𝑷. 𝑰: 𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒗𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

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Las cosas habían comenzado a ir bastante bien para Ed y Jane, gracias a los préstamos que le daban cada determinado tiempo había sido capaz de comprar una casa y lo necesario para cuidar a su pequeña hija Stella, de hecho hasta habían logrado costear una pequeña ceremonia para contraer matrimonio a los pocos meses del nacimiento de su bebé, ya que a los padres de Jane no les agradaba el hecho de que Ed no quisiera marcar a su hija.

Habían pasado tres años en los que Styles realizaba pequeñas entregas, que poco a poco tenían más valor y eran en lugares más alejados, había pasado de entregar pequeñas cantidades de droga a armas ilegales, pero siempre prefirió no hacer muchas preguntas al respecto, le iba bien en la vida y sabía que no podía quejarse, no podía arriesgar a su familia con un conflicto con la mafia. Se le daba una orden por las noches y al día siguiente tomaba un avión hacia diferentes partes de Inglaterra, a los ojos de Jane, su esposo había conseguido un ascenso en su trabajo y eso la llenaba de orgullo, aunque lo que hacía no era nada de lo que él alfa estuviese orgulloso.

La pequeña Stella había comenzado su primer año en preescolar cuando Jane se dirigía de nuevo a la sala de partos, esta vez se trataba de un pequeño cachorro que, por segunda vez, los había tomado por sorpresa. Ninguno de los dos tenía dentro de sus planes el concebir a otro bebé, pero su juventud y el amor que se tenían el uno por el otro les impedía molestarse por aquella noticia inesperada.

—Felicidades, es un niño muy saludable— dijo con alegría el médico mientras le daba al pequeño bebé a Jane.

Lágrimas caían por sus mejillas mientras miraba a aquel cachorrito que acababa de salir de ella, era bastante pequeño, con su cabello claro y un poco rizado, el bebé se escondió en su cuello, buscando la fuente del aroma de su madre, aquel olor que lo calmaría muchas veces de su llanto en el futuro.

—Harry— dijo en un susurro la omega mientras acariciaba la pequeña espalda del bebé. Ed se encontraba a su lado con una sonrisa en su rostro, aunque algo de preocupación inundó su mente al pensar que el dinero que tenía no iba a ser suficiente para mantener a dos cachorros, además de las necesidades de la casa y la cuenta del hospital.

—Regreso en un momento— anunció depositando un beso en la cabeza de Jane para luego salir de la habitación bajo la atenta mirada de los presentes. Una vez en el pasillo sacó su teléfono y llamó a aquel número sin nombre del que siempre recibía llamadas.

—¿Diga? —respondió un hombre de voz gruesa

—Necesito reunirme con el señor C— respondió en voz baja para evitar que alguien lo escuchara. Se escuchó el sonido de varias teclas siendo presionadas y luego de unos segundos la voz se volvió a hacer presente.

—El señor C no se encuentra en Londres por el momento, pero puede reunirse con el señor Rhodes hoy a las veintidós horas.

—Bien, envíeme las coordenadas del lugar y estaré ahí.

Dicho eso terminó la llamada y regresó a la habitación. Edmund sabía perfectamente en lo que iba a meterse, pero no le importaba, tenía que darle la mejor vida que pueda a sus pequeños, no permitiría de ninguna manera que les faltara algo.

La hora de la reunión llegó finalmente y Ed salió del hospital con la excusa de que necesitaba entregar algo al trabajo, una vez asegurándose de que Jane y su pequeño cachorro estuvieran a salvo. Jane no podía evitar pensar que Ed tenía una amante y esa era la razón de su desaparición repentina, y el por qué a veces se ausentaba por tantas horas, pero decidía dejarlo pasar, a fin de cuentas tenía una familia por la cual debía mantenerse fuerte.

Ed entró al despacho y un hombre que jamás había visto ya lo estaba esperando, vistiendo un traje azul marino y usando unos lentes de armazón de metal, el alfa le sonrió e indicó con su mano que se sentara, sin molestarse siquiera en levantarse de su silla,

—Edmund Styles, es un placer conocerte, soy el señor Rhodes y soy el que representa al señor C cuando se encuentra fuera del país — dijo con voz gruesa, Ed sonrió y asintió —. Pero cuéntame, ¿Qué te trae por aquí el día de hoy? He visto tu expediente y si no me equivoco tienes una deuda en proceso de pago, ¿No es así?

