CAP 66 LLEGADA

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"De todas las cosas que mis manos han sostenido, la mejor y con una gran diferencia has sido tú".

El mes de mayo llegó esplendoroso para las costas de Marbella y con éste la semana número 38 en el embarazo de una tierna y preciosa Charlotte cuya enorme barriguita ya no le permitía hacer casi nada.

Elizabeth se había marchado de casa tal y como se lo había dicho a su madre aquella noche y a pesar de que al inicio Chris se opuso rotundamente, terminó sediento gracias a la magia encantadora y muy persuasiva de la futura madre de su pelucita.

Ser el único hombre en una familia repleta de mujeres que lo enloquecían a veces lo ponía en una posición demasiado difícil. Era terriblemente duro no dejar que su lado sobre protector, posesivo y territorial lo dominara, pero muy en el fondo su corazón de pollo terminaba derritiéndose cuando alguna de sus rubias lo miraban con aquellos enormes ojos brillosos de cachorrito o cuando lo fulminaban con aquella mirada asesina que lo paralizaba momentáneamente.

Si, su rol como Sr. Evans no era nada fácil.

Bastián, por otro lado, había sido muy claro con sus intensiones y Liz se había aferrado a él con una determinación con la que nadie quiso discutir aquella tarde, saliéndose con la suya como cada vez desde que era una pequeñita. Así que la pareja se instaló en el departamento del pelinegro con la condición de que pasarían cada que pudiesen a visitar a sus madres para que éstas no se volvieran locas.

Las cosas fueron extrañas al inició, pero sin duda, el lazo que los unía se fue fortaleciendo en media que convivían e intimaban más allá de lo sexual. Vivir juntos y tener su propio espacio fue quizá una de la mejores decisiones que pudieron haber tomado, demostrado al mundo una vez más que no todas las parejas funcionaban de la misma manera.

El hecho de que su relación no se hubiese dado de la forma tradicional, no implicaba que no se amaran al igual o más que las pareja que preferían seguir con el protocolo probablemente impuesto por la sociedad, por su religión o por sus familias ortodoxas.

Así que en teoría las cosas parecían estar nuevamente en el lugar en el que deberían estar y el amor que se respiraba en el hogar de cada uno de ellos era palpable para aquellos que compartían su felicidad.

La abuela Rose, Frank, Lucy y la pareja de futuros padres se habían acomodado rápidamente en su nueva y remodelada casa en la que aún se seguían trabajando algunas áreas al exterior de la propiedad mientras que Dodgie, Hank y la señora Evans se habían quedado completamente solos en casa también, aunque no por mucho.

La cuenta regresiva había dado inicio.

-Parece ser que olvidaron venir por ti al colegio, Lucy. Te dije que sucedería, lo sabía.

Hela se acercó a la pequeña Lucy quien seguía sentada en la misma banca en la que esperaba cada día a la hora de la salida por su abuela y el tío Hank. Su día no había uno de los mejores debido a los constantes comentarios molestos de su némesis y lo que menos deseaba ahora era seguir escuchándola.

Era una niña tan molesta y a pesar de que trataba de ser amable y comprensiva tal y como su mami le dijo que fuese, no funcionaba. Nada funcionaba con Hela, ella era una niña muy mala.

-Tú también sigues aquí, Hela. Lo que significa que tu mami o papi también olvidaron venir por tí.

Lucy atacó directo a la yugular, estaba cansada de ella. Frunció el ceño y la miró mal en espera de que se fuese lejos, pero Hela río con burla y se sentó a su lado para seguir molestando.

-El chofer de mi padre vendrá en unos minutos.

Hela agregó y ambas miraron en dirección al portón por que el que sus compañeros de clase salían cada que sus padres llegaban por ellos. Incluso Morgan y Nathan se habían marchado ya.

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