"Los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder".Era viernes por la tarde, casi una semana había pasado ya desde el incidente que Lucy Evans había tenido en lunes al llegar al colegio y que desafortunadamente había terminado con toda la familia caminando en círculos por el pasillo del hospital. Chris se había vuelto completamente loco cuando recibió la llamada de la enfermería para pedir su autorización y poder trasladar a Lu debido a la temperatura tan alta que estaba presentando.
Los Evans no habían tardado nada en alcanzar a Lucy.
Un fuerte resfriado por haber jugado tanto en la playa durante el domingo mezclado con un inexplicable ataque de pánico fue lo que el pediatra había anunciado cuando se dirigió a la familia. Y apenas bajó la temperatura, el médico envió a Lu a casa para que pudiese descansar mejor, le entregó la prescripción a los padres, y un pase firmado para justificar las faltas de Lu a clases durante esa semana.
La pequeña estaba muy intranquila aún y se negaba a contar lo que había sucedido realmente en el colegio así que el pediatra le sugirió a la familia no presionarla hasta que ella decidiera contar lo que había provocado ese inusual episodio. Aún así el hombre les dio la tarjeta de una terapeuta infantil en caso de necesitarla.
-Mi amor, ¿qué pasa?
Chris abrazó a su chica por la espalda después de encontrarla sentada en el mismo banquito de la isla dentro de la cocina. Recargó su mentón en su hombro y le dio un beso tronado en la mejilla mientras la sentía suspirar y ladear su rostro para mirarlo con angustia.
-Siente muy preocupada por hija nuestra. No ha dicho a nosotros nada de lo que pasó en escuela desde lunes, yo he visto muy triste toda la semana y ha comportado muy diferente conmigo. Siente que ya no quiere nada a mi, no quiere a mi cerca, ni jugar, ni besos míos. -Rosie sintió sus ojos aguarse y su voz atorarse en su garganta.
-¿Ha sido grosera contigo? -Rogers enseguida frunció el ceño, lo que fuese que estuviese pasando tenía que parar.
-No... -Ella negó en un susurro desanimado.
Habían sido días muy duros para todos. Lucy había tenido una recuperación muy lenta debido al mal clima que acechaba a la ciudad nuevamente. Salía poco de su habitación, recibía visitas de la abuela o Liz y entre Morgan y Nathan se turnaban para ir por la tarde a casa para llevarle los apuntes del día y apoyarla con algunas las tareas. Sin embrago, todo el horrible discurso de Hela no había podido salir de su cabeza y su tristeza se hacía cada vez más profunda cada vez que sorprendía a sus padres sonriendo, mimándose y charlando amorosamente cosas referentes al bebé. Se había sentido excluida, enferma y muy celosa y eso la había llevado a rechazar la cercanía de Rosie en más de una ocasión. Ya no exigía más que la compañía de su padre o la de la abuela Lissa.
-Terminamos la tarea, Señor Evans. -Una muy educada Morgan se asomó a la cocina, sorprendiendo a la pareja que aún se susurraba algunas cosas.
-Muchas gracias por haber venido Morgan, aún faltan algunos minutos para que tu madre pase por ti. ¿Te gustaría comer unas galletas? -Chris se separó de Rosie quien se limpió la indiscreta lágrima que se le había escapado de los ojos para después sonreírle a la pequeña.
-¡Si! Si me gustaría. -Morgan se montó en un banquito para después recibir un enorme plato repleto de galletas con chispas.
-Iré por Lucy... -Chris besó la cabeza de su chica y las dejó solas un momento.
-Princesa sé que amas mucho a Lucy y que guardan secretos de mejores amigas, pero puedes contar a mí que pasó en verdad en colegio. -Rosie tomó la mano de la niña para hacerle una caricia con su pulgar sobre su dorso y aunque Morgan dudó un poco, la molestia que aún sentía por el suceso la hizo confesar todo.
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🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊
عاطفيةHace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y...