -Ella respondió mientras aspiraba un poco su nariz.

-Pues no, Rose piensa muy mal. Además, Chris jamás podría enfurecerse contigo, amor. Nadie en esta casa te abandonará ni mucho menos te dejará solita. Somos una familia, Rose, y en la familia nos cuidamos mutuamente. Siempre. -Lissa le explicó mientras secaba un poco sus lágrimas.

  🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora