"Es en los momentos de decisión que tu destino se forma".
-Aquí Liz...
Elizabeth respondió a la insistente llamada que en entró a su celular.
-¡Amiga! Que gusto escucharte, me preguntaba si te gustaría ir a cenar conmigo esta noche. Hace mucho que no nos vemos.
María soltó con una irritante voz al teléfono solo para molestar a Liz mientras espiaba por la ventana de su habitación. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos.
-¿Qué? ¿Esta noche?
Liz miró a todos lados con un poco de paranoia, se suponía que irían al departamento de Bastián, pero se habían desviado solo un poco para recoger unos paquetes en casa de sus padres. Lo que menos deseaba era que los vieran juntos y la idea de que María la estuviese observando en ese preciso instante la hizo entrar en pánico.
-Si... Está noche. ¿Estás ocupada o algo así? ¿Dónde estás amiga? Mándame tu ubicación y paso por ti. -María sonrió con malicia. La había atrapado con las manos en la masa, pero quería que fuese ella quien confesara todo.
-De hecho si, estoy un poco ocupada. Ya sabes, arreglando algunas cosas del trabajo en la constructora... ¿Tú dónde estás?
Liz se aclaró la garganta y regresó al auto sin hacer nada de ruido. Estaba tan distraída que ni siquiera sabía cómo demonios es que había olvidado que la madre de su mejor amiga vivía a pocas casas de donde habitaban los padres de Bastián. Eran una idiota.
-Ahhh ya veo... Yo estoy haciéndome las uñas, ¿por que? ¿Me alcanzas? -María negó divertida, Liz estaba mintiendo.
-No lo creo, amiga. ¿Qué te parece si nos vemos mañana?
Liz se apresuró a terminar con la llamada, Sebastián ya venía de vuelta al auto así que aprovechó los segundos que ganó cuando él fue directo a la cajuela para guardar sus paquetes.
-De acuerdo... ¿Llevarás a Rosie, cierto?
-Después de lo de Jennie no sé si Rosie tenga muchas ganas salir con nosotras de nuevo. -Liz hizo una mueca al recordar a la verdadera arpía de su ex-mejor amiga.
-Oye, no me compares con esa perra. -María se quejó.
-Lo siento, sé que son completamente diferentes, tú jamás harías nada parecido. -Liz se disculpó.
-Entonces ¿la llevarás? Di que sí, Liz. Nos la pasaremos bien.
La castaña sonrió, pero antes de que siquiera pudiese escuchar la respuesta de Liz una varonil y muy conocida voz masculina interrumpió la llamada.
-Ahora si pequeña arpía. ¡A mi apartamento!
Barnes le dijo con una gran sonrisa amistosa y se dejó caer en el asiento del copiloto para colocarse el cinturón de seguridad, provocando que en su inesperada interrupción, Liz casi lo desintegrara con la mirada para callarlo. Pero fue imposible que María contuviera más la escandalosa carcajada que nació de lo más profundo de su garganta.
-¡Que zorra, amiga! ¡Te atrapé! Eres una traviesa y pequeña mentirosa. Te estoy viendo desde mi ventana, torpe. Así que vas a ir al apartamento del idiota, engreído y sexy más mujeriego de la ciudad.
María río y corrió un poco más la cortina de su ventana, imaginando cuán roja seguramente estarían las mejillas de su mejor amiga.
-Diablos... No fastidies, no es lo que crees. Solo es trabajo.
Elizabeth gruñó mientras una de sus manos se estiró en automático para cerrarle la boca al pelinegro que intentó preguntar con quién hablaba.
-Pfff, no soy tan incrédula, Liz... Claro que es lo que pienso... Así que lo único que puedo decir es que te diviertas, querida. Fóllate al adonis y luego me cuentas si es verdad todo lo que dicen de él. -María sonrió y sin esperar a que Liz dijera más le cortó la llamada.

ESTÁS LEYENDO
🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊
RomanceHace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y...