CAP 21 PRIMERA CITA

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"Si pudiese ser una parte de tí, elegiría ser tus lágrimas. Porque tus lagrimas son concebidas en tu corazón, nacen en tus ojos, viven en tus mejillas, y se mueren en tus labios".

Chris había aprovechado que Rose había caído profundamente dormida para ir a dejar a Frank y la maleta con ropa de Lucy a casa de su madre e incluso le había dado tiempo de pasar al supermercado más cercano para hacer algunas compras de emergencia. El rubio quería preparar una hermosa sorpresa para su chica y afortunadamente para él cuando volvió a casa ella seguía enredada entre las sábanas de su cama mientras dormía plácidamente.

-Ya volví, cariño.

Evans besó la mejilla de la mujer consiguiendo que la caricia picosa de su barba la hiciera ronronear y abrazarse con demasiada ternura a la almohada que tenía junto a ella.

-Hmmm... -Rose refunfuñó adormilada y frunció el ceño.

Evans la contempló un largo rato y decidió no despertarla aún ya que quería que ella descansara todo lo que no había podido en los últimos días. Depositó un beso casto en sus labios en línea recta, cubrió la desnudes de sus piernas con una manta y salió de la habitación.

Chris tenía el tiempo medido para poner manos a la obra, así que colocó las flores en agua y comenzó por meter a enfriar el jugo espumoso de manzana que había comprado para la cena. Sacó un pequeño canasto para pícnic de un gabinete, tomó servilletas, platos, copas, cubiertos, un mantel y en pequeños contenedores fue acomodando meticulosamente algunos quesos y aperitivos. No quería olvidar nada y mucho menos perder tiempo en subir hasta la casa una vez que estuviesen sumergidos en su burbuja de amor.

Preparó la especialidad de la casa... Unos sándwiches deliciosos, cortados en triángulos muy pequeños. Empaló toda clase de frutas para hacer algunas brochetas. Empacó fresas, miel, chocolate, los dulces favoritos de Rosie y todo lo que pudiesen necesitar.

-Que más... -Chris se rascó el mentón un poco pensativo. El helado y las palomitas los empacaría al final.

-Demonios... Me falta todo.

El hombre corrió agitado hasta la pequeña bodega trasera donde guardaban toda lo que solían usar para las reuniones familiares. Tomó varios almohadones, un par de mantas muy gruesa, una mesita de servicio y sacó la hielera para llevársela también. Nunca antes se había sentido tan emocionado como esa tarde. En realidad quería que todo quedara perfecto, deseaba que su primera cita con Rosie fuese verdaderamente especial.

-Busquemos un lindo lugar...

Evan susurró para sí mismo mientras caminaba descalzo sobre la arena blanca y localizaba algunas rocas a su paso. Tenía pensado armar la fogata a un costado de donde extendería la manta, ya que no quería estropear la hermosa vista que les ofrecía la playa. Se sacudió las manos y comenzó a poner todo en su lugar.

-Faltan más cojines, algunas velas, toallas... -Chris susurró y contempló su obra de arte para después sonreír como un idiota y girar en dirección al mar que danzaba tranquilo detrás de él.

Sentir la brisa cálida acariciar su cuerpo lo llenó de mucha vitalidad. Así que terminó su tarea y regresó a la casa para despertar a Rosie, quien para su sorpresa ya estaba con sus ojitos bien abiertos cuando entró a la habitación.

-Rosie solita aquí en cama de papi. -Ella le reprochó con un tono pastoso que lo hizo sonreír.

-Estuve un poco ocupado, nena. ¿Descansaste? -Chris gateó sobre el colchón para llegar a ella y recostarse de lado junto a su chica quien yacía boca arriba, pero que apenas lo sintió cerca giró para quedar frente a él.

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