"Duele tener una persona tan especial como tú anclada en mi corazón y no poder tenerte jamás entre mis brazos".
Capítulo especial para Hank y Lissa
-Es la casa de tu madre, Hank... Yo creí, yo pensé que la habías perdido...
Lissa miró completamente incrédula al hombre silencioso que había aparcado su auto en el viejo garage de una humilde y pequeña casa a las afueras de Marbella. Aquel vecindario lucía igual que hace 40 años a excepción de algunas casas que habían sido remodeladas y del hermoso muelle que habían construido al final de la calle.
-Y lo hice, pero la recuperé hace ya varios años, Lissa. Desde entonces he ido trabajando poco a poco en ella para que vuelva a ser lo que solía.
Hank terminó por confesar mientras el ceño sorprendido de la rubia cambiaba por uno muy indignado.
-¿Significa que me mentiste de nuevo, Hank? Significa que todo este tiempo has venido a la ciudad a hurtadillas. No puedo creerlo...
Lissa lo miró sin poder creerlo. Hank era un mentiroso de primera y ella una tonta que creía en todo lo que decía.
-No, Lissie, las cosas no son lo que parecen. No fue así como sucedió, escúchame...
Hank se alarmó cuando ella lo miró con unos enormes ojos cristalinos y dolidos que lo abofetearon. No entendía porque todo tenía que ser tan difícil entre ellos.
-No te atrevas a mentirme más, Hank... ¡No! ¿sabes qué? ¡Es suficiente! Estoy cansada de esto, me voy a casa...
Lissa le expresó con gran sentimiento para después darle la espalda e intentar abrir la puerta para huir, pero apenas colocó su mano en la manija los seguros del auto entraron en automático.
-Lo siento, pero no dejaré que vayas a ningún lugar, Lissa... Al menos no hasta que aclaremos todo, y tal vez si, te oculté algunas cosas, pero eso no significa que te haya mentido.
Hank trató de no decir nada que pudiese meterlo en más problemas, pero ella sonrió con sarcasmo y se cruzó de brazos.
-Es que no puedo creer que seas tan descarado... Déjame salir ya, Hank, no estoy jugando...
La rubia lo miró mal, recibiendo un bufido como respuesta. Lissa era tan complicada cuando estaba furiosa que podía sentir que su paciencia estaba llegando a su fin. Tomaría a la terca mujer en sus brazos la encerraría en aquella casa y la amarraría a su viejo sofá hasta que escuchara todo lo que tuviese que decir.
-Y tú eres una testaruda, terca, mandona y gruñona rubia que intenta volverme loco.
Hank le soltó de pronto con el ceño fruncido, dejando a la mujer con la boca abierta y la indignación a su máxima potencia.
-Eres un grosero y torpe viejo que...
Lissa trató de responderle con la misma intensidad, pero él la hizo callar con un chitido que la hizo fruncir aún más el ceño. Ese Hank encrespado si que era nuevo para ella y aunque la exasperó terriblemente también le pareció muy tierno.
-Vendrás conmigo a la buena o a la mala, Lissa Evans. Entraremos a la antigua casa de mi madre, te quedarás muy calladita y esperarás a que me quite toda esta ropa húmeda para que podamos hablar. Después comeremos un delicioso desayuno antes de que la resaca que provocó tú pequeña parranda acabe contigo. ¿Está claro, mujer?
Hank le soltó esta vez en un tono muy determinante que hizo a Lissa mirarlo muy mal, pero él no le dio chance de responder ya que quitó los seguros, abandonó el auto y caminó hasta su lado para abrir la puerta mientras la llovizna humedecía su cuerpo nuevamente.
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🌊 𝝝𝗖𝗘𝝠𝗡 𝗘𝗬𝗘𝗦 🌊
RomanceHace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y...