"Dices que quieres devolverme mi corazón, pero es imposible aceptarlo de vuelta. ¿No lo ves? Es tuyo aunque no sepas apreciarlo".Marbella, España. Sábado, 06:00 am
-Por favor, tienen que dejarme entrar a ver a mi hijo. Nadie me ha dicho cómo está desde que lo ingresaron a urgencias.
Lissa Evans soltó como por décima vez a las insensible mujer que estaba en la recepción del hospital. Hace algunos minutos que Barnes se había ido por algo de café y el no tener noticias le comenzaba a poner los pelos de punta.
Parecía que esta vez todos sus conocidos estaban con los brazos atados e incluso Sam, quien era el oficial a cargo del departamento en todo Marbella. La denuncia que habían hecho en contra de su hijo había sido asignada convenientemente a un departamento en el que Sam no tenía jurisdicción debido a las características peculiares del caso, pero aún así el moreno movió todos sus contactos para ayudar a la familia lo más que pudo.
-Señora, el señor Evans fue trasladado a una habitación en la tercera planta hace un par de horas, pero los agentes dieron la indicación de no dejar pasar a nadie. Está bajo custodia. Lo siento mucho.
La recepcionista se disculpó para después seguir con su trabajo y Lissa estuvo a nada de armar un gran escándalo. Sin embargo, la voz ronca y mal humorada de un caballero se hizo presente a los pocos segundos, llamando toda la atención de ambas mujer.
-Va dejar pasar a la señora si no quiere que la demande a usted y a este hospital por complicidad delictiva y abuso de la autoridad en contra de el señor Christopher Evans. Están violando todos sus derechos como paciente de este recinto.
Hank Voight gruñó molesto justo junto a Lissa y se cruzó de brazos antes de fijar sus ojos gélidos sobre los de aquella joven que comenzó a temblar en su asiento.
-Hank...
Lissa susurró contrariada al reconocerlo. Había perdido todas las esperanzas de que él llegara después de que jamás obtuvo respuesta en su último mensaje. Después de varias horas se había resignado a que su ayuda no llegaría, pero se había equivocado.
-Señor, la policía... Los agentes... -La mujer tartamudeó, pero solo bastó que él hiciera una señal con su mano para que cerrara la boca.
-La policía no puede negarle la entrada ni información de su estado de salud a sus familiares y menos sin tener una orden firmada y sellada por un juez. Y le recuerdo señorita que el señor Evans no es ningún convicto y mucho menos un criminal. Así que le sugiero ser más empática la próxima vez.
Hank escupió con toda la calma que pudo rescatar de su ser para después rodear cuidadosamente la cintura de una Lissa Evans aturdida, sujetar su mano y llevarla con él hasta el elevador. No existía nada que odiara más que el abuso de poder, así que ambos abordaron, presionó el botón del piso 3 y las puertas de metal se cerraron frente a ellos.
-Estás aquí...
Lissa reaccionó al soltar un susurró que hizo que sus ojos se cristalizaran una vez que sus sentidos le dieron un respiro.
-Mujer, claro que estoy aquí... Sabes que quiero a Christopher como a un hijo.
Hank giró solo un poco para quedar de una buena vez frente a la pequeña rubia empapada en lágrimas que lo escrutaba como si fuese un clase de salva vidas a mitad del océano.
-Es que yo pensé, tú no respondiste mi mensaje... Creí que no vendrías...
Lissa frunció el ceño. No quería hacer una escena, pero habían sido horas de agonía. Su hijo estaba herido, detenido y probablemente a punto de ir a prisión.
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🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊
RomanceHace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y...