"En un mundo donde existe el tiempo, nada puede volver atrás".
Copenhagen, Dinamarca
Mediados de Noviembre, algunas semanas atrás-No tengo hambre mami. ¿Puedo subir a mi habitación? -Alie susurró con desánimo mientras jugueteaba con la comida en su plato.
-¿Te sientes mal, princesa? -Robert intervinó antes de que Melina lo hiciera, mostrando toda la preocupación fingida que pudo.
-No papi, Robert... Estoy un poco cansada.
Alie respondió con la cabeza gacha. La pequeña lucía más pálida de lo normal y su semblante no parecía el mismo de hace algunas semanas. Era como si toda la luz de su rostro se hubiese opacado y eso sin duda hizo que Melina sintiera una punzada de alerta en su pecho.
Sus hijas no solían ser introvertidas, era todo lo contrario. Sin embargo, sabía que el proceso de adaptación y aceptación del hombre en sus vidas sería muy lento y complicado. Robert apenas llevaba una semana viviendo con ellas y en un par de meses más se casarían. Sus pequeñas debían entenderlo tarde o temprano y darle un voto de confianza aquel maravilloso hombre que solo había traído alegría a sus vidas.
-¿Sucedió algo en el colegio, mi amor? ¿Estás triste por la boda? Sabes que puedes contarle a mamá. -Melina tomó la mano de su hija por encima de la mesa en espera qué Alie levantará la cabeza y la mirase.
-No mami... No pasa nada en el colegio y si nuestro nuevo papi te hace feliz entonces nosotras también nos sentiremos felices...
Alie confesó en un susurro y alternó su mirada angustiada del pelinegro que estaba sentado en la cabeza del comedor a los ojos aceitunados y preocupados de su madre, acto que no pasó desapercibido para Melina.
-Mi amor... Sé que han habido muchos cambios en nuestras vidas y sé también que no ha sido nada fácil para ambas desde que su padre falleció.
Melina se dirigió a sus dos hijas, Alie y Lena quienes la miraron con unos enormes ojos cristalinos.
-Pero necesito que nos demos esta oportunidad... Robert las ama como si fuesen sus propias hijas, nos cuida y está muy al pendiente de nuestra seguridad. No hay hombre más bueno que él, amores, así que seamos lindas con él para que se sienta querido en esta casa también. ¿Pueden hacer eso? -Melina le preguntó a sus hijas quienes asintieron con la cabeza en silencio.
-Si mami... -Ambas niñas respondieron a la vez en un hilo de voz bajito.
-Pueden confiar en mami y papi, nenas. Si hay algo que no le gusta o que las hace sentir incómodas solo tienen que decirlo para que lo solucionemos en familia. -Melina acarició la mejilla de Lena y la de su hermosa Alie.
-¿Hay algo que quieran decirnos? -Robert intervino con un semblante dulce y siniestro que hizo temblar a una de las niñas.
-No mami... -Lena les dijo primero sin comprender que sucedía.
-No hay nada que queramos decir. ¿Podemos retirarnos de la mesa? -Alie preguntó por ambas mientras sujetaba con fuerza la mano de su pequeña hermanita bajo el mantel.
-De acuerdo, amores. Suban a su habitación, más tarde les llevaré un poco de leche y galletas.
Melina se rindió, antes de dormir tendría una conversación a solas con sus hijas, algo andaba mal y podía sentirlo en su corazón. Las conocía muy bien a ambas y la confianza entre ellas jamás se había quebrantado.
-Buenas noches, mami y papi...
Ambas rubias se despidieron, colocaron su servilleta en la mesa, se tomaron de las manos y corrieron hasta las escaleras para ir directo a la habitación que compartían. Querían ponerse rápidamente la pijama y cerrar con seguro su habitación antes de que alguien pudiese llegar.

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🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊
RomantizmHace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y...