—Correcto, señor Rhodes.

—Y tuviste otro cachorro hoy, un varón si mis fuentes están en lo correcto, ¿Cierto? Felicidades, no hay felicidad más grande para un alfa que el que su omega tenga a sus cachorros sanos y salvos.

—Eso es cierto, y justamente esa es la razón de mi visita. Verá, cada mes el señor C me facilita cierta cantidad de dinero, pero con la llegada de mi pequeño no me va a ser suficiente para mantenerlo a él, su hermana y mi esposa — dijo apenado y sin ser capaz de mirar al alfa frente a él.

—Vaya, ese es un favor algo grande, ¿Sabes? Pero queremos ayudarte, Ed, nos agradas y has demostrado ser un gran trabajador, los clientes no dicen nada que no sean buenas cosas sobre ti, ¿Qué te parece doblar la cantidad de dinero por mes? Probablemente la carga de trabajo sea el doble también, pero podrás pagar tu deuda más rápido.

—¿En serio? — preguntó Styles incrédulo y Rhodes asintió — Muchas gracias, señor, voy a estarles eternamente agradecido por su apoyo.

Salió de la oficina bajo la atenta mirada del alfa, quien apuntó la cantidad de dinero que ahora se le daría a Ed mensualmente, sonrió con malicia y le habló a un guardia de seguridad que estaba en la oficina.

—Mantengan vigilado bien de cerca a ese hombre y a su familia, podemos sacarle ventaja de algún modo — el guardia de seguridad asintió y se fue de la oficina.

Un mes después, todo en casa parecía ir mejor, Rhodes cumplió con duplicar la cantidad de dinero que se le daba por mes, Harry era un bebé completamente sano y hermoso, Stella estaba fascinada con su pequeño hermano, quería cargarlo a todos lados y le daba exactamente cuatro besitos en sus mejillas antes de dormir, y qué decir de Harry, siempre que Stella estaba alrededor este parecía calmarse al instante. Pero Jane estaba cada día más angustiada, y no dudó en hacérselo saber a Ed.

—Edmund, necesitamos hablar — el alfa se sentó junto a su esposa y le hizo una seña para que siguiera hablando —. Ya tenemos dos hijos, Ed, han pasado tres años y no me has marcado, creo que ya es tiempo.

—Jane...

—No, siempre son las mismas excusas, "somos muy jóvenes", "tenemos muchas cosas qué hacer". Te amo Edmund, ¿No puedes entenderlo? Quiero pasar el resto de mi vida contigo, con nuestros hijos, quiero que me marques.

—Jane, la marca no es lo único que importa, ¿Sabes? Si no te he querido marcar es porque quiero esperar al momento indicado, cuando compremos una casa más grande, tengamos más dinero, ¿Por qué quieres que nos comprometamos con algo así?

—¿Tienes a otra omega, verdad? Una más joven y que su figura no se ha deformado por tener dos hijos, ¡TUS HIJOS, Edmund!

—¿Qué? Claro que no, Jane, sabes que amo a mis cachorros, te amo a ti, pero quiero asegurarnos una mejor vida que solamente esto.

—¿Qué tiene de malo esto que tenemos, Ed? Es lo que hemos construido, no necesitamos lujos ni una casa gigante para estar bien, lo sabes, ¿No?

—Quiero darles una vida donde tengan más de lo que necesitan, no una donde a duras penas lleguemos a fin de mes.

—Oficialmente estás obsesionado con el dinero, ¿Acaso no entiendes? ¡No nos falta dinero! ¡Lo que nos falta eres tú, presente en casa!

—Jane, por favor, esperame un poco más y prometo que voy a marcarte, ¿Está bien? Pero necesito resolver muchas cosas.

La omega lo miró unos segundos, sin saber qué responder para hacerlo entender que ella necesitaba sentirse segura de que su marido era de ella y de sus hijos, que no la estaba rechazando al no querer marcarla. Pero finalmente asintió y se fue en silencio hacia la habitación de Harry, donde por supuesto estaba su hermana cuidando de él, suspiró y lloró en silencio, acariciando el cabello de sus cachorros.

Icarus Rose |1D| [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora