Icarus Rose. Parte 1:Una mafia.
El inicio.
El alfa caminaba por el pasillo dando pisotones, con dos maletas en sus manos y el ceño fruncido mientras su esposa intentaba detenerlo, con lágrimas cayendo de sus mejillas y fuertes sollozos saliendo de sus labios entre cada palabra.
—Por favor, Ed, no te vayas, podemos solucionarlo— imploró Jane, tratando de evitar que su esposo saliera de la casa.
—Esto es una aberración —gruñó Edmund—, un omega hombre, ¡UN MALDITO OMEGA HOMBRE!, esa cosa no es mi hijo.
—No, Ed, por favor, es tu hijo, es Hazzie. No te vayas.
—Está bien —dijo, deteniéndose de golpe, y los ojos de la omega brillaron de alegría—. Me quedaré, con la condición de que eches a patadas a esa aberración de mi casa.
Jane empezó a negar, sin poder creer lo que su marido le pedía. No podía, Harry era su bebé, su adoración, si alguno de sus hijos le faltaba, no sabía qué sería de ella.
—Eso pensé— soltó el alfa antes de salir por la puerta, azotándola detrás de él.
—¿Mami?— interrogó una dulce voz a las espaldas de Jane, asustado.
—¿Si, cariño?— contestó la mujer, limpiándose las lágrimas del rostro antes de mirar al pequeño omega de rizos chocolate.
—¿A dónde fue papá?— preguntó, mirando al suelo y jugando con las mangas de su suéter.
—Muy lejos —susurró la mujer después de soltar un suspiro—, pero no lo necesitamos, bebé, estamos los tres juntos en esto, ¿si?
Una beta de ojos color miel se acercó a los dos, siendo un poco más consciente de lo que sucedía a su alrededor, abrazó a su madre por la cintura y despeinó un poco los rizos de su hermano menor.
—¿Qué les parece si vamos a preparar un chocolate caliente?— sonrió tratando de animar la situación. Jane asintió y los tres se dirigieron hasta la cocina.
A partir de ese momento solo serían ellos tres contra el mundo.
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Los Tomlinson eran conocidos por ser una familia de dinero.
Charles Tomlinson era dueño de una de las marcas de licores más reconocidas en Reino Unido, y su familia era su más grande orgullo. Elizabeth, o Lilibeth como todos la llamaban, logró darle tres hermosos cachorros; Louis, Dotty y Mia. Y no cabía de la felicidad cuando su hijo mayor y heredero de la empresa Tomlinson se presentó como alfa apenas cumplió los seis años de edad.
Pero no todo podía ser perfecto. Pues una noche, en el cumpleaños número once de Louis, todo pareció volverse oscuro.
—Mamá, papá —empezó el pequeño alfa de ojos azules, Lilibeth lo miró con cariño para indicarle que continuara—, ¿puedo decirles algo?
—Claro que sí, cariño— respondió la omega con una sonrisa en su rostro.
—¿Qué sintieron ustedes cuando se enamoraron por primera vez?— preguntó mientras miraba al suelo, no estaba acostumbrado a hacer esa clase de preguntas y sin duda tomó a sus padres por sorpresa.
—¿Por qué preguntas, Louis? ¿Acaso hay alguna omega en tu escuela que te llamó la atención?— preguntó Charles esta vez.
—Pues... —negó con la cabeza y pensó mejor sus palabras—, sí hay alguien, pero no estoy seguro de lo que debo sentir.
—¿Y como se llama hijo? ¿Conocemos a esa persona?— preguntó Lilibeth con emoción en sus ojos. Louis llevó su mirada hasta la ventana de la sala y mordió su labio inferior.
—Connor— dijo en voz baja sin mirar a sus padres.
El silencio reinó por unos minutos en la sala de los Tomlinson.
—¿Disculpa?— cuestionó Charles ante la respuesta de su hijo.
—Su nombre es Connor, es un omega que va en mi salón —lo miró por primera vez a los ojos, sintiendo como el miedo corría por sus venas y un nudo se formaba en su garganta.
—Lou —comenzó Elizabeth—, tal vez solo estás confundiéndote, eres muy joven para saber sobre el amor, tú padre y yo nos conocimos cuando teníamos veinte años, no creo que sea conveniente que...
—¡No mamá, no estoy confundido y lo sabes!—gritó con fuerza interrumpiendo las palabras de su madre.
—Louis William Tomlinson, no quiero que le levantes la voz a tu madre de esa forma nunca más —replicó Charles.
De repente, aquella lanita de la alfombra se veía más interesante, los olores se intensificaron y finalmente, Louis tuvo el valor para volver a hablar.
—No estoy confundido —volvió a decir—. Connor me gusta, y no pueden evitar que lo sienta en mi pecho, como con aquel niño que...
—Eso no puede ser —replicó Charles, sintiendo su enojo correr por todo su cuerpo—, a ningún hijo mío le van a gustar los omegas hombres.
—¿Qué tiene de malo? —gritó Louis—, me gustan los hombres, papá, no puedes hacer nada para cambiarlo.
—¡ENTONCES AGARRA TUS COSAS Y VETE DE MI CASA!— gritó de vuelta el alfa mayor, con la cara roja y bajo la mirada horrorizada de su mujer.
—Charles...- empezó la omega, intentando calmar a su alfa.
—No, mujer, esto es una total aberración, ¿qué dirá la gente cuando descubra que mi hijo tiene esa clase de gustos? No voy a permitir otro desplante como estos.
—Bien— respondió Louis, subiendo las escaleras hacia su cuarto para meter algo de ropa en una mochila.
Y una vez reunió sus cosas, salió de la casa, azotando la puerta, hasta ese momento dejando que las lágrimas llenaran sus orbes azules. Caminó por horas en la oscuridad de la noche, hasta que un hombre beta de unos cuarenta años lo encontró intentando dormir en una banca, en algún parque en el centro de Doncaster.
—¿Qué haces aquí a estas horas, niño? Y en nochebuena— preguntó el beta, haciendo que el pequeño alfa lo mirara.
—Mis padres me echaron de casa— respondió simple, y el hombre asintió.
—Pues no puedes quedarte aquí, algo podría pasarte. Tengo un internado donde acogemos niños como tú, ¿quieres acompañarme?
El beta le extendió la mano, y después de pensarlo por unos instantes, Louis la tomó, ¿qué más daba si le pasaba algo por irse con aquel extraño? No tenía casa, ni dinero, apenas unas mudas de ropa que había logrado meter en su pequeña mochila.
Y ahí empezó todo, llegó a un internado donde no conocía a nadie. Hasta que encontró a un omega de ojos miel siendo molestado por otros alfas. Zayn se hizo su mejor amigo en el instante en el que le quitó a esos animales de encima, y más tarde Niall se les uniría, siendo inseparables para siempre.
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Icarus Rose |1D| [Omegaverse]
Fanfiction"Permíteme contarte una historia... Hace mucho tiempo, a un hombre llamado Ícaro, se le concedieron alas de cera para escapar de un laberinto en el que estaba atrapado. Se le advirtió que no volara muy alto, puesto que las alas no resistirían, ¿pero...